La historia de la música pop española está plagada de episodios canallas, de indignidades y ninguneos verdaderamente vergonzosos. Todos conocemos casos de músicos talentosos que llevan años en el dique seco, sin posibilidades de dar a conocer su obra, almacenando canciones en un cajón porque no encuentran quien les edite un disco. Este bien podría ser el caso de Pepe Robles, un creador de sobras conocido y con enorme experiencia a sus espaldas: durante un tiempo formó parte del grupo Los Ángeles, luego lideró a los Módulos (sí, los de «Todo tiene su fin», la canción fija en el repertorio de Medina Azahara. Y los mismos cuyos vinilos alcanzan precios de escándalo en el mercado del coleccionismo), para, por fin, en 1981 formar dúo junto a Teddy Bautista. Experiencia que dejó un sólo disco, Radioactivo (publicado aquel mismo año y jamás reeditado), y que se truncó a las puertas del segundo LP.
Desde entonces, desde 1981, el silencio. Nunca más se supo de Pepe Robles, una de las voces más reconocibles del pop español. Ahora, 26 años después de aquella experiencia junto a Bautista, Pepe Robles acaba de publicar su primer disco en solitario, titulado simplemente como él, Pepe Robles (editado por Factoría Autor). Un trabajo en el que lo primero que destaca es el perfecto estado en que se conserva su característica voz, y en el que se decanta por un pop tranquilo de influencias jazzísticas (sobre todo en las guitarras), en sinuosas y elegantes canciones de corte acústico con letras, en muchas de ellas, de otro genio oculto y maldito, el gran Pedro Ruy-Blas.
En breve, publicaremos una entrevista con Pepe Robles, en la que esperamos repasar toda su trayectoria artística. Sirva esta breve noticia como reclamo para recomendar efusivamente la adquisición este disco.