Raúl Bernal: «Me estoy convirtiendo en un auténtico anacoreta»

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«Busco determinada suciedad bien entendida, cierta espontaneidad y terquedad instrumental»

 

Dos años después de «matar» a su álter ego Jean Paul, con el disco El adiós considerado como una de las bellas artes, y tras publicar el pasado año el epé Mujeres con el proyecto bicéfalo Dolorosa (junto a Natalia Muñoz), Raúl Bernal publica una remesa de canciones nuevas firmadas, por primera vez, con su verdadero nombre. Un epé titulado fig. 1, recién editado, que alumbra mientras sigue trabajando con figuras como José Ignacio Lapido o Diego Vasallo, de quien es productor, y Quique González, a quien acompaña como teclista. Javier Gilabert habla con él.

 

Texto: JAVIER GILABERT.
Fotos: FABIÁN GARCÍA.

 

Raúl Bernal aprovecha el inicio del último mes del año para publicar fig. 1, un epé en el que nos entrega su música más personal, no solo porque firme con su nombre, sino porque su yo poético se manifiesta sin tapujos en estas cuatro canciones envueltas con una literatura y una sensibilidad abrumadoras. Para reafirmar esta tesis conviene saber que Bernal, además, ha grabado todos los instrumentos y se ha encargado también de la mezcla desde su Estudio Libertario, es decir, desde su propia casa.

 

Primero Jean Paul, luego Dolorosa y ahora Raúl Bernal. ¿Evolución natural? ¿Qué te ha hecho decidirte a publicar por fin tus canciones con tu propio nombre?
Es una evolución natural, sin duda. Uno se va despojando de prejuicios y se va armando de verdades. Ha resultado difícil hacerlo, de hecho no lo tenía pensado así en un principio. En ambos proyectos anteriores escribía o bien para un personaje o para que los versos fueran cantados por otra persona. Al trabajar de esa forma te encierras; tal vez, crees que al cambiar de visión ganas en libertad creativa y no es de esa manera, o al menos, así es como me he sentido yo. Algo parecido a lo que le sucedió a la Segunda Escuela de Viena con el dodecafonismo me ha pasado a mí. Busco la libertad creativa y firmar bajo mi nombre es fundamental, tal y como lo veo en esta mañana.

 

El título del epé, fig. 1, como la primera imagen de un libro de ciencias, me recuerda precisamente a eso, a lo que me gustaba buscar en los apéndices fotográficos de las enciclopedias las imágenes referenciadas. ¿Por qué lo elegiste tú?
Es una consecuencia de la búsqueda de esa libertad creativa. Mi idea es que en su momento sea como una especie de apéndice: fig.1, fig. 2, etc. En cada entrega puede aparecer algo diferente, un álbum más acústico, una colección de instrumentales, lo que necesite hacer en cada momento, sin título propiamente dicho, ni seudónimos o nombres colectivos. Cuando estudiaba piano clásico me llamaban mucho la atención los títulos de ciertas obras: BWV 542, KV. 36, OP. 4, y más tarde descubrí que era una forma de catalogarlas; eso mismo intento hacer yo con mi analogía a los libros antiguos de ciencias en los que aparecen criaturas extraordinarias. Así, con la idea de crear una serie, me impongo la idea de continuidad.

 

Entremos en materia. Al escuchar los cortes de fig. 1 pienso en su aparente sencillez, pero su sobrecogedora belleza me habla de complejidad, de profundidad. No son en absoluto canciones fáciles, en el sentido peyorativo del término. Me encantaría que nos contaras qué historias hay detrás de ellas.
Empecé a componerlas con la idea de ruptura con mi producción anterior, sobre todo con ciertos giros melódicos a los que había acostumbrado a mis canciones, con los arreglos y el sonido en general. Busco determinada suciedad bien entendida, cierta espontaneidad y terquedad instrumental, espero que me entendáis… Todo está muy, pero que muy cuidado en ese aspecto. Quería tocar como nunca antes había querido tocar, o de otro modo no me habría atrevido. Empecé a escuchar mucha música nueva y distintas formas de componer. Como te decía, despojarte de ciertos escudos protectores o de determinadas excusas artísticas te hace abrir nuevos caminos y para mí ha sido fundamental hacerlo de este modo para encontrarme como compositor de nuevo.

