“Un productor está para ayudar al artista a sacar lo mejor que tiene dentro. A veces el trabajo solo consiste en poner los pies encima de la mesa y mover la cabeza al ritmo de los temas. Otras veces hay que tirarse al agua, cambiar la forma y la letra de las canciones, encontrar nuevas maneras de interpretar una canción”
Hace unos años pasamos por su viejo estudio, La Cabaña, para conocer mejor el trabajo de José Nortes y charlar con él en charlar con él en “Músicos en la sombra”. Ahora acudimos a él para que nos explique, de su puño y letra, cómo entiende él el trabajo de un productor. Y lo hace echándose la responsabilidad encima, porque en sus manos está sacar lo mejor del músico o grupo que acude en su ayuda.
Texto: JAVIER DE TORRES / ARANCHA MORENO.
¿Cómo explicarías la labor de un productor?
Es el responsable de que un disco sea un éxito o un fracaso artístico. Para conseguirlo todo es válido. Un productor está para ayudar al artista a sacar lo mejor que tiene dentro. A veces el trabajo solo consiste en poner los pies encima de la mesa y mover la cabeza al ritmo de los temas. Otras veces hay que tirarse al agua, cambiar la forma y la letra de las canciones, encontrar nuevas maneras de interpretar una canción. Y también ha llegado el caso de tener que encerrar al artista en el baño hasta que acabe sus letras.
¿Por qué discos te conocemos?
La verdad es que no lo sé. Unos discos te van llevando a otros. Supongo que los discos que más me han ayudado profesionalmente son “Dúos, tríos y otras perversiones” de Ariel Rot y ‘Pájaros Mojados’ de Quique González.
¿Dónde empieza normalmente tu trabajo con un artista? ¿En el local de ensayo, en el estudio…?
En el momento en que escucho los temas y ya puedo hacer alguna sugerencia, suelo hacerlo en casa. El siguiente paso es en el estudio. No me gustan los locales de ensayo, son siempre una competición a ver quién toca mas alto.
¿Intervienes en la estructura de las canciones?
Sí, siempre que crea que se pueden mejorar, por supuesto, en ese caso propongo cambios. A veces me invitan a hacerlo directamente como en el nuevo disco de Carlos Vudú y el clan Jukebox. Estupendo disco, por cierto.
¿Cuáles son tus estudios de grabación preferidos y con qué ingenieros sueles trabajar?
El estudio de grabación es tu instrumento. Es muy importante conocer bien cada rincón y lo que puedes obtener de él. Y si lo puedes construir a tu medida, mejor. Yo he tenido la suerte de hacerlo, acabo de terminar mi nuevo estudio, Black Betty, estoy feliz. La habitación principal es muy viva, con techos de siete metros y paredes de madera. Un estudio ha de ser ante todo un lugar donde sentirse cómodo. Un sitio pensado para crear, acogedor. Cuando nos pusimos a buscar local sabíamos que queríamos algo diferente. Ha sido una gran liberación dejar de tener que usar esos estudios de los años 80 de ambiente corporativo en los que veías el taxímetro contando cada minuto mientras intentabas hacer tu toma de guitarra. Pésimas condiciones para desarrollar la creatividad. Para crear hay que estar como en casa, necesitas arropo, calidez y en Black Betty lo hemos conseguido, además comparto el edificio con un espacio de creación literaria, La Plaza de Poe, es una gran combinación. La verdad es que el ambiente no puede ser mejor.
Tener un estudio propio es una gran ventaja.
Hay un “prestigioso” estudio a las afueras de Madrid donde fuimos a grabar un big band para un disco de Ariel. El batería era Danny Griffin y le encargamos la ardua tarea de tocar un shuffle a dos manos. El pobre Danny, después de la toma 28, terminó muerto y salió a tumbarse un rato en el sofá que había en el “living” y… ¡oh!, cometió la osadía de hacerlo con el ombligo al aire. El encargado del estudio montó en cólera y le dijo algo como “pero qué te has creído, que estas en el salón de tu casa”. Y esto es lo opuesto de lo que ha de ser un estudio de grabación. ¿De que sirven unas facilidades y un equipamiento maravillosos si están gestionadas por Kim Jong-Un? Es un gusto ver como algunos de mis estudios favoritos en Madrid están siendo rescatados por grandes productores como José María Rosillo en Audiomatic o Bori Alarcón en Estudios Montepríncipe.
¿Prefieres trabajar en un proyecto desde cero, con las canciones desnudas, o te sientes más cómodo trabajando con grupos o artistas que llegan a ti con un sonido definido?
Creo que la forma en la que llegan a ti los temas no es lo realmente importante. Cualquiera de las fases me sirve. Lo fundamental es que el artista sea flexible y no tenga miedo a empezar de nuevo si hacerlo fuera necesario. Una buena banda siempre tiene un sonido definido, es igual que la voz del escritor, está ahí.
