A&R
“La experiencia me ha enseñado a ver lo inútil que es hacer que un artista defienda algo que no se cree”
Son parte esencial del negocio musical, pero suelen estar alejados del foco. Javier de Torres se aventura en la tarea de presentarnos a los principales A&R nacionales, los hombres responsables de los artistas y sus repertorios. Esta semana conocemos a Portu, A&R freelance de Sony que ha trabajado con Joaquín Sabina, Rozalén, Dani Martín o Malú.
Una sección de JAVIER DE TORRES.
Javier Portugués (Portu) trabaja actualmente como A&R freelance para Sony Music, tras haber hecho escala en otras discográficas multinacionales como Warner Music y BMG Ariola y en editoriales como Universal Music Publishing. Fue miembro de Modestia Aparte (batería y cantante) entre 1987 y finales de 1992, es licenciado en Derecho y ha trabajado como músico contratado con artistas como Rosana. Bien conocido en la industria de la música, serio y locuaz, es uno de esos A&Rs con los que los artistas siempre se sienten confiados.
¿A qué artistas debutantes has ofrecido su primer contrato y qué te llamó la atención de ellos?
A unos cuantos: Dvicio, Ana Mena, Rozalén… o lo más reciente, Arnau Griso. Evidentemente, todos tienen sus peculiaridades y el pálpito con cada uno de ellos viene por un nervio diferente, pero el denominador común es ese pellizco, difícil de explicar, que te hace imaginar un mundo de posibilidades a partir de una canción. Supongo que tiene que ver en alguna medida con algo parecido al enamoramiento.
En los casos que citas, ¿necesitaste verlos actuar en directo o te bastó con escuchar sus maquetas?
En todos los casos primero escuché una demo, o vi un vídeo, y entonces debes tener inmediatamente el impulso de verlo en directo. No solo en un concierto cantando delante de público, también en un estudio de grabación, en un local de ensayo, en una comida… mirando a los ojos y conversando. Si hablamos de artistas que van a tener una exposición pública, hay que mirar dentro y ver lo que hay, porque la gente lo acabará haciendo también.
Al margen de los debutantes, ¿a qué otros artistas has fichado?
He participado en la contratación de artistas como Virginia Labuat (Virginia Maestro), Maldita Nerea, Marcos Cao (de La Sonrisa de Julia), Benjamín Prado (como coescritor de canciones para algunos artistas de Sony), Andrés Suárez, Funambulista, Efecto Mariposa… Y aunque yo no los haya fichado en absoluto, sí he trabajado con muchísimos artistas enormes de este país: Cómplices, Presuntos Implicados, La Unión, El Canto del Loco, Ana Torroja, Pereza, Estopa, Joaquín Sabina, Malú, David Otero, Dani Martín, Leiva…
¿Escuchas todo el material que recibes o solo aquel que viene recomendado por algún productor o artista de tu confianza?
No escucho todo lo que llega porque es imposible. No hay horas al día para algo así. Por otro lado, en muchas ocasiones el A&R debe ser proactivo y no estar esperando el talento que llegue en una grabación. Hay que salir a buscarlo, a los locales de ensayo, a los estudios de grabación, a los conciertos entre semana, en las listas de tendencias en internet, en los comentarios de fans en RRSS… y sí, es más fácil escuchar algo cuando te lo envía un productor de confianza, o un manager a quien conoces, o alguien de cuyo gusto tengas buena impresión. Es algo humano y lógico.
¿Prefieres preparar audiciones con el artista o escuchar las canciones en soledad?
Todos los A&R del mundo odiamos escuchar las canciones de un proyecto delante del artista por primera vez. Quien te diga lo contrario, miente (sonríe). Cosa distinta es preparar la escucha de una mezcla final o el master de un álbum, con el artista y/o el productor, donde lógicamente ya se ha pasado el previo de la selección de material y podemos centrarnos en aspectos más técnicos de sonido, arreglos, etc. Ahí sí, claro.
¿Tienes influencia en el repertorio y la línea a seguir por los artistas?
Supongo que sí, en cuanto que A&R significa “Artistas y repertorio”. Dicho lo cual, no hay dos artistas iguales. Lógicamente no desempeñas la misma función como A&R con artistas como Joaquín Sabina o Manolo García, a quienes poco tienes que aconsejar en lo artístico, evidentemente, y ofreces más un servicio de apoyo técnico, seguimiento de calendario, gestión de la producción ejecutiva, contratación de proveedores, etc, que a un artista novel que requiere más ayuda y orientación en muchos aspectos artísticos. También hay diferencia si un artista es autor de sus canciones o no, y no participas en la orientación artística de la misma forma si el músico tiene un contrato directo como tal con la compañía, o es una licencia.
¿Das opiniones contundentes sobre lo que el artista presenta, sea debutante o consagrado?
No. Particularmente soy muy cauto en mis valoraciones. No me creo en la posesión de la verdad. También soy músico y compositor. Si de verdad supiera lo que hay que hacer para vender 100.000 discos, probablemente no sería A&R. Me cuesta sentenciar y calificar a la ligera como “bueno” o “malo” algo. Las compañías para las que he trabajado me han pagado por dar mi opinión y dejarme decidir si quería apostar por algo o no. Si era que sí, me daban unos medios para trabajar en serio en el proyecto. Y eso hago. No significa que esté en posesión de la verdad. Cualquier A&R ha dejado escapar alguna vez algo que luego vendió bien, del mismo modo que cualquiera ha fichado algo que no ha funcionado. A día de hoy, no tengo noticias del ejemplar de A&R infalible.
