DISCOS
«Este disco se encuentra entre lo mejor que han hecho. ¿Quién iba a decirlo? ¡Milagros del rock!»
AC/DC
Power up
SONY, 2020
Texto: JUANJO ORDÁS.
Sinceramente, no daba un duro por AC/DC. Su anterior disco, Rock or bust, fue simple y llanamente correcto, un bajón teniendo en cuenta que venían del potente Black ice. Además, Malcolm Young falleció, Phil Rudd fue expulsado de la banda y la gira casi se va al traste cuando Brian Johnson tuvo que abandonarla por problemas auditivos. Axl Rose llegó al rescate para que no hubiera que cancelar fechas y revitalizó al grupo, pero la colaboración quedó en algo puntual y nos quedamos sin saber cómo habría sido un disco con él. Al finalizar el accidentado tour, el bajista Cliff Williams decía que hasta ahí había llegado y que abandonaba AC/DC. Parecía que todo había llegado a una conclusión, a un final definitivo. ¿Qué podía hacer Angus Young? ¿Seguir adelante con unos nuevos AC/DC? De haber seguido contando con Axl como reclamo a lo mejor podría haber sido una opción. Un camino excitante, desde luego, pero parece que es algo que nunca estuvo en los planes ni del cantante ni de Angus.
AC/DC es una sociedad hermética, muy muy hermética. ¿Era entonces el silencio sinónimo de final? No, era sinónimo de secreto. Young decidió que AC/DC iban a seguir vivos, pero nada se dijo. Williams regresó, pero no se contó. Johnson y Rudd también retornaron, pero chitón. AC/DC entraron a grabar un disco nuevo y los rumores estallaron como la pólvora. Cuando se anunció la edición de Power up hacía semanas que se sabía que el nuevo disco de AC/DC estaba a la vuelta de la esquina. Pero la pregunta era la misma: ¿qué traían entre manos? ¿Un trámite en forma de disco para despedirse? ¿Algo insustancial como Rock or bust? ¿Algo anecdótico? ¿O algo realmente bueno? La respuesta es que AC/DC han lamido sus heridas, arreglado sus asuntos en privado y regresado con un bombazo de disco. No vamos a entrar a decir que Power up es su mejor disco desde tal o cual, porque hace tiempo que los bajones en su carrera son cosa rara, pero os aseguro que este disco se encuentra entre lo mejor que han hecho nunca. ¿Quién iba a decirlo? ¡Milagros del rock!
Angus se metió a escuchar los bocetos del difunto Malcolm y los suyos, y se ha traído en el viaje de vuelta una colección de canciones fascinante. Sí, AC/DC, con su arquetípica fórmula, han vuelto a fascinar. Ni el productor Brendan O’Brien ni el experimentado ingeniero Mike Fraser han redefinido su sonido (¡eso es anatema!), pero les han hecho sonar superfrescos y estoy seguro de que mucho ha tenido que ver la captación de instrumentos y la mezcla. En cualquier caso, Power up es un discazo del más alto nivel y Malcom Young ha hilado fino.
Es buen momento para evaluar nuestra relación con AC/DC, un grupo al que no pedimos nada pero a la vez pedimos todo. Necesitamos su dosis de energía en bruto, que no abandonen sus esquemas pero que a la vez nos diviertan con el mismo juego de siempre. ¡Eso tiene el mismo mérito que reinventarse, si me apuráis! Lo que ofrecen es poderío primitivo. Tan primitivo que llega a todo el mundo, llenando estadios allá a donde van. Su energía es tan básica que la entiende igual el más tonto y el más listo, atrae tanto a connaseiurs como a inexpertos, es como el agua. Todo el mundo la bebe. Eso es una grandeza, nos os quepa duda.
Abriendo el disco, “Realize” brinda nuevos coros del averno junto a dibujos de guitarra muy emocionantes en las estrofas, y en la brillante “Rejection” encontramos un puente con un gancho sutil e irresistible. No es nada nuevo, la sensibilidad pop de AC/DC se ha dejado sentir de cuando en cuando (ya sabéis, “You shook me all night long”) y vuelven a reincidir en ese aspecto con “Through the mists of time”, probablemente —y pese a la brutal competencia— la mejor de todas, un rock and roll de alto voltaje con un punto melódico muy cool, aunque curiosamente no ha sido escogida como segundo single (después de la imparable “Shot in the dark”, la siguiente elegida para hacer ruido publicitario ha sido “Demon fire”, con un guiño a la clásica “Whole lotta Rosie”, pero totalmente original).
Y es que la grandeza de cualquier disco consiste en estar bien armado de principio a fin, y en este caso lo está. No baja el nivel ni en las canciones más obvias (“No man’s land” y “Money shot”), concluyendo con “Red code”, otra de las más destacables. Madre mía, si Aerosmith grabaran algo así ahora mismo.
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