«Han pasado casi cuarenta años y mantiene toda su magia. Aquel rockabilly acústico. Las escobillas de Juanra, el bajo de Diego, la acústica de Mikel…»
Cronista de la escena musical de Navarra, su tierra, colaborador de Efe Eme, entre otros medios, y autor del libro Balmoral. Loquillo, por un instante, la eternidad, editado por esta casa. Las andanzas de Javier Escorzo por la música son múltiples y variadas y, desde su rincón del norte, divisa y asiste al sonido en primera persona; por eso, cuando le preguntamos por ese álbum que le cambió la vida, a pesar de poseer unas estanterías plagadas de discos, lo tiene claro. Él mismo nos lo cuenta y, sin querer, nos remite a otro de sus libros publicados.
Duncan Dhu
Canciones
GASA, 1986
Texto: JAVIER ESCORZO/ EFE EME.
Ahondando en su amplísimo imaginario melómano, Javier Escorzo se ha decantado por Canciones, el segundo álbum de estudio de Duncan Dhu, como ese que le marcó para siempre. Y, según cuenta, la culpa la tuvo una canción: «Yo era muy pequeño, tendría nueve años. La música nunca me había llamado la atención…, hasta que escuché “Cien gaviotas”. Aquella canción me fascinó, me dejó noqueado. Me cambió la vida, en el sentido literal de la palabra. Una tarde, mi tío Alberto me preguntó que, si me gustaba tanto, por qué no me compraba el disco. Yo no tenía ni idea de qué era un disco, no sabía que podías ir a una tienda a comprarlos. Desde ese momento, no dejé de dar la murga a mis padres, mañana, tarde y noche, hasta que me dieron el dinero para hacerme con él. Debía ser ya el año 87, porque recuerdo que cuando fui a la tienda y pedí el disco de Duncan Dhu, me sacaron dos: El grito del tiempo, que acababa de salir, y Canciones. Consulté las contraportadas y me llevé a casa el que incluía las canciones que yo conocía: “Cien gaviotas” y “Jardín de rosas”. A las pocas semanas, volví a la tienda para comprar El grito del tiempo».
Tal y como relata, Canciones fue el primer disco con el que se hizo un jovencísimo Escorzo y todavía recuerda cómo fue aquel momento: «Lo compré en formato de casete en Radio Frías, una tienda que había en el paseo Sarasate de Pamplona. No llegó a mil pesetas. Todavía conservo aquella cinta en mi vieja habitación de la casa mis padres. Posteriormente lo he ido comprado bastantes veces más en diferentes ediciones de vinilo y cedé».
Sus palabras atinan todavía más a la hora de describirlo y explicar por qué, para él, este es un disco fundamental: «Tiene de especial que es un disco maravilloso, así de sencillo. Las canciones son preciosas, han pasado casi cuarenta años desde que se grabaron y mantienen toda su magia. Aquel rockabilly acústico. Las escobillas de Juanra, el bajo de Diego, la acústica de Mikel. Su aspecto serio en aquellos años tan histriónicos y coloristas. La estética que llevaban. Las letras, evocadoras y llenas de tierna melancolía. Y aquellas melodías tan irresistibles. En definitiva, y como su propio título anticipaba: las canciones. Me gustaron y me siguen gustando todas. Lógicamente, no las sientes igual con nueve años que con cuarenta y seis: ahora me parecen incluso mejores que entonces. Si tuviese que escoger una sería “Cien gaviotas”, porque es un himno y por motivos sentimentales. Cuando publiqué mi primer libro, que fue precisamente una biografía sobre Duncan Dhu y sobre las carreras en solitario de Mikel Erentxun y de Diego Vasallo, tenía muy claro que el título debía ser el primer verso de esa canción: «Hoy el viento sopla más de lo normal». En la editorial intentaron convencerme de que era mejor utilizar algo más conciso y fácil de identificar, pero yo me empeñé y al final me dejaron mantenerlo. Creo que fue un acierto, porque decía mucho sobre el grupo (fue la canción que lo lanzó al estrellato), y también sobre mí (fue la canción que me metió en el cuerpo el veneno de la música)».
Su evidente cariño a este repertorio no le impide reconocer, desde su ojo analista, descriptivo y crítico, que «creo que luego grabaron discos mejores, tanto con Duncan Dhu como Mikel y Diego en solitario. Pero también creo que ninguna de sus propuestas posteriores ha llegado nunca a alcanzar el nivel de concreción, impacto y originalidad de su etapa inicial como trío. Hay muchos grupos que han escrito grandísimas canciones, pero, si lo piensas, son muy pocos los que han aportado algo verdaderamente genuino y único a la música española. Duncan Dhu lo hizo con sus tres primeros discos».
Una banda y unos músicos que, como afirma, continúan muy presentes en su vida: «Sigo escuchando todo lo que hacen Mikel y Diego, por supuesto, son dos referentes imprescindibles dentro del rock español. Y estas últimas semanas estoy disfrutando mucho del epé que ha publicado Juanra con su nuevo proyecto, The Byrons, que me parece magnífico. En general, he seguido muy de cerca las carreras de todos los artistas que me hicieron amar la música, pero solo muy esporádicamente regreso a sus primeras obras, por lo general prefiero centrarme en el material más reciente. Alguna vez me pongo alguno de aquellos discos que me marcaron tanto cuando era un adolescente, claro. Ahí te das cuenta de por qué la música es la más inmediata de todas las artes. Te vienen a la memoria lugares, personas, situaciones… Una especie de viaje en el tiempo para el que no hace falta más máquina que las canciones».
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