Recordando a Jimi Hendrix en cinco discos

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La obra, la figura, la sombra y el legado de Jimi Hendrix transcienden cualquier moda y cualquier tiempo, revolucionando año tras años, década tras década, a generaciones y generaciones a su paso, gracias a discos históricos y canciones memorables que no caducan y mantienen esa esencia de inspiración propia y ajena. Luis Lapuente recoge en este artículo los cinco álbumes que no pueden faltar para comprender a fondo a la leyenda.

 

Selección y texto: LUIS LAPUENTE.

 

Fallecido a los 27 años a causa de una sobredosis, Jimi Hendrix fue uno de los primeros mitos del rock a pesar de su corta carrera comercial como solista, una especie de relámpago incandescente que casi tuvo que apagarse prematuramente, consumido en su propia fuerza. Mañana, 18 de septiembre, se cumplen cincuenta y cuatro años de su muerte, y queremos hoy honrar a un músico que convertía en oro todo lo que tocaba, recordando sus cinco álbumes fundamentales de entre su extensa discografía, en su mayor parte póstuma.

 

1.- Axis: bold as love (Polydor, 1967)

Los tres primeros álbumes de Jimi Hendrix, absolutamente imprescindibles para cualquier amante de la música popular, conformaron la leyenda de un guitarrista excepcional y un músico único en su género, capaz de evocar en sus creaciones a los espíritus de Muddy Waters, Bob Dylan, Chuck Berry, James Brown, Cream, Elmore James y The Isley Brothers, el rock, el folk, el blues, el rock and roll y el funk en estado puro. Probablemente, de los tres, el que alumbró más caminos, el más experimental y arriesgado, el más original, vibrante y luminoso de los suyos, el favorito de miles de amantes del soul psicodélico, sea Axis: bold as love, un trabajo deslumbrante que inspiraría discos legendarios como Inspiration information, de Shuggie Otis, Around the world in a day, de Prince o las mejores grabaciones de los Isley Brothers en los años setenta.

En este álbum maravilloso, único, canciones prodigiosas como esa fantasía psicodélica titulada “Castles made of sand”, o como «Spanish castle magic», una pieza alquímica y sorprendente, adornada por uno de los fabulosos y devastadores riffs de la guitarra de Jimi, casi en clave de heavy metal, sucesora perfecta del clásico “Foxy lady”. “Little wing”, “You got me floating” (puro soul lisérgico), “If six was nine” y “Bold as love”, además de esa maravillosa portada, completan la matrícula de honor para el disco más redondo de Jimi Hendrix.

 

2.- Electric ladyland (Polydor, 1968)

Charles R. Cross cuenta una anécdota sobre Hendrix y la iglesia eléctrica en su libro Room full of mirrors (una habitación llena de espejos, otra de las obsesiones de Hendrix): «En enero de 1969, Jimi invitó a Hugh Curry, del Canadian Broadcasting Channel, a ir a su piso para una entrevista televisiva de larga duración. Fue una de las muchas entrevistas de ese mes en las que Jimi presentó la idea de iglesia eléctrica o de iglesia celestial: «A nuestra música la llamamos “música de iglesia eléctrica” porque para nosotros es como una religión», le dijo a Curry. Cuando este apuntó que Electric church music hubiera sido un título mejor que Electric ladyland, Jimi sonrió: «Bueno, algunas damas también son para nosotros como una iglesia».

Se cuenta que unos meses antes de la grabación de este doble elepé, el propio Hendrix vio a Bob Dylan paseando por una calle de Nueva York y cruzó a toda prisa para manifestarle su admiración. Dylan se asustó al ver a una persona negra mal vestida correr hacia él, hasta que se dio cuenta de que se trataba del legendario guitarrista, a quien también admiraba tras haber escuchado sus dos primeros álbumes, Are you experienced? y Axis, bold as love, publicados ambos en 1967. Después de escuchar Electric ladyland, Dylan ya no volvió a cantar nunca en clave de folk su clásico “All along the watchtower”, debido a la versión torrencial de Hendrix. Pero hay muchas más canciones apabullantes en este doble elepé que ha cambiado tantas veces su foto de portada: “Burning of the midnight lamp”, “Crosstown traffic”, “Rainy day, dream away”, “Voodoo child”, “Little miss strange”…

 

3.- Are you experienced? (Polydor, 1967)

