Punto de partida: Germán Salto y NRBQ

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«NRBQ hacen música para bailar, sin pretensiones, para perder el control y desconectar de las miserias de la vida»

 

Según la redacción de Efe Eme, Germán Salto rubricó uno de los mejores discos de 2022, un álbum homónimo, el tercero de su carrera y el primero que canta exclusivamente en castellano. Lo suyo es, como bien indica el nombre de su sello, un Gran Salto Adelante, un constante deambular por el aire, surcando el cielo pilotando aviones —es comandante en vuelos comerciales— y tocando canciones. Es el momento perfecto para descubrir cuáles son las coordenadas musicales de este músico madrileño, cuál fue el disco que prendió el fuego que le llevó a hacer, de la música, su vida. Escoge At Yankee Stadium, de la banda estadounidense NRBQ, y él mismo nos cuenta por qué.

 

NRBQ
At Yankee Stadium
MERCURY RECORDS, 1978

 

Texto: GERMÁN SALTO / EFE EME.

 

Con NRBQ solo conozco dos posibles escenarios. El primero es que no los conozcas, y el segundo es que sea una de tus bandas favoritas. Si tuviera que convencer a algún receloso, me centraría en tres méritos: su prodigiosa capacidad como instrumentistas, su facilidad para hacer canciones memorables y que son pura diversión.

En cuanto a lo primero, representan la quintaesencia del músico elegante. No ejecutan ni una nota de más, respetan tanto los silencios como los espacios del resto y tocan pensando exclusivamente en la canción. Todas sus elecciones musicales parecen acertadas, y para colmo, cuando se tienen que poner virgueros, lo hacen sin despeinarse. No solo lo pienso yo. Keith Richards fichó a Joey Spampinato, bajista de la banda, para grabar en Talk is cheap, argumentando que era el único que conocía que tocara el bajo como si fuera un contrabajista y sonaba a aquellos discos de Chuck Berry o Little Richard que tanto le gustaban.

Respecto a las canciones, mencionaría “Magnet”, “Ridin’ in my car”,  la costelliana “It was a accident” o “I want you bad”, canción que fue mi puerta de entrada a NRBQ. De niño, mi tío Fernando me regaló una copia del State of our union de The Long Ryders y me entusiasmó. Seguí investigando en el resto de sus grabaciones y cuando topé con su versión de esta canción, donde Sid Griffin cede el protagonismo vocal a Stephen McCarthy, me quedé en shock. Era una joya de power pop perfecta, que poco o nada tenía que envidiar a las de otros grupos de renombre. Lo primero que hice fue ir corriendo a escuchar la original y he de admitir que de primeras me gustó menos que la de mis adorados Long Ryders, por el simple motivo de que era joven y un poco cazurro. Aún tenían que conquistarme estos tal NRBQ. Y vaya si lo hicieron.

Falta que explique lo de su naturaleza divertida, cualidad que a simple vista parece menor y al alcance de cualquiera, pero Terry Adams y compañía nos recuerdan con especial acierto que pretender intelectualizar el rock and roll es, salvo para unos pocos elegidos, un oxímoron. NRBQ hacen música para bailar, sin pretensiones, para perder el control y desconectar de las miserias de la vida. Por algo se dice de ellos que son la mejor banda de pub rock del mundo.

Como he comentado, llegué a esta banda gracias a “I want you bad”, por lo que lógicamente el primer disco que compré fue el que la incluía, At Yankee Stadium. Era el primero que sacaban con Mercury Records y lo encontré en cedé en una tienda de Brooklyn, Earwax. Estuve casi una semana sin escuchar otra cosa. ¿Cómo iba yo a imaginar que además de mi querida canción iban a firmar otras maravillas como “I love her she loves me”, “Yes yes yes” o “Green lights” o una fabulosa versión del “Get rhythm” de Johnny Cash? Consecuentemente me hice con el resto de sus discos y acudo a ellos con bastante asiduidad. Mi favorito sigue siendo At Yankee Stadium, no tengo claro si por motivos autobiográficos o porque simplemente es perfecto.

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