Quique González: Le mata, pero le necesitan

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“Ahí están los coros de Ortega, de Nina y de David, que nos remiten a los setenteros Crosby, Stills, Nash & Young, con el Wurlitzer empujando y esas guitarras limpias y luminosas”

 

Abril, julio y diciembre. Quique González pasó este jueves por la capital para presentar por tercera vez –por quinta noche, en realidad– “Me mata si me necesitas”, el mejor disco del año según los redactores de Efe Eme. Arancha Moreno cuenta cómo lo vivió en el Palacio de Deportes de Madrid.

Quique González
Wizink Center, Festival Cultura Rock
29 de diciembre de 2016

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: J. PEREA.

 

Cuatro de las últimas siete noches las hemos pasado en el Palacio de Deportes. Allí nos hemos enredado en el hipnotismo de Iván Ferreiro, en el espectáculo sin fuegos artificiales de Coque Malla, en la capacidad para levantar al público de M Clan. Sorprende cuán diferentes son unos conciertos de otros, siendo en un mismo escenario y partiendo de un mismo estilo. También aprendes a distinguir los públicos de uno y otro, y hasta los sentimientos que despierta cada grupo o artista. Hoy le toca el turno a Quique González, como parte del Festival Cultura Rock. Es la tercera vuelta de la gira de “Me mata si me necesitas” en Madrid, ha tocado ya cuatro noches en su ciudad, y con la quinta despide el año en el Ring del WiZink Center, preparado para un aforo de 5.000 personas. No hay duda de que se la juega más que otros, pero también sabe qué público tiene enfrente: uno que nunca se cansa de compartir canciones y emociones con él. Son fieles desde hace tiempo y cada vez que él los convoca, van.

Ya sabemos cómo se baja a la pista, dónde están las barras y cómo se pasean entre el público las mascotas cerveceras con su chirimbolito luminoso. Cuando miramos al escenario, también reconocemos el decorado: ahí están la cabina inglesa, las nostálgicas farolas antiguas, la ventana enmarcada en la pared de ladrillo donde se traslucen las siluetas de unos ladrones. Quique ha decidido llevar a Palacio el mismo montaje que ha portado el resto de la gira, porque la ambientación y el decorado lo ha cuidado desde el primer concierto. Aún hay alguien que se sorprende y se ríe cuando oye cómo suena el teléfono de la cabina, y nadie contesta, pero entre el tercer y el cuarto tono irrumpen en escena los Detectives: Edu Ortega (violines, mandolinas, guitarras), Pepo López (guitarras), Edu Olmedo (batería), Alejandro “Boli” Climent (bajo), Nina (voces y coros) y David Schulthess (Hammond, Wurlitzer y teclados). El último en aparecer es el jefe de la banda, que luce chaleco y camisa, el pelo algo más largo y una sonrisa que encierra las ganas que tiene de empezar a tocar.

 

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“‘¡Muy buenas noches amigos! Es precioso tener esto. Vamos a intentar dar el mejor concierto de nuestra vida»

 

Cuando suena ‘Detectives’ percibimos el gran trabajo vocal que ha hecho con su banda. Ahí están los coros de Ortega, Nina y David, que nos remiten a los setenteros Crosby, Stills, Nash & Young, con el Wurlitzer empujando y esas guitarras limpias y luminosas. El madrileño se palpa el corazón cuando quema, en esos versos que encogen de la preciosa ‘Se estrechan en el corazón’, y empuña la guitarra con más intensidad en ‘Sangre en el marcador’, en la que interpreta una de las últimas estrofas a guitarra y voz antes de seguir con un festín celta. Quique ya no encaja tanto las palabras donde debe, canta más relajado y se deja llevar. “¡Muy buenas noches amigos! Es precioso tener esto. Vamos a intentar dar el mejor concierto de nuestra vida”, promete, antes de presentar a esa chica que trabajaba en el Shadows “y ni siquiera era buena camarera”. Nina da unos pasos al frente, como Quique los dará atrás para dejarla cantar y acaparar las miradas: le toca el turno a la siempre celebrada ‘Charo’.

