«Mientras esté aquí quiero hacer todo lo que me permita mi cuerpo»
El histórico líder de The Only Ones, Peter Perrett, publicará The cleansing (Domino) el 1 de noviembre, acompañado por músicos de The Smiths, The Jesus and Mary Chain o Fontaines D.C. Sobre el pasado, el presente y el futuro habla en esta charla con Carlos Pérez de Ziriza.
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Fotos: STEVE GULLICK.
Estuvo prácticamente desaparecido durante años, a punto de no contarlo por su adicción a las drogas, pero Peter Perrett (Londres, 1952) ha cogido carrerilla y en los últimos siete años ya tiene tres álbumes nuevos a su nombre, tras dos décadas de silencio. El legendario líder de The Only Ones, creadores de una de las dianas más inmortales del pop de siempre (“Another girl, another planet”, 1978), me atiende por teléfono desde su casa de Londres, recién llegado de una visita promocional a Madrid con la que vender la bondades de The cleansing (Domino /Music As Usual, 2024), un nuevo álbum doble que prolonga esta suerte de inesperadísima segunda juventud creativa, para el que ha contado con la colaboración de Bobby Gillespie (Primal Scream), Johnny Marr y Carlos O’Connell (Fontaines D.C.). Lo presentará el próximo 28 de febrero en Barcelona (Upload), el 1 de marzo en Valencia (16 Toneladas) y el 2 en Madrid (El Sol). La suya es la voz de un superviviente en mayúsculas.
Estuviste más de veinte años sin completar un álbum, y en los últimos siete ya llevas tres, y este con nada menos que veinte canciones. ¿Cogiendo carrerilla para recuperar el tiempo perdido?
Si, recuperando el tiempo perdido, en cierto modo. Me desperté de un largo sueño de años y decidí que aún había cosas que me divertía hacer, y mientras esté aquí quiero hacer todo lo que me permita mi cuerpo.
¿Obedecen las veinte canciones a un intento de mostrar todos los registros posibles de tu música? Aquí hay rock, baladas al piano, alguna canción con ritmo electrónico…
No, fue un afortunado accidente. En un principio no tenía pensado hacer un álbum de veinte canciones, sino escribir diez y publicarlas. Pero durante el confinamiento por el Covid tuve un ligero descarrilamiento, digamos. Estuve treinta días en el hospital. Estando allí, me rompí la cadera, y eso me obligó a pasar seis meses de rehabilitación, aprendiendo a caminar de nuevo. Escribí más canciones, y al final del todo me di cuenta de que tenía demasiadas para un solo álbum. Normalmente las acumulo para publicarlas más adelante como descartes o rarezas, pero las cosas se desarrollaron de distinta forma a mis dos discos anteriores, en los que mis dos hijos, Peter y Jamie, tocaban el bajo y la guitarra, y además Jamie producía. El tiempo se alargó e hizo que la familia se ampliase con vecinos y amigos, que se implicaron, y algunas de las canciones que no habían cobrado su forma inmediatamente fueran adoptadas por ellos. Carlos O’Connell [Fontaines D.C.], por ejemplo, completó los arreglos de tres canciones. Llegó un momento en el que no podía descartar ninguna. No quise dejar ninguna fuera. No digamos ya diez. Y decidí que se quedaría en veinte. No le pedí permiso a Domino Records [risas], se lo presenté así. Y afortunadamente Laurence Bell, el fundador del sello, que es de esas personas dentro de este negocio a quienes les gusta de verdad la música, me dio el visto bueno.
«Cuando nos reunimos los Only Ones en 2007, estaba enganchado a las drogas y no me sentía capaz de dar lo mejor»
En cualquier caso, en la nota de prensa del disco comentas que ahora te sientes más involucrado en todo el proceso creativo, menos distraído por factores ajenos.
Bueno, en los años setenta, cuando formamos The Only Ones, mi objetivo era, sobre todo, divertirme. Pasarlo bien. La música era algo que me acompañaba. No trabajaba de verdad, en el sentido tradicional del término. Aparecía por el estudio, me lo pasaba bien y la música salía. Ahora, después de todos los años que pasé en la más pura soledad, estoy mucho más centrado porque aprecio el mundo que me rodea y cómo puedo funcionar en él de la mejor manera. Lo que me mantiene entero es la música. Es terapéutica. Es lo que más disfruto, más que nada. Y todo resulta más fácil cuando no tienes distracciones. Cuando eres joven te acechan múltiples distracciones, y no piensas en el futuro, solo en el presente. Eres impulsivo, no piensas en las consecuencias de lo que haces. Ahora atesoro cada día. La música que hago será la lápida de mi tumba. Algo de lo que sentirme orgulloso.
¿Crees que tus hijos han aprendido esa lección?
