«El dúo ha buscado lo mejor para cada canción, sin importarle qué pensarán los demás»
Eduardo Izquierdo escribe sobre los dos nuevos discos de Los Hermanos Cubero: uno dedicado al cancionero de Toribio del Olmo y otro de temas propios, en el que se acompañan de Josele Santiago, Nacho Vegas y Christina Rosenvinge, entre muchos otros.
Los Hermanos Cubero
Proyecto Toribio/Errantes telúricos
EL SEGELL DEL PRIMAVERA, 2021
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Pocos son los que dudan actualmente de que Los Hermanos Cubero son una de las formaciones más originales e interesantes que recorren nuestros escenarios. Un dúo —aparentemente y por estilo— destinado a un público poco numeroso, pero que ha sabido hacerse con sus canciones un hueco en el siempre difícil panorama de la música patria. Y eso que no se casan con nadie. Porque, si bien su nuevo disco puede parecer una leve concesión al respetable, básicamente por las colaboraciones incluidas, veremos que ni mucho menos eso se acerca a la realidad. Y es que los Cubero se marcan aquí un álbum doble o, mejor dicho, dos álbumes en uno, de ahí su doble título, y uno de ellos no precisamente fácil.
Para empezar, podemos hablar de un disco conceptual, en el que el violín se convierte en el eje alrededor del que giran todas las canciones. Especialmente las que componen el llamado Proyecto Toribio. En este repasan el cancionero de Toribio del Olmo, recogido hace 25 años en un cancionero tradicional por Xulio García. Aunque es en el segundo disco, el titulado Errantes telúricos, donde nos detendremos un poco más. Y es que en este nos presentan diez canciones dentro de su estilo, con colaboraciones de auténtico lujo y, sobre todo, más que sorprendentes. Ahí está una irreconocible Christina Rosenvinge —¿no decían algunos que Christina solo susurraba?— brillando en “La rama”, una pieza pegadiza que se engancha como pegamento a tu paladar. La preciosa “Así llegué a Granada” nos suena a algo rápidamente, y no tardamos en darnos cuenta a qué. Porque se trata de una versión del “That’s how I got to Memphis” de Tom T. Hall y que bordaría a principios de siglo el gran Solomon Burke. Evidentemente aquí suena, aunque levemente, a la Alcarria, con un magnífico trabajo instrumental de Grupo de Expertos Solynieve. Una de las joyas del álbum, sin duda.
Pocos esperarán, llegado este momento, encontrarse con la aportación de la televisiva y «triunfita» Amaia, pero lo cierto es que borda la preciosa “Efímera”, una canción magnífica que destaca no solo por su melodía, sino también por su letra. Queda claro con ella, además, que el dúo ha buscado lo mejor para cada canción, sin importarle qué pensarán los demás, anteponiendo la canción a cualquier otro tema superfluo y banal. A estas alturas no podía faltar el histriónico Rodrigo Cuevas, que hace un buen trabajo en “Llama encendida”, mientras Carmen París está espléndida en “Como mis pesares”, demostrando su enorme versatilidad vocal.
La segunda parte del disco se inicia con “Canción para un final. Canción para un principio” y Rocío Márquez dejando, y eso es mucho decir oído lo oído, la mejor interpretación femenina de todo el disco. Qué bien le sientan a su andaluza voz esos instrumentos castellanos. Una preciosidad. Hendrik Röver, por su parte, pone la vertiente algo más anglosajona a “G.U.A.D.A.L.A.J.A.R.A.”, y los Cubero la contrarrestan con maestría. Quizá de lo más curioso del álbum. Y Ara Makilian lo tenía fácil en “Matayeguas”. Partiendo del protagonismo habitual del violín en todas sus canciones, y de que él es un excelente intérprete del instrumento, ¿qué podemos esperar? Otro momento mágico, que añade algo de aroma balcánico y oriental al trabajo gracias a la interpretación del libanés. Es la única pieza instrumental de esta parte del disco, pero no desentona en absoluto.
A Nacho Vegas le sienta bien “La boda y el entierro”, y es que él ya tenía experiencia en esas guerras de sus tiempos en Lucas 15. Y para cerrar el disco, la insuperable “Problemas a los problemas” con Josele Santiago disfrutando y poniéndose al servicio, otra vez, de la canción. Elegida como tema de adelanto con acierto, es una muestra perfecta de lo que vamos a encontrar en diez canciones que se nos hacen demasiado cortas. Y cuando un disco se hace corto, suele ser por algo.