Punto de Partida: Jorge Navarro (Biznaga) y The Velvet Underground

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«Un acercamiento al pop, inaudito hasta entonces y mil veces imitado después, aunque nunca superado, que aúna melodía y ruido, belleza y crudeza»

 

A partir del 7 de febrero, se embarcan Biznaga en una gira imparable por las salas de todo el país y algunos festivales, para seguir presentando su nuevo álbum, ¡Ahora! (Montrgí, 2024), uno de los más aplaudidos del año pasado. Pero hoy, Jorge Navarro, bajista de la banda, viene a hablarnos de otro disco, ese que marcó un antes y un después para él.

 

The Velvet Underground
5 compact disc set. Peel slowly and see
POLYDOR, 1995

 

Texto: JORGE NAVARRO / EFE EME.

 

«Fue un regalo de una novia cuando cumplí los 17 años. Yo estaba empezando a tener inquietudes más allá de lo que me llegaba por los canales estándar, quería ampliar el espectro musical y me dejaba caer a menudo por la tienda de discos que había en el centro comercial Larios de Málaga. Un amigo melómano de mi padre me había prestado algunos números de Vibraciones, una antigua revista de los años setenta donde había leído, entre otras muchas cosas, sobre un tal Lou Reed.

La tienda de discos, que creo que ya no existe, pero en mi memoria es enorme, tenía una zona de su escaparate reservada para lo que parecían artículos “especiales”: discos míticos, directos, cajas con material inédito o rarezas de grupos clásicos (recuerdo una caja de los Who que ponía Thirty years of maximun R&B y salían Pete Townshend y Roger Daltrey saltando). Entre todas esas cosas destacaba un artefacto que era claramente diferente al resto, una especie de pequeño monolito blanco con un plátano enorme, la firma de Andy Warhol y encima de todo eso, en letras negras, un nombre sugerente y desconcertante: The Velvet Underground.

Aún se pagaba con pesetas y no recuerdo el precio, pero sí sé que era prohibitivo para un niñato sin un duro como yo. 5 compact disc set. Peel slowly and see. Hablaba tanto sobre ello, que esa chica intuyó que si había algo que yo pudiera desear en el mundo era eso. No se equivocaba.

Este no fue el primer disco con el que me hice. Llevaba ya un tiempo iniciándome en la música rock de mediados y finales de los sesenta y primeros setenta del siglo XX, y había comprado recopilatorios de los Rolling Stones, Bob Dylan o Led Zeppelin. Al mismo tiempo, veía en la MTV donde ponían vídeos de Blur, The Verve o Placebo y antes, incluso, había comprado algunas cosas, aunque sin demasiado criterio. Tenía el mítico cassette recopilatorio Generation next by Pepsi, que tiempo después me he dado cuenta de lo que me abrió los oídos, o el Americana de The Offspring, o tantos otros de cuyo nombre prefiero no acordarme.

Pero este disco de Velvet Underground tiene TODO de especial. Un acercamiento al pop, inaudito hasta entonces y mil veces imitado después, aunque nunca superado, que aúna melodía y ruido, belleza y crudeza. Un sonido y una sensibilidad donde se mezclan píldoras de ternura despiadada, con bucles atonales y orgiásticos que sostienen en caída libre una nota más allá de los diez minutos. Versos perfectos intercalados con recitados de prosa realista y sucia. Nos referimos al OTRO grupo más influyente de la historia de la música pop. Hasta el nombre es increíble, joder. Además de poseer una estética poderosamente minimalista e icónica que fue lo que me apeló de inmediato. No sé explicarlo, pero es como si supiera que me gustaban todas las canciones antes de haber oído ninguna.

 Como he hecho trampa y en este cofre está todo lo que el grupo grabó en estudio y editó oficialmente, sin duda, sí, para mí es el mejor trabajo de la banda. Y, por supuesto, lo sigo escuchando, aunque ya todo en vinilo. La última vez fue hace un par de meses, tras la lectura del recomendable libro de Rafa Cervera, The Velvet Underground, etc».

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