«Sonaba muy rockero y contundente pero a la vez había romanticismo en aquellas canciones, como una especie de poso melancólico y emocionante, eran sentimientos nuevos para un adolescente»
«Otra vida» es el tercer disco de Daniel Merino, cantautor rockero de Getxo con fuerte impronta de los sonidos norteamericanos. Como bien lo demuestra contándonos del disco que le cambió la vida: «American fool», de John Mellencamp cuando todavía era John Cougar.
John Cougar Mellencamp
«American fool»
MERCURY, 1982
Yo ya tenía algunos discos de los Rolling, Beatles y Burning pero éste tenía algo diferente. Mi hermano mayor lo tenía grabado en una casete que todavía conservo por ahí, lo solía poner en su habitación (yo no tenía equipo de música) y yo lo escuchaba en la puerta.
Sonaba muy rockero y contundente pero a la vez había romanticismo en aquellas canciones, como una especie de poso melancólico y emocionante, eran sentimientos nuevos para un adolescente. Fue todo un descubrimiento que me abrió las puertas de la música norteamericana. Este disco es tan especial para mí porque lo asocio a una excursión que hicimos toda la cuadrilla siendo quinceañeros y me trae muchos recuerdos. Pasamos unos días en casa de un amigo y como solo teníamos esa casete, la escuchámos una y otra vez. Tengo grabada una escena en particular de “ella” tarareando ‘Thundering hearts’ mientras poníamos a secar nuestra ropa, empapada por una tormenta, cerca de la chimenea. Dormimos todos en el salón de la casa, al lado del fuego y acabamos contando historias de miedo. Al volver a casa, completamente enamorado, me lo compré en vinilo y lo escuché muchas tardes pensando en ella. Una cuantas pagas después, adquirí a través de la revista Discoplay “Big dady”, y ahora tengo toda la discografía, pero ninguno me parece tan bueno.
Mi canción favorita es ‘Hurts so good’, el single perfecto, pero también hay otras joyas como ‘Jack & Diane’, ‘Hand to hold on to’, ‘Danger list’ o ‘Weakest moments’. Es un album que no me canso de oír, me encantan sus letras directas y sencillas pero con buenas ideas, las guitarras y, sobre todo, la inigualable voz de Mellencamp. En aquel entonces soñaba con llegar a cantar tan bien como él, sueño que no se cumplió. Cuando lo pongo en mi tocadiscos vuelvo a ser ese adolescente con granos enamorado que fumaba a escondidas en el tejado y no puedo evitar emocionarme.
–
Anterior entrega de Punto de partida: Jorge Martí (La Habitación Roja) y La Dama se Esconde.