A pesar de lo grande del recinto, el sonido nos llega con limpieza. Y el público sabe callar absolutamente cuando la canción lo reclama, como sucede con ‘Cerdeña’. No mezcla fuego y gasolina: de la balada pasa al medio tiempo de ‘La fábrica’, y sin giros bruscos sube un peldaño más hacia ‘Tenía que decírtelo’, con ese solo de mandolina eléctrica (¡sí, se puede!) que nos regala Ortega mientras Nina deja que su voz coja más garra en los coros. Nos están preparando para lo que viene: invitan a “una auténtica leyenda del rock and roll” que a Quique le pone “la carne de gallina”. Es Enrique Villarreal, El Drogas, que sufre algún enredo con su bastón y los cables al entrar, pero que no da más traspié que ese. Se encarga de cantar, de principio a fin, uno de esos temas que podría haber firmado él mismo, ‘¿Dónde está el dinero?’. Y la canta con su voz cavernosa, con rabia, usando su bastón como una metralleta que nos dispara a todos, al público y al propio Quique, que –consciente o no– se echa hacia atrás en algún momento mientras disfruta de tocar la guitarra junto a él. Los dos se funden en un abrazo muy ovacionado. Lástima que los fotógrafos no puedan trabajar más que en las tres primeras canciones, por no cazar momentos como ese.

 

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“El Drogas canta con su voz cavernosa, con rabia, usando su bastón como una metralleta que nos dispara a todos, al público y al propio Quique”

 

La temperatura de la sala ha subido cuando llega ‘Te lo dije’, tan country, tan Nashville, y el público da palmas mientras el vocalista se adentra en esas “siete casas encendidas, siete campanas de corazón”. Hay bailes de guitarras cuando interpretan ‘Avería y redención’, y alguna de esas divertidas patadas al aire que regala Quique en plena euforia. Esperen, un momento: ¿un órgano de iglesia dando paso al fantasmal ‘Like a prayer’ de Madonna? No, no se alarmen: es el comienzo de la fabulosa ‘La ciudad del viento’, donde hay una calle que lleva tu nombre, “pero no la encuentro”, reinterpretan un grupo de chicas veinteañeras cantando a gritos. Tampoco es ‘Sweet Jane’ lo que viene a continuación, es la revisitada ‘Salitre’, que tanto disfrutamos en sus múltiples vidas, ni el público deja de cantar. Su autor se calla para escuchar la magia, y retoma feliz dirigiéndose a su banda: “¡Esos chicos!”, grita. El único Quique que no veremos hoy es aquel que tocaba solo, pero qué bien está en compañía de los suyos.

Si algo puede criticársele a la noche, quizá sea un repertorio muy parecido al que ofreció en el Circo Price en julio, teniendo en cuenta que muchos de los presentes repiten hoy. Hay excepciones, porque esta vez no caen ‘Kid Chocolate’, ni ‘Por caminos estrechos’, ni ‘Tarde de perros’, ni ‘Pequeño rock and roll’. Sí notamos cambios en la interpretación, nuevos matices. Hay momentos que no querríamos cambiar por nada, como ese trío que forman Quique a la guitarra, Edu al violín y Nina a la voz para interpretar ‘De haberlo sabido’, haciéndose de nuevo con el silencio de toda la sala. Ella cierra los ojos y canta con las manos hacia delante, como queriendo coger otras manos, pellizcar algo, revolver corazones.

 

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“Nina cierra los ojos y canta con las manos hacia delante, como queriendo coger otras manos, pellizcar algo, revolver corazones”

 

“¿Hay algún pasiego por ahí?”, pregunta Quique antes de ese folk norteño que es ‘Ahora piensas rápido’. Nina se ha fugado brevemente del escenario, pero Los Detectives han regresado. Y con todos juntos de nuevo llega la canción dedicada a Madrid, ‘Orquídeas’, con ese póster a la nueva estrella en el que vuelve a señalar a Nina, agradecida pero tímida ante tal derroche de cariño. La siguiente sorpresa es un invitado que “mañana toca aquí, con mi hermano Leiva”, anuncia Quique, que pide un fuerte aplauso para su socio César Pop. Su compañero de letras y aventuras entra rasgando una guitarra imaginaria y ambos cantan desatados esa canción que han escrito juntos, ‘Relámpago’. Cuánta química y disfrute en el escenario, cómo fluye.

El efectivo dúo formado por Quique y Nina se reparte las estrofas en ‘No es lo que habíamos hablado’, porque la detective cada vez forma más parte del show. Ahora llega el silencio, y el foco que ilumina al músico mientras canta y toca ‘La casa de mis padres’, y se traba un instante después de “necesito un as y una herradura”, porque algún nudo sigue sujetando los versos que le dedica a sus padres ausentes. De la emoción más pura a la furia, de la voz quebrada y el lamento soul a los guitarrazos que cortan el aire. Quique se cae, se levanta y deja el escenario.

