Pop. ¡No me quito esa canción de la cabeza!, de Luis Bustos

Autor:

LIBROS

«Un libro divertido y de sonrisa amplia»

 

Luis Bustos
Pop. ¡No me quito esa canción de la cabeza!
¡CARAMBA!—ASTIBERRI, 2019

 

Texto: César Prieto.

 

Si algo tiene de interesante conversar sobre la historia del pop es que esta puede calibrarse en diversos tonos: el anecdótico, el serio, el divertido, el extravagante… A veces, incluso, todos se pueden dar la mano a la vez, y entonces la conversación deviene más jugosa. Es lo que consigue, en forma escrita y de cómic, Luis Bustos, dibujante versátil que ha publicado en diversos medios y formatos y cuenta también con media docena de novelas gráficas. Para que se hagan una idea los poco afines al mundo del cómic, ha colaborado en ocasiones en El Jueves.

Así que aquí toma el mayor icono de cualquier rockero que se precie —el formato de elepé, que en este caso sería un 10”—, para anunciar en la galleta diez temas —aquí son motivos, no canciones— que giran sobre los triunfos y miserias, lo dramático y lo risible, del mundo de la música moderna. La ironía ante todo, pero sin desdeñar emocionarse o ver la innovación donde esta salta. Pinchemos el primer corte de la cara A, ahí lo tenemos: “Canciones de amor y sexo”. Un divertido ensayo con viñetas y los artistas más tórridos, entre ellos Jim Morrison, Tina Turner y Julio Iglesias, para que vayan viendo el enfoque. Y canciones, y parejas, de John y Yoko a Pimpinela.

De golpe aparece la rebeldía: punk, hip hop y folk. La otra historia del rock, la de la revuelta juvenil; las drogas y su influencia en estilos y músicos y los diversos formatos de reproducción. La música popular se hizo pop cuando se pudo grabar, y aquí repasa desde el omnipresente vinilo hasta los errores de la industria como el minidisc. Acaba esta cara con la música electrónica, desde las vanguardias a lo inclasificable.

Pasemos a la cara B. Cuatro canciones que se inician con lo bizarro, no tanto los sumideros de la extravagancia con ínfulas sino géneros vanguardistas y mostrencos que dejan atónito, de The Residents a piezas que estarán sonando hasta 2999. Después, la música global o cómo sonidos y géneros se empapan de los de otras tierras en cauces que corren de aquí para allá hasta conformar géneros que mezclan lo inasimilable. Y para concluir, dos temas épicos: los directos —con especial atención a los festivales— y el gran timo del rock and roll.

Pero es que siendo, con todo, un libro divertido y de sonrisa limpia, es más que eso, es un repertorio de más de doscientas canciones, que se pueden descargar como listas de reproducción. La hora escasa de diversión que proporciona el libro se completa así con días de ilustrada e ilustrativa música.

Anterior crítica de libros: Johnny Cash, de Robert Hilburn.

 

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