«Después de tocarlo entero con mi raqueta de tenis frente al espejo (muñequeras incluidas, por supuesto), terminé absolutamente convencido de que necesitaba una guitarra de verdad»
Dire Straits
Communiqué
VERTIGO / WARNER 1979
Han pasado once años desde la última vez que vimos a los Carrots en acción, pero han vuelto, y lo han hecho anunciando tres conciertos únicos: 15 de marzo en Zaragoza, 29 de marzo en El Prat de Llobregat y 5 de abril en el Barcelona Psych Fest. El objetivo de la banda es participar en el aniversario de dos de las salas que los vieron crecer, pero el objetivo del resto es volver a disfrutar de ellos, de su pop barroco y psicodélico de aires sixtie, y rememorar las canciones de los tres discos que nos dejaron: Savin’ chocolate coins (1999), Sunshine (2002) y All it takes is a little confidence…! (2004).
Antes de arrancar su periplo, el cantante y guitarrista Vicente Maciá “Willy”, más conocido como Pigmy, se deja caer por Efe Eme para hablarnos del disco que le lanzó a la música.
Texto: PIGMY / EFE EME.
«Bueno, antes de empezar, me gustaría decir que The Beatles están por encima de todo, pero creo que es tan obvio que prefiero hablar de otros grupos y artistas. Dicho esto, los dos primeros discos que compré fueron Graceland, de Paul Simon, y Brothers in arms, de Dire Straits, en 1987 con el dinero de mi cumpleaños. Sin embargo, este Communiqué recuerdo que lo compró mi madre en El Corte Inglés de Diagonal, en 1988. Por aquella época, un disco nuevo solía costar unas mil pesetas.
Llegué a Dire Straits a través de Brothers in arms. A mediados de los ochenta, ese disco sonaba en todas partes; todo el mundo conocía a la banda. Me encantaban los videoclips promocionales, especialmente “Money for nothing” y “Brothers in arms”, ambos con animaciones muy innovadoras para la época. También recuerdo que, con mi prima, nos poníamos “Sultans of swing”, del primer disco, e intentábamos cantarla leyendo la letra en la funda. Nos partíamos de risa porque era realmente difícil seguirla, sobre todo en la parte de «drunk and dressed in their best brown baggies and their platform soles». No hay duda de que Knopfler habla el inglés con fluidez, no necesita mentir en el currículum.
En 1988 salió Money for nothing, el recopilatorio del grupo, y ahí fue cuando se desencadenó la locura. En la funda interior aparecían las portadas de todos sus discos; era como tener el mapa del tesoro, y yo tenía que hacerme con todos. Decidí empezar por Communiqué, porque un día, mientras escuchaba “Lady writer” en el recopilatorio, me quedé paralizado al darme cuenta de que era la canción que oía cuando tenía cuatro años en casa de mis vecinos y que tanto me emocionaba. Fue una revelación. A partir de ese momento, mi amor por Dire Straits fue incondicional.
El sonido del disco y sus canciones son puro Dire Straits de la primera época. Realmente me cuesta elegir entre los dos primeros álbumes. El debut tiene un sonido cálido, como si sonara a madera, siempre me transmite esa sensación. Communiqué, en cambio, es como una continuación natural, pero con un punto más variado y un sonido más abierto y fresco, se nota que se grabó en las Bahamas.
Mis temas favoritos del disco incluyen “Lady writer”, que te atrapa desde el primer segundo con ese solo de introducción tan poderoso. “Single-handed sailor” es una joya agridulce, evocadora y melancólica. Los arreglos de guitarra en este tema son como fuegos artificiales, un verdadero catálogo de la técnica de Knopfler en estado puro, tanto en lo rítmico como en lo melódico. Los birubirus (porque no hay otra forma de describirlos) te llegan por todos lados. Además, la letra me encanta: barcos en la noche amarrados en los muelles, el ruido de las cadenas y el viento, marineros en tierra firme esperando volver a sus días de gloria… Todo con ese ambiente tan británico que caracteriza a muchos temas de la banda.
También destaco “News” y “Where do you think you’re going?”, dos de los momentos más brillantes del disco. Ambos tienen una atmósfera más relajada, pero sus finales son épicos: el primero, con ese instante en el que se queda sola la batería del enorme Pick Withers, y el segundo, con esa subida de tempo e intensidad que te deja completamente atrapado.
Communiqué fue uno de esos discos que me marcaron tanto que, después de tocarlo entero con mi raqueta de tenis frente al espejo (muñequeras incluidas, por supuesto), terminé absolutamente convencido de que necesitaba una guitarra de verdad. No bastaba con imaginarlo, tenía que sentirlo. Ese disco no solo me hizo disfrutar de la música, sino que me empujó de lleno a vivirla.
No considero que este sea el mejor álbum de Dire Straits; creo que Brothers in arms y el álbum de debut son superiores, y Making movies me parece una maravilla, con grandes clásicos de la banda. Pero a Communiqué le tengo un cariño especial. Hay algo en su sonido y en su atmósfera que lo hace único para mí.
Sigo escuchando a Dire Straits a menudo, y aún disfruto sacando sus solos y canciones. Si os pasáis por mi Instagram, lo podréis ver con vuestros propios ojos».
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Anterior Punto de Partida: Nikki García y Jeff Buckley.