 

«Empezar canciones a veces no consiste en comenzar a escribirlas, sino en vislumbrar los caminos por los que quieres transitar»

 

Las letras de las canciones de fig. 1 me llevan a tu faceta como escritor, esa que pude disfrutar en Y mientras Roma ardía y El adiós considerado como una de las bellas artes (ambos libros de Bandaàparte Editores). ¿Qué valor tiene lo literario, lo poético, en esta nueva entrega musical de Raúl Bernal?
Nunca ha dejado de tener valor la parte literaria de las canciones, siempre la he cuidado al máximo. Mi forma de escribir las letras en esta nueva etapa ha consistido en volver a como lo hacía al principio, pero con la experiencia y el oficio de los años. Aunque parezca absurdo, me impuse volver a hacerlo en papel, dejé la escritura en ordenador para poder sentir más esa artesanía y esa pureza que necesitaba encontrar de nuevo. Masticar las frases durante meses me ha ayudado a conectarme con mi yo-escritor, necesario para saber si era o no buena idea forzarme a hacer canciones de nuevo.

 

Por otra parte, con referentes en ese sentido como Lapido, Quique González o Rafael Berrio, ¿puede más el aprendizaje o la presión?
Buena pregunta. Aprendo de ellos constantemente y siempre tengo la presión autoimpuesta de estar la altura de tan grandes escritores de canciones. El «¿qué pensarían Jose o Quique de este verso?» está ahí, no te lo voy a negar. Tengo la suerte de poder compartirlas con ellos y de que sean generosos al darme opiniones sinceras. Desgraciadamente, no puedo hacer lo mismo con Rafa, pero tuvimos grandes conversaciones sobre el hecho de hacer canciones que ya podrían grabarse en piedra.

 

En las letras de este epé me ha parecido entrever las claves de lo que tú entiendes por canción, con declaraciones tan explícitas a veces como «mi canción es anticuaria, calmo es su morir». ¿Es este tu trabajo más sincero, más genuino? ¿A qué le canta Raúl Bernal?
Es mi trabajo más artesano, más difícil y para mí el más bonito. Creo que son buenas letras, las he trabajado muchísimo, he pensado mucho en ellas, las he madurado, desechado y reescrito, como hacía antes, en los comienzos. Creo que son las mejores letras que he escrito; estoy muy orgulloso de ellas.

 

¿Y a qué suena? Háblanos de las influencias musicales que entreveran estas cuatro canciones.
Comencé a componerlas durante el confinamiento, en algunos momentos optimistas, pero me costaba mucho; las inicié y empezar canciones a veces no consiste en comenzar a escribirlas, sino en vislumbrar los caminos por los que quieres transitar. Tenía algunos versos, estructuras armónicas, ideas… Por suerte, cuento con un estudio más que suficiente en casa para poder trabajar y probar cosas sin prisas, así que me dedicaba a buscar sonoridades y a investigar en ese aspecto; de vez en cuando escribía algunas pocas palabras más… Aunque las completé bastante después, empecé a vislumbrarlas en ese período. ¿Influencias? Sobre todo lo que veía alrededor, el fin de muchas cosas que se tambaleaban, ese fue el principio. Influencias musicales puede que haya muchas o ninguna, siempre se absorben cosas y no se concreta demasiado, pero algunos puntos de partida pudieron ser Blake Mills, Christine Bougie, Peter Broderick, Aldous Harding, Buck Meek o Aoife O’Donovan.

 

¿Y por qué nos las entregas solo en digital? ¿No tienes en mente concretarlas, más adelante, en formato físico?
Me encantaría sacarlas en formato físico, como siempre he hecho, pero decidí que no iba a salir a tocarlas y veía absurdo lo de entrar en la guerra de destacar de alguna forma sin hacer conciertos y que la gente adquiera tus discos. Eso, sumado al desembolso económico que se requiere y a la increíble demora de las fábricas, fue lo que me echó para atrás. No sé si más adelante lo reuniré todo en un álbum o no… Para no ser más desprendido de la cuenta, las canciones estarán en mi bandcamp por si alguien quisiera comprarlas con esa careta de ceros y unos…

 

«Ya no me agrada ser quien está al frente, no creo que lo vuelva a hacer»

 

Pienso que en tu disco duro tiene que quedar aún mucho más. ¿Por qué estas cuatro? ¿Qué te dejas en el tintero?
Tienes razón, tengo muchas canciones anteriores guardadas, pero no creo que las saque a la luz. Prefiero mirarme ahora, con lo difícil que es, igual que mirar atrás sin volverse, como decía Thoureau. Canciones posteriores tengo unas cuantas más en las que estoy trabajando ahora y que publicaré no demasiado tarde. Esa es la idea.

