“Este disco me abrió el camino para encontrar el tono de guitarra al que quería aspirar algún día”
A un mes de cerrar la gira «Lluvia y truenos» con McEnroe (el 20 de octubre en el Ocho y medio Club, Madrid), le pedimos a Ramón Rodríguez que se adentre en el disco que le cambió la vida. Y el alma máter de The New Raemon elige “Wish”, de The Cure.
The Cure
“ Wish ”
FICTION, 1992
Texto: RAMÓN RODRÍGUEZ.
Foto: ANNA HIERRO.
El 25 de diciembre de 1991 sufrí un grave accidente de ciclomotor que estuvo a punto de costarme la vida. Durante los tres años siguientes tuve la incertidumbre de no saber si algún día sería capaz de volver a caminar o de si quedaría cojo el resto de mi vida.
Tenía 15 años cuando el Dr. Ginebreda me dijo en su consulta que a los cuarenta me haría falta un bastón y que posiblemente tendría graves problemas con las articulaciones. Tengo 41 años y todavía no me planteo lo del bastón, pero mi pie izquierdo sí está totalmente destrozado debido a aquel traumático episodio, ese es el principal motivo por el cual no me muevo casi nada cuando estoy sobre un escenario, no es solo que sea muy torpe, hay algo más.
Un año antes de aquel accidente monté mi primer grupo con Lluís Cots y Pep Masiques, el embrión de lo que años más tarde sería nuestra banda Madee. Comenzamos a tocar motivados por nuestro amor a los discos de los Ramones y The Clash, básicamente tocábamos versiones de aquellos discos una y otra vez hasta que nos atrevimos a componer alguna nuestra.
Tras el accidente estuve dos años sin poder moverme de la cama. Entre hospitales, operaciones y dolorosas recuperaciones no pudimos ensayar durante largo tiempo; aproveché aquellos días interminables de huesos rotos y cicatrices para escuchar música en un discman Sony que mi padre me trajo de Madrid, así al menos podía estar distraído escuchando canciones y leyendo tebeos. Cada semana le hacía un encargo, él me preguntaba qué disco quería escuchar la semana siguiente, y yo le hacía una lista de dos o tres por si encontraba alguno. En esa época The Cure publicó “Wish”, el último disco que grabaron con la formación más sólida, la misma que grabó “The head on the door”. Los descubrí en esa época –1985– a través de un videoclip que vi en televisión, ‘Kiss me, kiss me, kiss me’, ‘Disintegration’ y este “Wish” del que os hablo.
Puede que “Wish” no sea tan bueno como la obra maestra anterior, ni falta que hace porque además de ser un buen disco está muy por encima de la media de cualquier otra banda y el álbum ha envejecido bien. Con este disco aprendí a tocar mejor la guitarra eléctrica, hay mucho de mi forma de tocar en estas canciones. Pasé semanas enteras escuchando “Wish” mientras sacaba las líneas de guitarra y los arpegios con una guitarra acústica Yamaha que me costó 25.000 pesetas, una guitarra que regalé años más tarde a un ex-novio de mi hermana que no la merecía demasiado, mi padre lo llamaba Harpo porque no hablaba casi nunca en las comidas familiares y razón no le faltaba. No parecía mal chaval, pero era más raro que un yogur de chorizo.
Durante 1992 estuve postrado en mi cama, con las dos piernas hechas un asco, escuchando aquel disco de forma obsesiva y abrazando las letras de Robert Smith, que siempre han tenido un halo poético y dramático muy elegante. El primer corte, ‘Open’, es una apertura de lo más inquietante, con una letra larguísima muy lograda que habla entre líneas sobre el peso de la fama y la noche, la letra empieza así :
“Realmente no sé que hago aquí.
Realmente creo que esta noche debería haberme ido a la cama pero…
Solo una copa.
Y alguna gente quiere conocerte,
creo que te gustarán.
He de decir que nos gustan, y te prometo que en menos de una hora nos iremos de verdad. Ahora, ¿por qué no te traigo otra?
Mientras tú dices hola…
Sí, di hola… ”
Tras esa descarga inicial suena el arpegio de ‘High’, una de aquellas canciones hermosas y pegadizas con un arpegio muy característico de Smith, la letra es preciosa, arranca con estos versos:
“Cuando te veo subir vertiginosamente como un milano,
por alto que esté, no puedo llegar tan alto.
El cómo te mueves, la manera en que revientas las nubes,
me hace intentar desearlo.”
En tan solo dos canciones, “Wish” consiguió toda mi atención en la primera escucha, un arranque hipnótico y una muy buena producción; muchos de los discos de The Cure la tienen.
Mientras escribo esto tengo el álbum girando en mi tocadiscos, una primera edición en doble vinilo. Mi padre me compró “Wish” en compact disc, pero un par de años mas tarde encontré la versión en vinilo tirada de precio en aquel Virgin Megastore que había en Passeig de Gràcia (ahora es otro infame Zara), la compré por 500 pesetas a modo de regalo de cumpleaños a mi novia de entonces, que no es otra que la madre de mis dos hijas. Ella ha sido tan amable de prestarme el vinilo (que conserva en perfecto estado) para poder contar esta historia.
Podría irme más por las ramas y seguir describiendo la secuencia del álbum, pero acabo de decidir que prefiero dejar eso en el aire. Me sigue gustando este disco y señalaré que contiene una de las mejores canciones del universo: ‘From the edge of the deep green sea’, eso ya justifica su escucha por los siglos.
Al principio comenté que no es el disco más redondo de The Cure, eso no significa en absoluto que sea un mal álbum (es un disco de The Cure, ya quisieran muchos un disco flojo como los suyos, que alguno hicieron después). A “Wish” tal vez le sobre la canción ‘Wendy time’, curiosamente algunos descartes de las mismas sesiones de grabación son superiores a ella, como el tema inédito ‘Scared as you’, que estaba en la cara b del precioso single ‘A letter to Elise’, una de las canciones más hermosas del álbum.
Este disco me abrió el camino para encontrar el tono de guitarra al que quería aspirar algún día. Algo de eso sigue ahí, cuando tengo una guitarra eléctrica en las manos, y me hace muy feliz que así sea.
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Anterior Punto de partida: Isa Cea (Triángulo de Amor Bizarro) y Serge Gainsbourg.