OPERACIÓN RESCATE
«Música soul por significado, porque sale del alma. Blues por sonido, por su sencillez. Y country por esencia, por su espíritu. Raíces»
Nos detenemos en 1997 para recordar el debut del músico estadounidense Jas Mathus junto a His Knockdown Society, uno de los discos de raíces más interesantes de la década. Por Eduardo Izquierdo.
Jas Mathus & His Knockdown Society
Play songs for Rosetta
MAMMOTH RECORDS, 1997
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Si servidor tuviera que elegir únicamente diez discos de rock de raíces norteamericanas hechos en la década de los 90, Play songs for Rosetta sería uno de ellos. Y es que bajo el nombre de Jas Mathus se esconde el gran Jimbo Mathus, y detrás de His Knockdown Society se encuentran los hermanos Dickinson, de North Mississippi Allstars.
Para el que no conozca a Mathus (¡pecado mortal!), solo recordar que es el líder natural de aquellos Squirrel Nut Zippers que nos volvieron locos en los años 90 y que regresaron hace bien poco a la palestra, aunque sin apenas miembros originales. Tres apuntes rápidos: Mathus es licenciado en filosofía, es un apasionado de la alquimia y una de las personas que más sabe de roots music de este mundo. Hace solo unas semanas ha editado su último trabajo discográfico, Incinerator, y en los últimos años ha trabajado con gente como J.D. Wilkes, Valerie June o el legendario Buddy Guy.
«Rosetta Patton fue mi niñera en Clarksdale. Cuando me enteré de que era hija de Charlie Patton le hice Play songs for Rosetta para ayudarla económicamente», me aseguró el compositor en una entrevista que mantuve con él a principios de esta década. Esa es la historia que se esconde detrás de este Play songs for Rosetta, de 1997. Un disco de 10 que tiene el objetivo de ayudar a pagar las facturas médicas de la hija de uno de los ídolos de Jimbo después de un derrame cerebral.
Perfecto de principio a fin. Desde sus temas propios hasta sus versiones, con especial atención en este terreno a ese “Keep your hand’s off her” de Lead Belly. Música pasional y apasionada, tocada con la sensación del que está viendo ensayar a la banda de su primo en un trastero o en un garaje. Con el mismo espíritu que The Band y Dylan en la casita rosa. Haciendo el trabajo sucio, el que nadie quiere. El de rebuscar en el pasado para encontrar los sonidos del presente. Y lo hace acompañado de Luther y Cody Dickinson a las guitarras, del Blind Melon Glenn Graham a la batería, de su compañero en los Zippers Stu Cole y de gente de los Mississippi’s Gut Bucket.
Slides por un tubo, washboards, armónicas, banjos… Música soul por significado, porque sale del alma. Blues por sonido, por su sencillez. Y country por esencia, por su espíritu. Raíces. Me encanta lo que leí en el foro de la revista Relix sobre él: «Si eres un amante de la música, compra este disco. Si eres un fan de los Squirrel Nut Zippers, compra este disco. Si estás cansado de lo rancio de la nueva música, compra este disco. Si quieres algo viejo realmente nuevo, compra este disco. Y si tienes algo de dinero de sobra, me compras una copia a mí también. El mío está rayado». Que sean dos.
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Anterior entrega de Operación rescate: Bizarro (1989), de The Wedding Present.