 

Al escucharte cantar, no puedo evitar hacer un paralelismo con otro intérprete que, además, ocupa un lugar destacadísimo en tu panteón particular: Leonard Cohen. ¿Te lo dicen mucho?
Sí me lo han dicho, pero me ruboriza [risas]. Cohen ha sido una figura imprescindible en mi forma de entender la canción, he aprendido mucho de su música y de su literatura. No fui capaz de escuchar You want it darker, su disco «póstumo», hasta hace bien poco. Era incapaz, no podía; ni siquiera lo abrí antes de escucharlo, me resultaba imposible hacerlo y no emocionarme, para mí fue como perder a alguien de mi familia. Sus canciones fueron faro. Solo puedo sentirme agradecido porque sus canciones cayeron en mis manos en mi tierna adolescencia y me marcaron. Lo vi en directo hace muchos años y me pasé llorando todo el concierto.

 

Además de músico y compositor te dedicas a la producción. ¿Cómo ha sido el proceso en esta ocasión? ¿Es más fácil producir para otros que para uno mismo?
Es más difícil producir tus canciones que las ajenas. Me ocurre a mí y a muchos compañeros de profesión: nos autoimponemos una desvalorización de nuestro trabajo porque sí, porque así somos muchas veces; pensamos que nuestras canciones, libros, esculturas y demás no están a la altura de nuestros ídolos o metas y que no merecen la pena. Por eso es una montaña rusa de emociones, afirmaciones y negaciones continuas, constantes; de verdad. Me sorprendo cuando le digo a alguien con quien trabajo que su canción es enorme, que es maravillosa, y lo hago con convicción y de verdad, aunque a esa persona le cueste reconocerlo. Sin embargo, cuando se trata de mis canciones, pocas veces me digo palabras de apoyo y siempre pienso: ¿por qué?, «ya tienes una edad y quizá es hora de dejarlo pasar», «esto no sirve para nada», y algún día escuchas lo que has creado y lo primero que piensas es: «parece que esto no lo haya hecho yo». Casi nunca nos damos una palmada de ánimo y nos reconocemos, siempre tenemos la negación delante para con nuestro trabajo, a veces nos tenemos demasiado en baja estima.

 

Quizá le llame la atención a quien nos lea saber que, además de ponerle voz, te ocupas en este trabajo de todos los instrumentos, de las letras, de la composición y arreglos, de la producción, al más puro estilo DIY. ¿No te fías de nadie más?
[Risas] No es eso. Uno tiene sus inseguridades, y te puedo asegurar que yo estoy lleno de ellas, y no quiere dar la lata a los demás con ellas. Necesitaba encontrarme como compositor e instrumentista y para ello necesitaba estar solo, todo lo solo que pudiera. Aunque en el epé ha cantado maravillosamente bien mi querida Laura Fernández, todo lo demás lo he hecho yo tranquilamente, sin presión. No sabía lo que quería y no me habría resultado posible comunicarle a nadie nada. Muy probablemente habría desperdiciado el tiempo de mucha gente si hubiera contado con otros músicos. Venía también de un funcionamiento de banda que llegué a odiar y que me afectó mucho psicológicamente. Además, siempre quise hacer un disco entero, tocándolo todo. Ahora estoy un poco más seguro del camino que quiero recorrer y es muy probable que empiece a llamar a amigos y amigas que ven esto desde la misma óptica que yo para compartirlo y crear cosas juntos.

 

Aseguras, de una parte, que tu intención es publicar de forma constante, pero también que no lo es salir a girar con estas canciones. ¿Qué futuro esperas para ellas?
Yo no espero futuro de nada. Solo espero ser feliz con lo que hago y con quienes lo hago. Salir de gira con estas canciones no me haría feliz, todo lo contrario. Prefiero observar, crear y aportar lo que pueda en otros proyectos. Me gusta salir de gira, pero como músico de banda. Ya no me agrada ser quien está al frente, no creo que lo vuelva a hacer, la verdad. Puedo capitanear discos, proyectos bonitos en los que me dejo todo el esfuerzo que soy capaz de poner, pero me estoy convirtiendo en un auténtico anacoreta. Cada vez más. Está bien así, intento ser feliz así, tranquilo y poco ambicioso.

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