FONDO DE CATÁLOGO
«Es una grabación airada, enfadada, oscura y retorcida, con abundante mala leche»
Siniestro Total
Policlínico miserable
BMG – ARIOLA, 1995
Manel Celeiro nos lleva hasta 1995, un trabajo revolucionario dentro de la discografía de Siniestro Total, ya sin Miguel Costas y con un claro giro en las letras y el sonido, más endurecido.
Texto: MANEL CELEIRO.
La ciudad portuaria de Vigo fue uno de los centros neurálgicos de la cultura y el arte tras la finalización del lóbrego periodo de la dictadura franquista y los vientos de apertura alentados por la llegada de la democracia y por las enormes ganas de recuperar lo perdido por parte de unas generaciones ansiosas por ponerse al día y tratar de equipararse con el resto de Europa. En sus húmedas calles y en sus concurridos garitos se fraguó una escena musical efervescente y creativa que tuvo hermanamiento posterior con la tan traída y llevada Movida madrileña. Pero dejemos a Alaska y sus compinches ahí, que esto va de otra cosa. Surgieron un montón de bandas relevantes que se afiliaban a diversos géneros y estilos con una enorme crisis económica como telón de fondo. Eran los años de la reconversión del sector naval y los índices de paro estaban por las nubes. Uno de esos grupos llevaba por nombre Mari Cruz Soriano y Los Que Afinan Su Piano. Tras tan llamativo apelativo se escondían unos jóvenes punks tan irreverentes como cachondos que se cambiaron el nombre por el de Siniestro Total tras el incidente automovilístico conocido por todos. La leyenda viguesa acababa de nacer.
Insolentes y repletos de lozana frescura, rápidamente se hicieron con un buen número de seguidores y se posicionaron bien en el panorama de la música nacional. Su desparpajo sobre las tablas y discos como ¿Cuándo se come aquí? (1982), Siniestro Total II El regreso (1983), Menos mal que nos queda Portugal (1984), Bailaré sobre tu tumba (1985), De hoy no pasa (1987), En beneficio de todos (1990) o el directo Ante todo mucha calma (1992) hicieron el resto. Después del citado álbum en vivo, cuya edición coincidió con su mayor cota de popularidad, se fueron por primera vez a Memphis para trabajar con el reputado productor Joe Hardy, un tipo en cuyo currículo hay nombres como ZZ Top, Alice Cooper, Ry Cooder, Billy Joe Shaver, Replacements o Steve Earle. En esa etapa, el grupo atravesaba por algunos momentos de tensión y su dirección musical ponía énfasis en dar más protagonismo a su pasión por el blues y el rock más potente. Made in Japan (1993) surgió de esas sesiones y fue el último en que participó Miguel Costas, uno de los miembros más importantes del combo.
Tras la marcha de Miguel y reestructurados en cuarteto, Julián Hernández (guitarra y voz), Javier Soto (guitarras), Segundo Grandío (bajo) y Ángel González (batería) vuelven a Tennessee para ponerse otra vez en las manos de Joe Hardy y registrar Policlínico miserable, uno de los discos más controvertidos de su carrera. Un disco realmente revolucionario dentro de su discografía, no solo porque el abandono de Costas los dejaba sin uno de sus compositores y una de sus voces más características, sino por el cambio en las letras de las canciones —más rebuscadas y plagadas de referencias diversas — y el notable endurecimiento de su sonido, hay riffs que rozan el hard o el metal (“Del muslo de Júpiter”) y por el tono funkoide de la sección de ritmo. En “Depende”, el tema de apertura, se aprecia la influencia de combos como Red Hot Chilli Peppers en los patrones de batería y en las líneas de bajo.
Es una grabación airada, enfadada, oscura y retorcida, con abundante mala leche, que no recibió una gran acogida pero que un servidor escuchó mucho en el momento de su salida al mercado, ya que conectaba en cierta manera con los sonidos de aquellos momentos, ya saben, aquello llamado crossover, esa mezcla de metal, punk, funk e incluso hip hop que sonaba por todas partes en los primeros noventa. Es quizás demasiado largo, algo reconocido por el propio Julián en algunas declaraciones, una duración excesiva que lastra un poco el resultado final y, pese a ese cambio (parcial) de traje sonoro, el espíritu insolente de los gallegos sigue ahí, no hay más que escuchar “España se droga”, “Jóvenes, puros y castos” o “El regreso del hijo del zombie Paco” para comprobarlo. El boogie y el blues se agarran con fuerza a las guitarras de “Volanteiro cabrón” o “El as para matar el tres”, y la ciudad de Nueva Orleans deja su poso en “Doctor Juan”, el nada velado homenaje que le hacen al insigne Doctor John.
Resumiendo, un trabajo que marca un antes y un después en la carrera de los vigueses y que avanza el camino que habían decidido tomar a partir de aquel momento. Un camino en el que se sintieron más músicos que nunca y que, en mi opinión, nos ha proporcionado muchos momentos de satisfacción musical. Distintos a su primera etapa, pero igualmente disfrutables.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Spiderland (1991), de Slint.