FONDO DE CATÁLOGO
«Propulsado por unas guitarras que se cruzan, se baten y marcan el paso de un trabajo fantástico»
Fernando Ballesteros regresa tras el primer álbum de estudio de los australianos. Un trabajo que nació con grandes expectativas pero se quedó a medio camino del éxito en ventas. No así del reconocimiento y el recuerdo.
Radio Birdman
Radios appear
TRAFALGAR RECRODS, 2003
Texto: FERNANDO BALLESTEROS.
A los Radio Birdman les ocurrió lo que a muchos otros grupos influyentes en el rock and roll de las seis últimas décadas. Y es que su historia, o al menos el primer capítulo de ella, el que a la postre terminaría dejando su huella en las futuras generaciones, fue visto y no visto. Y, sobre todo, no muy escuchado que digamos. Nacidos en Sidney, en 1974, se disolvieron apenas cuatro años más tarde, dejando una obra maestra, otro gran álbum grabado y aún no publicado cuando decían adiós y, por encima de todo, un legado que iba a ser más y más reconocido con el paso de los años.
Su sonido era una brillante y airada reacción a todo aquello que dominaba el cotarro al comienzo de los setenta. En palabras de Deniz, su guitarrista, algo así como «post hippie blues eléctrico». Una realidad incluso en Australia, donde la cosa había decaído mucho y apenas quedaba rastro de la interesante escena rockanrollera que había germinado durante la década anterior.
Pioneros del punk en Australia
Detroit está muy presente en Radios appear, claro que sí. Lo que aquí se escucha tiene mucho del high energy de la ciudad del motor, de la que procedía Deniz, pero como todo lo que viene de Australia en cualquier época, y dentro de la música popular, el acabado tiene un extra, algo especial, una nota distintiva. Es complicado de explicar, pero ocurre. Así que, más allá de referencias tantas veces leídas, el sonido de los Birdman era muy personal y en esa personalidad arrolladora de la banda se inscriben, por ejemplo, los aires surf de ese vibrante homenaje a la serie Hawaii 5-0 que es “Aloha, Steve & Danno”.
Avanza Radios appear con rotundidad, propulsado por unas guitarras que se cruzan, se baten y marcan el paso de un trabajo fantástico. La euforia de “What gives” la corona un estribillo para gritar con fuerza, van sin rodeos igual que en “Non stop girls”, otro pildorazo rápido y certero; aunque, si hay que hablar de dar en la diana, me tengo que remitir a “Do the pop”. Me atrevo a decir que, tras escuchar estas tres canciones, es imposible no haber comenzado a amar a Radio Birdman.
Pero hay mucho más, porque no iban a piñón fijo con su particular visión del punk rock que explotaba en todo el mundo. Por eso, “Man with golden helmet” les aparta de la inmediatez, para dar paso a los Birdman más expansivos y ceder protagonismo a los teclados, igual que ocurre en “Love kills”.
“Murder city nights” retrata los peligros nocturnos de la ciudad y es rápida e inmediata con una energía punk también presente en “Anglo girl desire”, mientras que “Hand of law” cuenta con uno de los estribillos más destacados del disco, sin llegar a la categoría de himno, distinción que aquí queda reservada a “New race”.
La edición australiana se abría con toda una declaración de principios: la versión del “TV eye”, de los Stooges. La de Sire, para el resto del mundo, contaba con una gran revisión vitaminada del “You’re gonna miss me”, de los 13th Floor Elevators. De todas formas, muchos disfrutamos por primera vez del disco con la versión cedé que ya, a mediados de los noventa, incluía ambas versiones.
Lo que estaba presente en toda la obra era el trabajo espectacular de las guitarras de Tek y Chris Masuak quienes, con Warwick Gilbert al bajo, Ron Keeley a la batería y PipHoyle en los teclados, le ponían un marco difícilmente mejorable a las melodías que, unas veces entonaba y otras escupía, un frontman del carisma de Rob Younger, puro nervio que recordaba –y lo sigue haciendo– a las formas de un Iggy Pop con algo menos de peligro. Con todas estas armas, debutaban en largo y lo hacían precedidos de cierta fama, la que les había proporcionado el epé Burn my eye. Por eso, no es de extrañar que la prensa australiana especializada recibiera con entusiasmo Radios appear.
Trafalgar lo puso en circulación en su país y Sire en el mundo unos meses más tarde. Las expectativas -a estas alturas, creo que ha quedado claro- eran muy altas y no fueron satisfechas ni de lejos. Apenas unas miles de copias despachadas e incertidumbre sobre el futuro. El inmediato, para ellos, fue hacer las maletas rumbo a Europa donde girarían con los Flamin’ Groovies. Ese viaje europeo les iba a servir, además, para grabar la que tenía que ser la continuación de su debut. Los Rockfield Studios, en Gales, fueron el escenario elegido para registrar las canciones de Living eyes, el disco en cuestión. Sin embargo, los que llevaban las riendas en Sire les dieron boleto y la primera consecuencia de esa decisión es que se quedaron sin dinero para pagar el estudio. Por eso, por la falta de pasta para pagar, las cintas con lo que habían grabado quedaron retenidas y el álbum no pudo llegar al público cuando estaba previsto.
Sin éxito y sin contrato. El adiós de Radio Birdman
Sin vender lo que muchos habían augurado y sin sello discográfico, los ánimos empezaron a flaquear hasta que, unos meses después, tomaron la decisión de separarse. Living eyes saldría finalmente en 1981, a través de Warner, pero a esas alturas la banda era historia. Una pena porque habían grabado un muy buen disco.
Los miembros de Radio Birdman han estado inmersos en mil proyectos desde entonces. Younger y Tek, unieron sus fuerzas al guitarrista de los Stooges, Ron Asheton y al batería de MC5, Dennis Thompson, dos de sus héroes en New Race, casi nada. Sin embargo, lo más destacado de la historia tras los primeros Birdman fue, sin duda, The New Christs, con los que Rob editó un primer disco como Distemper sencillamente magistral. Y con sus idas y venidas, muchas veces derivadas de las penurias económicas, Younger le ha dado forma a una obra que, para muchos de sus fanáticos – y yo aquí también levanto la mano- supera a la de los propios Birdman.
La separación de los autores de Radios appear, en 1978, tampoco fue definitiva. Para ellos también ha habido idas y venidas. La primera reaparición tuvo lugar en 1996, para girar por Australia y, cinco años después, Sub Pop editó el recopilatorio The Essential, una muy buena puerta de entrada por la que accedieron al grupo muchos de los que se terminarían convirtiendo en su nuevo público, el que les ha visto en sus sucesivas reencarnaciones siempre con Deniz y Rob al mando.
De vuelta al estudio un cuarto de siglo después
Y no solo ha habido reapariciones en directo, de hecho, en 2006, dieron el paso de volver al estudio para grabar un nuevo disco. Una decisión que suele disparar los niveles de preocupación entre la parroquia de un grupo que, como era el caso, llevaba tanto tiempo sin hacerlo. ¿Estarían a la altura? La respuesta fue Zeno beach (2006) y lo cierto es que el álbum era más que digno. Los fans podían, primero, respirar tranquilos y, pasado el apuro, disfrutar de unas cuantas buenas canciones, alguna de las cuales incorporaron a su repertorio de directo.
En 2018, y con motivo del estreno del documental sobre la banda Descent into the maelstron, nos visitaron por última vez, al menos de momento. Y una cosa está clara, cualquier excusa será buena para volver a verlos sobre un escenario.
–
Anterior entrega Fondo de Catálogo: Relax (2003), de Piratas.