Por tu boca, de Sintónicos

Autor:

DISCOS

«Trece rodajas de pasión en forma de pop elegante y enérgico, con bases de nueva ola y espíritu actual»

 

Sintónicos
Por tu boca
ROCK INDIANA, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Se han hecho esperar. Y mucho. Tanto, como diez años en los que nos han dejado huérfanos de su exquisito pop de guitarras y sus melodías atrayentes, acariciantes. Para los devotos de la nueva ola, son el maná. Cierto, no revelan ningún sonido que no se conozca, pero lo hacen con tal claridad que parece que lo estrenen ellos, que inventen unas guitarras claras, unas voces que tocan las fibras de la emoción y la energía, que discurren por ambos mismos raíles.

Sintónicos está en la órbita de Rock Indiana, así que se ajustan a los patrones de esa discográfica y marca con ese sello trece rodajas de pasión en forma de pop elegante y enérgico, con bases de nueva ola y espíritu actual. Si acaso, ese espíritu que antes —ufff, antes son diez años— rememoraba a Elvis Costello, Rockpile y los Romantics, se ha dulcificado un tanto, ha metido en el catálogo la balada, la música ligera, e incluso un regusto a americana que no le sienta mal. Pero sigue, sobre todo ello, sonando muy actual. Un ejemplo: “Uno a cien” comienza con un riff más acústico que el resto del disco y con un empaque clásico, de principios de los setenta, un aroma a Módulos o a Los Ángeles; pero que también tiene que ver con grupos como Los Estanques o El Buen Hijo. Más de lo que parece.

Cercanas al mundo al que nos tenían acostumbrados son “Bajo el aguacero”, con un delicioso riff de guitarra que ya apunta que nos vamos a enfrentar a un pop melódico, de guitarras con armonías gentiles e historias de amores urbanos, herederas de Mamá, Los Secretos o Los Hermanos Dalton. También “Sótano con vistas” —de paradójico título—, que va desarrollando un crescendo hasta que el estribillo cierra perfectamente la estrofa. Ocurre también en “Hilo rojo”, con un leve aire country en la guitarra, donde recuerdan las sensaciones de la juventud, con el estribillo perfectamente resuelto. Aquí está todo el pop español: los sesenta, los cantautores melódicos de los setenta, la nueva ola, el power pop de los noventa…

Esos cantautores de los setenta están muy presentes en “Me dejé marchar”, deudora también de esas canciones tan sentimentales que hacía Miguel Gallardo —y es un elogio—, con almíbar que no empalaga y coros necesarios. También con el tono de la música ligera de los setenta se presenta “Codo con codo”, y tampoco es empalagosa, sino refrescante, y recuerda un poco a la escuela de Los Beatles, decir que es prima de “A taste of honey” es decir poco. Y el pop de esos grupos de finales de los sesenta se puede observar en “Un final inacabado”, cercana por ejemplo a Los Pasos, y llena de artesanía y maestría en los coros. La balada, y muy sentida, es “Universos”, con un precioso solo de puente, a la manera de los de George Harrison.

Hay más canciones, bellísimas. Está “Tres de tres”, melancólica, con una guitarra muy slow y un leve crescendo atractivo y acogedor; “Tres trazos”, un puente con un solo de guitarra excepcional; y la maestría total al construir melodías y llevarlas a la práctica de “Tras el diván”, con sus palmas y sus arreglos imaginativos, dentro de patrones convencionales, claro. Como patrones convencionales tiene, aunque apartada del resto, “Dr Doctor”, pantanosa y bluesera a la manera de Dr Feelgood, con guitarras sucias que hablan de una fórmula secreta de confort, igual que el “Doctor Robert” de los Beatles, presentes, como vemos, en todo el disco, también en el inicio de “Por tu boca”, la que cierra el disco y le da título.

Solo hay que ver la portada para ver que es música urbana —que tiene muy presente la ciudad, no que sea trap reconvertido— y letras muy deudoras de la ciudad, que también la ciudad es ocupada por el buen pop de guitarras, no solo por la electrónica.

Anterior crítica de discos: Live at Wembley Stadium, de Blur.

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