Redd Kross, de Red Kross

Autor:

DISCOS

«Dureza en las guitarras, melodías que te absorben, un imaginario que recoge el sonido de los años setenta y una afición inextinguible por usar la cultura pop para dar aire a sus canciones»

 

Redd Kross
Redd Kross

IN THE RED RECORDS, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Casi parece extraño que Redd Kross hayan empezado su andadura musical en 1978, aunque se llamasen entonces The Tourists, cuando los hermanos Jeff y Steve McDonald estaban aún en la escuela secundaria. Sí, es cierto que hay grupos, y solistas, todavía activos que empezaron mucho antes, pero lo que destaca del grupo californiano es que sus canciones conservan casi cincuenta años después el mismo aire juvenil —adolescente se diría—, falto de prejuicios y lleno de esa sana energía que dice que se va a comer el mundo. O, simplemente, que va a hacer canciones bonitas, lo cual viene a ser lo mismo.

Así empezaron, y así han seguido, con dureza en las guitarras, melodías que te absorben, un imaginario que recoge el sonido de los años setenta —no desdeñan arrimarse a Kiss o Status Quo— y una afición inextinguible por usar la cultura pop para dar aire a sus canciones. De hecho, tuvieron durante los noventa una banda paralela de contenido más pop, y más suave, que se llamó Ze Malibu Kids. Gracias a dios, porque tampoco son muy prolíficos: tres álbumes en los ochenta, tres en los noventa, uno en 2012 y el que aquí reseñamos. Ocho en esos casi cincuenta años.

El presente se llama Redd Kross, igual que el grupo, y es el primero de su discografía que es doble, señal de que tienen material abundante que ofrecer. Y bueno, porque la hora escasa que dura no se hace larga. Quizá es porque contiene varios discos y, con ello, se acrecienta la sensación de trituradora de estilos que siempre han tenido las canciones del grupo. Ahí está la parte cercana al rock más consistente, encabezada por “Canción enojada”, con su potente solo, igual de impresionante que el de “Terrible band” o el de “Lay down and die” o “Born innocent”. La joya de este bloque es “Stunt queen”, que toma la plantilla del “Ticket to ride” de los Beatles, pero con guitarras más vigorosas. Es power pop en grado supremo, aquel que si pasa de nivel ya se convierte en rock duro.

De los Beatles deriva también la parte más psicodélica. “Good times propaganda band” recuerda a “Rain”, y la acústica “Candy coloured catastrophe” —que después eleva su potencia a velocidad de crucero— parece sacada de Revolver. También poseen toques psicodélicos “Emmanuelle insano” y “What’s in it for you?”, aunque en esta última domina más el pop.

Y el pop tira en otro buen puñado de canciones, construidas con escuadra y cartabón, perfectas en composición y emocionantes en su resolución. Ahí está “The main attraction”. Hay más. “Too good to be true”, o “Way too happy”, puro pop para gente moderna. Es la parte que, quizá, resuelven mejor, conjuntando armonías e instrumentos y buscando lo básico, como en “Back of the cave”.

“The shaman’s disappearing Robe” es otra de las buenas, con rastros de los Beatles, otra vez, o los Raspberries, o Badfinger, con rabia y con alma.

Redd Kross me han acompañado desde el 1982 y me siguen acompañando y el repertorio de sus canciones forma parte de mi memoria sentimental. Así que dieciocho nuevas canciones se añaden al repertorio que tengo para disfrutar.

Anterior crítica de discos: Parade & Nacho Casado, de Parade & Nacho Casado.

Artículos relacionados