“Esta industria sigue siendo apasionante porque el componente de la incertidumbre siempre sigue ahí”
Cuando el artista no escribe sus propias canciones, ¿cómo actúas para seleccionar un repertorio: acudes a las editoriales, te diriges a compositores que puedan escribir canciones idóneas para el intérprete…?
Hago las dos cosas. Los editores realizan una labor de scouting de autores y gestión de un catálogo de canciones inéditas entre las cuales podría estar lo que buscamos, y también, claro, el oficio te hace conocer a autores que podrían escribir aquello que queremos. Pretendo implicar siempre al artista en eso. No me creo lo de “canta esto, que ya he decidido que te va bien”. La experiencia me ha enseñado a ver lo inútil que es hacer que un artista defienda algo que no se cree.
¿Supervisas de cerca el proceso de grabación o lo dejas en manos del productor artístico encargado?
Hago un seguimiento de la producción ejecutiva de los proyectos en los que trabajo: estudios, técnicos, ingenieros, arreglistas, músicos, mezcladores, masterizadores, fotógrafos, estilistas, diseñadores… eso siempre. Luego, dependiendo del artista y del productor, me implico mucho más o me mantengo más al margen del día a día de la grabación. No hay una regla fija. Cada artista tiene unas necesidades diferentes.
¿Qué opinas de los campamentos de composición, tan en boga últimamente?
Creo en el trabajo de un equipo muy pequeño de personas, dos o tres sería lo ideal, aunque las sesiones de trabajo tengan lugar durante un par de días y con diferentes equipos trabajando por separado. Hasta ahí, reconozco que mi experiencia ha sido buena, pero no creo en el frenesí de juntar autores sin ton ni son, ni en hacer sesiones donde entra y sale gente con el parquímetro corriendo. Me parece absurdo. “Speeddating songs”. Una moda pasajera. Desconfío de un tema donde haya más de cuatro o cinco autores implicados. Estamos empezando a considerar autores y compositores a gente que dispara un loop desde una librería de sonidos comprada, con quien vaya pasando por delante de él a lo largo de un día. Peligrosísimo.
Últimamente, muchas canciones de éxito tienen una nómina extensa de autores. ¿Crees que ha perdido fuerza la figura del autor que escribe en solitario una melodía y una letra?
No creo que una cosa haga perder fuerza a la otra. Es cierto que hoy en día, a veces se ceden porcentajes de autoría a participantes en un disco que igual no son compositores ni autores en sentido estricto. Es decir, se les cede un porcentaje de la canción resultante por su aportación como arreglistas, coproductores, adaptadores, remezcladores, organizadores de la sesión de composición… incluso como coeditores encubiertos.
¿Quién elige habitualmente los singles?
El departamento artístico y marketing de la compañía, de acuerdo con el artista.
¿Puedes contarnos algún acierto o error importante en la elección de los singles que haya incidido en la carrera de los artistas con los que has trabajado?
A toro pasado, puedes confirmar cualquier ejemplo. Si el primer single funcionó, acertamos. Si no lo hizo, erramos. El artista y la compañía. Ambos. Esta industria sigue siendo apasionante porque el componente de la incertidumbre siempre sigue ahí.
¿Consideras importante que el artista grabe un álbum completo, o crees que el long play es un formato definitivamente en crisis?
Creo que ahora mismo se tiende al single. Al epé como mucho. En lo personal, espero que eso cambie de nuevo, porque soy un enamorado del elepé. No digo que una obra tenga que ser necesariamente conceptual, pero prefiero una serie completa a un capítulo, aunque sea autoconclusivo. Me gusta la idea del álbum como unidad de trabajo en la música pop y rock.
¿Algún artista que te haya dolido perder porque firmó por la competencia? O porque se fue a la autoedición.
Creo que una de las mejores cantantes del Planeta Tierra es NOA. Al menos, es mi preferida. Tuve el honor de trabajar en un disco menor de su carrera (“Noapoles”, edición en España). No me lo podía creer. Soy muy fan. Demasiada miel para unos labios que tuvieron que ver cómo se iba después de un resultado comercial muy discreto y un fin de licencia con la compañía que se limitó exclusivamente a ese disco que, como digo, era un álbum de transición, sin pretensiones.
De todos los discos en los que has intervenido, ¿cuáles son los que te gustaría recordar?
Trabajar con Malú te marca, porque la intensidad y la pasión que se pone en sus obras implica una carga de emotividad que va mucho más allá de lo profesional. “Guerra fría” por ejemplo, de 2010, es uno de los recuerdos imborrables. Apuesto a que ella piensa lo mismo de ese disco. O su nuevo álbum “Oxígeno”, que ha supuesto muchísimo trabajo, muchos viajes, mucha música… También algunas joyas perdidas que deberían salir a la luz, como el “Agua y luz” de Gala Évora, o el “Océano Caos” de Marcos Cao. O este último “Cuando el río suena…” de Rozalén, que marcará un hito también en la música española, ahí lo dejo. El “Dual” de Funambulista (una de las colecciones de temas más redondas y brillantes que he escuchado jamás), el “Es un secreto… no se lo digas a nadie” de Maldita Nerea, o “La montaña rusa” de Dani Martín que grabamos en Abbey Road… y cómo no: “Lo niego todo” de Joaquín Sabina, producido por Leiva. Con todos esos discos y muchos más que me estoy arrepintiendo de no mencionar, uno concilia mejor el sueño.
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