“Grace Potter demostró ser algo más que la Rapunzel de la peli Disney “Enredados”, e incluso descalza recordó por momentos a la incomparable Joplin”
El New Orleans Jazz & Heritage Festival reúne este año a figuras como Van Morrison, Pearl Jam, Red Hot Chilli Peppers o Nathaniel Rateliff & the Night Sweats. En sus tres primeros días de conciertos estuvo Miguel Tébar A, que nos narra su experiencia en su particular diario del festival.
New Orleans Jazz & Heritage Festival
Nueva Orleans
22, 23 y 24 de abril
Texto y foto: MIGUEL TÉBAR A.
Toda la arritmia circadiana, el efecto de una lluvia nocturna mal prevenida en el cuerpo y un madrugón inhabitual para un festivalero español no fueron impedimento para afrontar emocionadamente uno de los encuentros musicales más atractivos del planeta, en cuanto a músicas de cuño norteamericano se refiere. La dificultad, a priori, desde que se publicaran los horarios de las actuaciones era evidente para el buen aficionado de gusto ecléctico. ¿Cómo decidir qué ver entre los 73 artistas [music makers] de media por día? Repartidos durante las ocho horas que están funcionando cada uno de los doce escenarios temáticos, que cómodamente se encuentran ubicados en un extenso hipódromo con capacidad para dar buen servicio a más de 65.000 almas diarias.
Los parámetros cuándo y dónde, unidos al deseo de ver por primera vez a uno de tus favoritos, más la incertidumbre de saber que jamás pasará cerca de tu ciudad, evita tener que tirar los dados a la hora de decantarte entre los cabezas de cartel, leyendas aún vivas y otros nombres mayúsculos, quizás no tan populares en nuestro país. Así que el resultado de las primeras tres jornadas de la presente XLVII edición, ajustando la maquinaria y con una buena planificación previa, ha resultado de nueve conciertos por tanda y tan solo la mitad de ellos disfrutados de principio a fin. Bajo un sol justiciero que elevó las temperaturas hasta casi los 30ºC –aunque las quemaduras posteriores demostraron cómo los murcianos subestimamos ciertas latitudes más sureñas– y priorizando los tres escenarios principales a las carpas específicas, nos adentramos en uno de los ‘Paraísos de la música’ sin detenernos en la inmensidad que jamás podrá ser alcanzada.
Viernes, 22 de abril de 2016
La mermada, tras el huracán Katrina, Hot 8 brass band (New Orleans brass) nos dio la bienvenida con una amplia sonrisa poco después de las once de la mañana –hora de inicio habitual–, con ese típico sabor a metal tan bien soplado que lo hace merecedor de ser patrimonio de la humanidad. Uno de los formatos que afortunadamente suele repetirse y que hace justicia a los pioneros de cualquier estilo es, por ejemplo, el denominado New Orleans classic recording divas featuring The Dixie Cups, Wanda Rouzan and Jean Knight, orbitando entre el funk y el soul. Algo así como una gran banda de músicos de sesión locales comandados por algún productor o Dj -de radio, no de música dance- dando cancha en los principales escenarios a algunas figuras ya retiradas y/o, en el peor de los casos, injustamente olvidadas.
Kermit Ruffins and the Barbecue Swingers, un cachondo vecino de NOLA conocido por cocinar a la barbacoa mientras toca –no fue el caso–, lo hizo en formato cuarteto y su propuesta de jazz y rythm and blues no sonó tan bien como ha sido la norma general hasta ahora. Eso sí, nos hizo recordar porqué el aeropuerto de la gran ciudad al delta del Mississippi se llama Louis Armstrong. Los Cowboy Mouth, liderados por un batería-cantante típicamente yanqui, demuestran cómo durante 25 años se puede hacer un repertorio de rock and roll en el que se coreen todas sus canciones. La recién independizada Grace Potter, oscilante entre el blues y el roots rock, demostró ser algo más que la Rapunzel de la peli Disney “Enredados”, e incluso descalza recordó por momentos a la incomparable Joplin. Por su parte, Michael McDonald tiene tantas canciones de pop, rock y soul tan reconocibles en el cancionero americano como los mismos The Doobie Brothers, a quienes en su momento aportó algo de soul, el saber de sus teclados y la profunda voz que aún hoy conserva intacta.
De la pequeña y energética Janelle Monae, enclavada entre el rythm and blues y el funk, todos esperábamos el primer sentido homenaje de la tarde al recién fallecido genio de Minneapolis: “Prince era mi amigo y maestro, a quien muchas le debemos lo que hacemos”. Elegir entre verla ataviada de blanco y negro, tal como viene acostumbrando desde que saliera de su papel de “The ArchAndroid” hace cinco años, y con poco material nuevo que defender a la misma hora que la gira “The Dan whoo knew too much” del grupo de trece miembros Steely Dan (soft rock) decantó la balanza hacia la veteranía. El proyecto bicéfalo, del cantante y teclista Donald Fagen junto al dicharachero guitarrista Walter Becker demuestra en directo que es una gran influencia en la música pop y por fin verlo llenando el gran escenario principal es un lujo.