 

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“Cuántos recuerdos nos devuelve esa imagen con la guitarra bajo el brazo y la armónica al cuello, cuando tocaba en Galileo para unos pocos cientos”

 

A los 17 años, Ortega “tocaba como Dios ya”, recuerda Quique sobre el pasado de su violinista, al que conoció cuando acompañaba a Los Problemas de su admirado amigo Enrique Urquijo. “Le vi aquí hace muchos años desde una esquina, me acuerdo mucho de él todos los putos días de mi vida”. Así entra la acústica ‘Aunque tú no lo sepas’ rematada con el sentido violín de su compañero, recordando a alguien que fue importante para ellos y para muchos de nosotros.

‘Backliners’ suena para dedicársela a su equipo técnico, parte de la feliz familia que conforma la banda, y se cuelga la armónica para continuar con ‘Clase media’, una canción “de la que salieron todas las demás”, aunque no esté en su último disco. Cuántos recuerdos nos devuelve esa imagen con la guitarra bajo el brazo y la armónica al cuello, cuando tocaba en Galileo para unos pocos cientos. Esas noches que tocaba solo, o se acompañaba de Carlos Raya, o de Edu Ortega, o tal vez de Jacob Reguilón, y se batía el cobre con un puñado de canciones que nos hacían volar tan lejos. Esas noches en las que soñaba con noches como esta. Ahora ‘Kamikazes’ ya no es la canción acústica que dio nombre a su cuarto disco, es otro tema eléctrico, revisitado, reconstruido, reinterpretado por el Quique de 2016. Y encaja.

La banda se marcha para volver por última vez con ‘Parece mentira’, otro guiño más a “Delantera mítica”, y se prepara para dar otro paso más atrás, hasta “Daiquiri Blues”. “A mis padres les hubiera gustado verme aquí esta noche, así que va por ellos”, confiesa con sentimiento. Es ‘Su día libre’.

 

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“De la emoción más pura a la furia, de la voz quebrada y el lamento soul a los guitarrazos que cortan el aire. Quique se cae, se levanta y deja el escenario”

 

Los brotes de emoción están repartidos por todo el concierto, pero Quique se reserva otro empujón para el final, y anuncia que viene un invitado espectacular, miembro de “una de mis bandas favoritas, ejemplo de curro, de talento, de buen hacer, de compañerismo”. A mitad de ‘Y los conserjes de noche’, le releva en la voz David Ruiz, de La M.O.D.A., y el madrileño aprovecha esa otra guitarra más para bailar con su armónica, que acaba tirando entre el público de las primeras filas.

“Nos vamos a despedir con ‘Dallas Memphis’”, anuncia en la recta final. David Schulthess coge el acordeón, David Ruiz sigue a la guitarra (y cantando la segunda parte) y César Pop, cómo no, aparece justo para alzar los puños en su parte favorita: “¡Ejércitos del rock rompiendo filas!”. La gente lo celebra, pero reclama una más. Quique les mira orgulloso, y se la concede. “Me siento muy agradecido por ejercer este oficio. Me dejo el corazón para el año que viene”, promete, y nos regala ‘Vidas cruzadas’. Miles de voces le acompañan, quizá porque es un clásico imprescindible de su repertorio, o porque cierra un concierto emocionante, o porque disfrutan despidiendo el 2016 con las canciones que mejor les acompañan. Con un Quique en plena forma, sin renunciar a todos los discos que le han ayudado a crecer, acústico y eléctrico, desnudo y fiero, coreable y emocionante. Volverá el verano que viene y le esperarán con ansia, porque aunque le mate, ellos le necesitan.

 

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Setlist:
1. Detectives
2. Se estrechan en el corazón
3. Sangre en el marcador
4. Charo
5. Cerdeña
6. La fábrica
7. Tenía que decírtelo
8. Dónde está el dinero (con El Drogas)
9. Te lo dije
10. Avería y redención
11. La ciudad del viento
12. Salitre
13. De haberlo sabido
14. Ahora piensas rápido
15. Orquídeas
16. Relámpago (con César Pop)
17. No es lo que habíamos hablado
18. La casa de mis padres
19. Aunque tú no lo sepas
20. Backliners
21. Clase media
22. Kamikazes enamorados

23. Su día libre
24. Y los conserjes de noche (con David Ruiz de La M.O.D.A)
25. Dallas Memphis (con David Ruiz)
26. Vidas cruzadas

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