Mis hijos tuvieron una educación bastante disfuncional, eso les afectó. Pero creo que han aprendido de mis errores, afortunadamente. Son personas muy equilibradas. Hicieron posible mi renacimiento creativo porque fueron quienes más me animaron a volver a la música y a ocupar mi tiempo con ella. Jamie es mi guitarrista favorito, Peter es mi bajista favorito. Estoy orgulloso de ellos. Jamie me ayuda con la escritura de algunas canciones. Aunque me siento culpable de que hayan seguido mis pasos, porque el entorno ahora es muy duro para que los músicos jóvenes encuentren su lugar en el negocio. Apenas un uno por ciento de los músicos triunfa, los demás se limitan a sobrevivir. Pero así es la vida del artista. Y la vida en general. El mundo es un lugar muy extraño ahora, pero hay que intentar no deprimirse.
Quizá pasar por Babyshambles también les sirvió para saber lo que no querían.
Bueno, solo estuvieron tres meses, al principio. Todo el mundo sabe que las drogas estaban a la orden del día, pero a ellos no les gustaban porque lo habían visto antes ya en casa. Nunca les pareció algo glamuroso ni inteligente, así que cuando les echaron de Babyshambles fue un alivio para ellos, en cierto modo. Se tomaban la música más en serio que todo aquel caos.
Se habla también en la información de este álbum sobre el ejemplo que te supuso ver a Johnny Cash en los estertores de su carrera, dando lo mejor de sí mismo hasta el final.
Cuando nos reunimos de nuevo los Only Ones en 2007, para unos conciertos, yo aún no estaba bien, estaba enganchado a las drogas y no me sentía capaz de dar lo mejor de mí mismo, y esa es la razón por la que no grabamos nada. Y eso es algo que solía decir en las entrevistas en aquel tiempo: creo que Johnny Cash había muerto unos años antes, y aunque no era un gran compositor, tenía una voz icónica, muy reconocible. Creo que “Hurt”, su versión de Nine Inch Nails, fue la canción más emocionante que grabó nunca. Y hacer eso al final de su vida me parecía un ejemplo en positivo de que la buena música también puede provenir de gente mayor. Fue una referencia, porque yo en 2007 no estaba en condiciones de hacer nada nuevo. Me llevó diez años más poder estar en condiciones de hacer un nuevo disco. Muy poca gente es capaz de crear sus mejores obras al final de su vida, y superar lo que hicieron de jóvenes. Yo me retiré a los 28 años y desaparecí. Hice discos para mí mismo, aunque siempre es gratificante saber que tienes seguidores que te recuerdan, incluso hijos de esos seguidores que crecieron con tu música. Es bonito contar con la aprobación y la validación de la gente, pero al final todo esto se trata de que escribir canciones es mi forma de comunicarme lúcidamente con el mundo, porque mi cabeza no funciona como debería y a veces me voy por las ramas y me cuesta expresar lo que quiero decir en una conversación. Pero puedo hablar con una voz única en un disco.
«No pretendo revolcarme en el fango, prefiero ver la parte divertida de las cosas»
Algunas letras del disco tratan sobre asuntos como la muerte, el suicidio y la depresión, pero no quiere ser un trabajo pesimista.
No, escribo sobre cosas personales que me han ocurrido. La primera canción, “I wanna go with dignity”, trata obviamente sobre la depresión, el suicidio y la eutanasia, pero con humor. No pretendo revolcarme en el fango, prefiero ver la parte divertida de las cosas, supongo que tiene que ver con mi condición de superviviente, que tiendo a detectar el humor en los asuntos más oscuros. Mi mujer y yo a veces nos miramos y nos reímos: si ves lo absurdo de la vida moderna… todo ser humano acaba torturado [risas], esta es una batalla constante contra la demencia que nos rodea. Un absurdo que resulta entretenido. Y las cosas oscuras que podrían ser tristes también son entretenidas. Intento dar con interesantes y estimulantes formas de describir las cosas. Y convertirlo en algo positivo, en lugar de negativo.
¿Crees que tu legado como músico está vivo en manos de artistas más jóvenes?
Bueno, una de las cosas que me dio un objetivo claro con este disco es la ayuda de amigos y vecinos. Y ocurrió de un modo muy orgánico, porque ni siquiera pensé que contaría con colaboradores. Llamé a Carlos [O’Connell], se pasó por casa y como es un tipo tan entusiasta, tan apasionado por la música, se implicó y tuvo una gran confianza en mí desde el principio. Luego se lo pedí a Bobby Gillespie, que vive al girar la esquina, y somos amigos desde hace tiempo. No quise imponerles nada ni que se sintieran obligados, ni utilizar nuestra amistad para que me hicieran un favor. Todos se sintieron honrados de participar. Es maravilloso que dos miembros de The Smiths y The Jesus and Mary Chain, las dos mejores bandas de los ochenta, y el segundo de ellos además líder de Primal Scream, una de las mejores de los noventa, y el guitarrista de Fontaines D.C., mi banda favorita de este siglo, se implicaran. Es muy halagador.
La última vez que te vi en directo, en Madrid en 2017, formaban también parte de la banda Lauren Moon al teclado y Jenny Maxwell al violín. ¿Siguen?
Lauren [Moon] está en el disco, tocando la batería en una de las canciones. Vendrá de gira. Jenny [Maxwell] dejó el grupo porque fue madre, y echaremos de menos su violín eléctrico en la gira, pero estas cosas pasan.