Sábado, 23 de abril
Bobby Cure band & the New Orleans R&B revue featuring Clarence ‘Frogman’ Henry, Al Johnson, Robert Parker, Sammy Ridgley, and Jo ‘Cool’ Davis (classic New Orleans RnB) nos permitió escuchar en vivo el clásico original [maximun rhythm and blues] ‘Ain’t got no home’ y el himno del Mardi Gras ‘Carnival time’, motivo suficiente para comenzar temprano. El explícito Big Sam’s Funky Nation lo lidera uno de los robustos trombonistas-actores en la serie de la HBO “Treme”, esa que tanto ha ayudado a concienciar sobre el espíritu inmortal de una de las ciudades más musicales del mundo.
En la misma clave se mueve uno de los grupos de jazz funk con mayor éxito actualmente en la ciudad, se llaman Galactic y a pesar de utilizar alguna base electrónica no hicieron bailar tanto como era esperado. Sin duda el calor condensado invita a estar más estático que lo deseado. Por su parte, el rapero local Mystikal decepcionó en directo respecto a su poderosa propuesta discográfica y además fue el único impuntual de todos los vistos desde su comienzo. Una oportunidad que aprovechamos para llegar a tiempo de corear en comunidad el exitoso hit ‘S.O.B.’ de la propuesta folk y R&B de Nathaniel Rateliff & the Night Sweats. Un artista de aspecto hipster y credibilidad absoluta.
El show de dos horas y media que se marcaron Pearl Jam demostró que del ahora revitalizado grunge es mejor haberlo vivido en su momento y se ha de reconocer como positiva la madurez de un grupo incansable. Eddie Vedder tuvo el detalle de brindar con vino por Prince, recordar la influencia de NOLA en la música e invitar al futbolista de rugby Steve Gleason –símbolo de la recuperación de la ciudad y que sufre de ELA–, Nathan Followill de Kings of Leon y Josh Klinghoffer junto a Chad Smith de RHCP para tocar juntos ‘Rockin’ in the free world’, del padrino Neil Young.
Mientras, en el gran escenario secundario, ni más ni menos que el irlandés Van Morrison adaptaba al jazz en formato sexteto sus clásicos y alguna versión de clásicos americanos; Boz Skaggs (rock/blues) –quien fuera solista de Steve Miller Band– demostraba su valía no solo como guitarrista sino como grandísimo cantautor [songwriter]; y el elegantísimo Maxwell (R&B/neo soul) nos enamoraba a todos de su aterciopelada voz y sedoso colchón sonoro. A diferencia de los anteriores cuatro nombres, actuando ante una audiencia de amplia mayoría afroamericana.
Domingo, 24 de abril
Escarmentados por el sofoco de los anteriores días, comenzamos refugiándonos en la carpa dedicada al blues para saludar a Little Freddie King Blues Band, el primo de Lightnin’ Hopkins, tan llamativo en su vestuario como incondicional al JazzFest desde hace más de cuarenta años. No por ser el Día del Señor la carpa dedicada al gospel iba a descansar, más bien lo contrario. Mientras cantaban a su dios figuras del gospel y el rythm anb blues como CeCe Winans, miles de adolescentes caucásicos de clase acomodada pero con cara de pillos ocupaban el mayor de los espacios para aguardar, escuchando algunos éxitos de los 90 del siempre juvenil grupo local de rock alternativo Better Than Ezra.
Uno de los proyectos del guitarrista Tab Benoit –junto al percusionista Cyril Neville, al violinista Waylon Thibodeaux (y a otros tantos)– se llama Voice of the Wetlands all-stars (roots rock/blues), lo que vendría a sintetizar todo el estado de Louisiana en una super banda a la que faltó sumarse Big Chief Monk Boudreaux.
El honor de defender la bandera latina desde el escenario Congo Square –dedicado a las músicas étnicas y a aquellas de raíz africana– recayó en el colombiano Carlos Vives, tras la cancelación semanas antes del anunciado en letras grandes Julio Iglesias. Demostrando al frente de su numeroso combo, que la música latina de raíz también se aprecia en EE.UU. y enorgulleciendo nuestra lengua. Esa misma jornada, con un único disco que defender y todo un pelotazo titulado ‘Ex’s & Oh’s’, la joven malota Elle King (pop/rock/country) dio un buen concierto para caldear a quienes acudieron a ver al ídolo pop Nick Jonas.
Las baterías (recargables) de los miembros de Red Hot Chili Peppers bien debieran de ser copiadas por los ingenieros de la lujosa submarca Acura –su preciosa batería (instrumento) verde translúcida certeramente homenajeaba con el parche del bombo al genial trompetista Satchmo–. El repertorio es de sobra conocido y el resultado a pesar de los años es el mismo. Cualquiera pudiera creerse que el vigoréxico pacto entre Flea y Anthony Kiedis llegue a ser eterno.
Pero la vida sigue, y los referentes generacionales, por fortuna, varían. Si bien en España los artistas de rap en lengua extranjera jamás tendrán el éxito de aquellos a quien sí les entendemos las letras –parte fundamental de la canción, aunque instrumentalmente haya un abismo en las producciones–, obviamente en USA no sucede lo mismo. Un talento contemporáneo como J. Cole puede arrastrar a un inmenso público que se conoce sus historias de amor y superación de principio a fin. El homenaje al simbólico “The Purple One” estuvo implícito en la camiseta de los Minnesota Vikings que lucía.
Como broche final a esta primera parte del festival, en la carpa dedicada al jazz contemporáneo no quise perderme un par de fraseos del hombre que quizás más notas del género haya puesto en bandas sonoras, el trompetista Terence Blanchard featuring the E-Collective (jazz). Otro habitual del festival y muy admirado por realizadores como Spike Lee. Todo un placer, entre tantas óptimas propuestas.