“Allí estaba Miguel, la mejor voz de este país y su interpretación era increíble, sí, pero eso no hacía más que mostrar las limitaciones de aquella canción. Ya imaginaba los titulares de prensa, girando como en las antiguas películas: ‘¡Nortes destroza clásico!’, y yo haciendo declaraciones tipo: ‘Gracias por esta despedida, fue una bonita carrera mientras duró’. Pero Miguel me dijo: ‘Jose, si la canción no funciona, dejémosla y pasemos a otra cosa’. Me quedé atónito”
¿Tienes músicos habituales o de cabecera a los que habitualmente recurres cuando tienes la posibilidad de hacerlo?
Sí, la complicidad es la mejor arma. Cuando llamo a alguien no es para darle indicaciones, sino para dejarle hacer. Me gusta formar equipos con gente de distinta formación musical. La actual sección de ritmo de Fito y Fitipaldis, por ejemplo, la juntamos para un disco de Ariel Rot. Mis músicos habituales son todos multiinstrumentistas y productores con muchas cosas que aportar: Danny Griffin, Luis Prado, Candy Caramelo, Toni Brunet, Marcelo Novati… Hay que estar atento, tener los ojos abiertos y ampliar la familia, cuando veo talento no puedo evitar arrimarme a él. Últimamente he estado trabajando con David Schultess a los teclados, Manu Clavijo a las cuerdas y Juan Gomariz Lajarín a la batería. ¡Excelentes músicos!
¿Puedes destacar alguna producción en la que hayas disfrutado especialmente?
Disfruto de todos los discos que hago. Un disco es un viaje muy intenso. Durante unos meses convives con el artista codo con codo, se forma un vínculo muy definido, especial. Si tengo que destacar un gran momento quizá sea con Miguel Ríos componiendo juntos el tema ‘Cosas que siempre quise contarte’, me lo pasé muy bien. Es la banda sonora del libro de memorias de Miguel y le tengo especial cariño. Hicimos una canción muy desnuda y sincera y surgió todo de una forma muy natural.
¿Cuándo das por terminado un disco?
Cuando está en las tiendas.
¿Cuál es la mejor lección que has aprendido en un estudio?
Lo importante que es escuchar a los demás y aparcar la ideas preconcebidas. He aprendido mucho con gente fuera de serie, los mejores en su campo, como Ariel Rot. Con Ariel hay que estar siempre receptivo, si la versión no funciona él lo sabe enseguida y hay que estar listo para usar una nueva estrategia. Con ‘La huesuda’ probamos cuatro o cinco versiones con distintas bandas y nunca llegaba a arrancar. Cuanto más nos empeñábamos en adornar la canción y hacer una “producción profesional”, peor sonaba, así que al final caímos en que lo que hacía especial al tema era la forma en que Ariel lo trajo en un principio: guitarra y voz. Sustituimos la batería por unos golpecillos en una cajita de madera y… creamos el Necro Corrido, eso es producir. Estar listo para cualquier punto de giro. Miguel Ríos me dio otra gran lección.
¿Cuál?
En 2008 grabamos las bases de una versión de un tema que todo el mundo en la compañía esperaba con anticipación. Yo no tenía mucha fe. Al cabo de tres días de trabajo llegó el momento de cantar. Miguel hizo un par de tomas, allí estaba él, la mejor voz de este país y su interpretación era increíble, sí, pero eso no hacía más que mostrar las limitaciones de aquella canción, no tenía melodía y daba vueltas sobre si misma inconexa, la canción no estaba a la altura… Y yo ya me imaginaba los titulares con la prensa girando como en las antiguas películas “¡Nortes destroza clásico!” y yo haciendo declaraciones tipo: “Gracias por esta despedida, fue una bonita carrera mientras duró…”. Pero…, y ahí se ve al verdadero artista, Miguel me dijo: “Jose, si la canción no funciona, dejémosla y pasemos a otra cosa”. Me quedé atónito. Me rompió los esquemas. ¡Exacto!, me dije, sigamos adelante.
A nivel nacional o internacional, ¿qué producciones han supuesto un referente para ti? Tres ejemplos.
“Revolver”, de The Beatles (1966), “Metal machine”, de Lou Reed (1975) y “Kid A”, de Radiohead (2000).
Tres artistas españoles a los que te gustaría producir. Solo tres.
Nuevas bandas que estén ofendidas por toda la mierda que nos tiran esos programas estúpidos de televisión alimentados por pseudoartistas de turno. No entiendo cómo no salen unos nuevos Sex Pistols, de verdad, una banda que se plante y termine con todo esto. Cambiemos de tema que me altero…
¿En qué disco estás trabajando ahora?
Yo voy de cuatro en cuatro, raro es que solo esté trabajando en un disco. Estos meses estoy con Coque Malla, Luis Prado, Txetxu Altube, Morgan (una nueva banda fabulosa que traerá cola) e
Íñigo Coppel.
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Anterior entrega de Productores musicales: José María Rosillo.