Punto de Partida: Esther Zecco, John Denver y María Dolores Pradera

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«Estos discos me cambiaron la vida, definieron mis gustos musicales —que son bastante eclécticos— y creo que influyeron de una manera decisiva en el tipo de música que hago»

 

La cantautora Esther Zecco publicaba con esta casa el pasado mes de mayo Mari Trini. Retrato de una mujer libre, la primera biografía de la inolvidable artista murciana. Un libro con el que dar a conocer su trayectoria vital, su obra, su cancionero y sus discos, devolviéndole la voz en este presente y demostrando la influencia de su legado en la historia de nuestra música. Y al tiempo que Esther continúa con su carrera de artesana de canciones y ha echado a volar estas páginas, hoy nos habla de los discos que marcaron un antes y un después para ella. Y, curiosamente, no son de Mari Trini.

 

John Denver
Poems, prayers & promises
RCA
, 1971

 

María Dolores Pradera
Canta María Dolores Pradera
ZAFIRO, 1970

 

Texto: ESTHER ZECCO / EFE EME.

 

«Mi punto de partida se remonta a las canciones que se escuchaban en casa de mis padres cuando yo tenía nueve o diez años… Es imposible seleccionar un solo disco, así que he elegido dos, un disco de los que ponía mi padre y otro de los de mi madre: Poems, prayers & promises, de John Denver (1971) y uno de María Dolores Pradera del año 1970. Crecí entre boleros y country. Aquellos discos fueron mis primeros contactos con la música y siempre vuelvo a ellos, porque en el fondo me cambiaron la vida (al menos por primera vez), definieron mis gustos musicales —que son bastante eclécticos— y creo que influyeron de una manera decisiva en el tipo de música que hago», afirma Esther Zecco rotunda y segura de sí misma.

Cada uno le aportó una visión del sonido, del arte de hacer canciones, de la vida incluso. Ella misma lo explica: «En ese disco de John Denver está la mítica “Take me home, country roads”, que además fue una de las primeras canciones que aprendí a tocar con la guitarra. La cantaba con mi hermano a dos voces, nos encantaba armonizar. Me sigue emocionando cantarla y escucharla. De María Dolores Pradera me alucinaba su voz —grave, madura, con peso—. Siempre me han gustado esas voces de mujer».

Así es como consiguió hacerse con ellos: «Mis padres siempre recuerdan que compraban los vinilos en una tienda en Segovia que estaba en la calle Santo Tomás y también en la Casa del Siglo XV, que era una tienda de antigüedades en la que también vendían discos. En los años ochenta, un elepé costaba alrededor de mil pesetas, así que había que ahorrar para la ocasión. Yo empecé a comprar música a finales de los noventa. Algunas veces eran cintas de casete —de esas que se enredaban continuamente— , pero sobre todo compraba discos en formato cedé. No recuerdo exactamente cuál fue el primer disco que compré, pero es probable que fuera el debut de Ella Baila Sola en casete. También recuerdo haber ido a la tienda con mis ahorros de unos cuantos meses para comprar el segundo disco de Amaral, Una pequeña parte del mundo, esta vez en cedé. En el año 2000, en la radio no paraba de sonar “Cómo hablar”, que es una de las canciones de la banda sonora de mi adolescencia. Me encantaba la voz de Eva —me sigue encantando—. Ahora casi toda la música que compro es en vinilo, pero empecé a comprar vinilos mucho más adelante, cuando ya tenía veintitantos años. El primer vinilo que compré fue Blood on the tracks, de Bob Dylan. Fue en una tienda de discos de segunda mano».

«Haciendo un repaso sobre la música que me ha marcado, el resumen sería que de niña escuchaba los discos de mis padres, en mi adolescencia escuchaba la música que sonaba en la radio (el pop de los noventa en España), después descubrí a los cantautores (desde Silvio a Carlos Chaouen, pasando por Sabina y otros —más jóvenes— que tenían un sonido más americano, como Quique González). Y fueron pasando los años… ¿y qué hice? Volver a los discos de mis padres: a John Denver y María Dolores Pradera. Entonces me enamoré de los setenta, que es mi década favorita en la música. Todos mis discos favoritos son de los setenta: Harvest, de Neil Young; Born to run, de Sprinsgsteen; Pink moon, de Nick Drake… Hay muchísimos discos alucinantes grabados en los setenta. Y también fue una década increíble en España, donde teníamos a Fórmula V, Pekenikes, Serrat o Mari Trini. Fíjate, yo ni había nacido, pero es la década que más me gusta, sin duda», concluye.

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