Aquí empezó todo, la piedra angular del rock de los años sesenta, del Bitches brew de Miles Davis, de Prince, de los Isley Brothers, de Zappa y de Sly Stone. Entre 1967 y 1968, en solo dos años al frente de su banda, Jimi rompió todos los esquemas, produjo un terremoto en el canon del blues y el rhythm and blues, cuyo lenguaje quedó para siempre revolucionado, desafió todos los compartimentos estancos de la música popular y trituró todos los estereotipos raciales: se encontró rozando el cielo, intocable, en el pináculo del Olimpo del pop. Una de las canciones más definitorias de toda la carrera de Jimi Hendrix fue “Fire, glorioso ejercicio de soul, rock psicodélico sobre una guitarra incandescente y batería polirrítmica inspirada en el jazz. la banda. Un álbum esencial para cualquier buen aficionado, repleto de canciones mágicas, imperecederas: “Hey Joe”, “Foxy lady”, “Manic depression”, “Fire”, “Stone free” y “Highway Chile” (dos bonustrack de lujo en sucesivas ediciones), “Purple haze” y la gloriosa “The wind cries Mary”.

 

4.- First rays of the new rising sun (Experience Hendrix/MCA, 1997)

Tras la disolución de la Band of Gypsys, Hendrix recuperó su frenética actividad habitual de conciertos y grabaciones (o intentos de grabaciones), combinados con una pasmosa promiscuidad sexual y una cada día mayor dependencia del alcohol y de todo tipo de drogas estimulantes y sedantes. Jimi empezó a barajar entonces varios títulos para su próximo álbum, que imaginaba como un triple elepé, ante la desesperación de su mánager, que consideraba más fácil de vender un elepé sencillo. Entre los nombres previstos para el disco estaban The cry of love (nombre informal de su última gira, que empezó el 25 de abril en Inglewood, California, y terminó el 6 de septiembre en el festival Love & Peace de Fehmarn, Alemania), Firstrays of the new risingsun y People, hell and angels. Hendrix incluso llegó a confeccionar una lista tentativa con el nombre de algunas de las canciones elegidas, entre las que se contaban “Ezy rider”, “Freedom”, “Cherokee mist”, “Dolly dagger”, “Straight ahead”, “Midnight lightning”, las memorables “Angel”, “Izabella” y “Room full of mirrors”, o ese hermoso blues titulado “Hear my train a comin’”. Todas ellas fueron apareciendo en distintas versiones en los numerosos álbumes póstumos publicados tras la muerte de Jimi, con mención especial para el primero y uno de los mejores, el sensacional The cry of love (Reprise, 1971), y el segundo, la banda sonora de Rainbow bridge (Reprise, 1971), además del sobresaliente Firstrays of the new rising sun, quizá el primer intento serio, y el más logrado, de reorganizar el legado de Hendrix.

 

5.- Live at The Fillmore East (MCA, 1999)

En 1969, Jimi Hendrix decidió disolver su trío Experience y reclutar a dos nuevos músicos (el percusionista Buddy Miles y su viejo amigo, el bajista Billy Cox) en busca de un sonido más duro y compacto, funk rock negro afilado y desprovisto de cualquier otro adorno. La presentación oficial de este nuevo combo tuvo lugar en el Fillmore East de Nueva York, en sendas sesiones ofrecidas el 31 de diciembre de 1969 y el 1 de enero de 1970, resumidas luego por Capitol en el elepé Band of gypsys, último editado por Hendrix en vida. En 1999, los herederos legales de Hendrix recuperaron el repertorio completo de las actuaciones de la Banda de Gitanos en este formidable doble cedé titulado Live at The Fillmore East, que subraya aún más el carácter rabiosamente funk de su música con piezas tan impresionantes como “Stone free” (casi trece minutos de pura catarsis física), “Hear my train a comin” (blues funk electrizante, en las antípodas del corte acústico incluido en el documental Hendrix), “Izabella”, “Power of soul” “Machine gun” (dos tomas espeluznantes) y las versiones de “Wild thing” y “Stop” (un clásico subterráneo de Howard Tate), en las que la batería de Buddy Miles ejerce de apisonadora funk, mientras la guitarra de Jimi Hendrix decodifica la tradición negra en una apoteosis de feed-backs, riffs y crescendos dramáticos sin parangón en la historia de la música popular.

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