DEUVEDÉS
“El lanzamiento ayuda a contextualizarles como gran banda de rock estadounidense, lejos de sus orígenes grunge asociados a Seattle”
Danny Clinch
“Pearl Jam: Let’s play two”
UNIVERSAL
Texto: JUANJO ORDÁS.
Lo bueno de un lanzamiento como el documental “Let’s play two” de Pearl Jam es que ayuda a contextualizarles como gran banda de rock estadounidense, lejos de sus orígenes grunge asociados a Seattle. Y aunque el derecho a renegar del pasado existe y es legítimo (se diga lo que se diga), ellos no van por ahí, sino hacia su establecimiento como fenómeno musical. El director Danny Clinch se ha mostrado como un aliado válido a la hora de recontextualizar a Pearl Jam en anteriores ocasiones (dirigió el concierto documental “Immagine in Cornice”) y ahora lo hace capturándolos en Chicago, asociándolos al fanatismo del cantante Eddie Vedder por el béisbol y los Chicago Cubs, erigidos campeones. Y funciona con lógica, precisamente porque Pearl Jam son eso, una gran banda de rock yanqui. Con su moral y ética, pero grandes y yanquis al fin y al cabo.
La banda sonora de “Let’s play two” obra independientemente del film, recogiendo piezas interpretadas durante esas dos noches en la ciudad del viento, con un guiño tan necesario como la inclusión de ‘All the way’, el tema que que Vedder compuso para los Cubs en su día. Hay que aceptar que, en su día, Pearl Jam maduraron de golpe y puede que durante un espacio de tiempo envejecieran prematuramente, pero a la larga, la espontánea maniobra les libró de convertirse en un cliché de cantante acelerado y canto generacional. El ya lejano “No code” (1996) dejó al mundo preguntándose por qué de pronto unos treintañeros actuaban como si tuvieran quince años más de los que les correspondían, una pregunta aún más intensa durante el recorrido de “Yield” (1998), “Binaural” (2000) y “Riot act” (2002), una época que distó mucho de cualquier rejuvenecimiento, pero hoy día resulta interesantísima y ayudó a crear poso rompiendo todas las reglas del rock and roll. Curiosamente, sí se adhirieron a una, y fue el homólogo “Pearl Jam” (2006) el disco que les centró espacio temporalmente. Y de ahí a la luna y a la historia de la música popular.
El relato es bastante más épico de lo que parece, con mucho corazón. “Let’s play two” lo recorre con gozo. Tanto que dos clásicos como la “zeppeliniana” ‘Given to fly’ y la seminal ‘Jeremy’ sorprenden por aceleradas, incluso ‘Go’, ya de por sí animal, en esta ocasión enseña los colmillos más que nunca, babea como animal poseso, al servicio del deformado sentido de la melodía de Eddie Vedder. Su canto es una bestia bella a la que nos hemos acostumbrado, pero hay que recordar lo original que es su enfoque. Toma los puntos cardinales de la brújula, y luego la golpea para ver qué pasa y cuánto tardan las agujas en volver al punto de partida, en reconducirse al norte con su voz como comentarista de la jugada. Así hasta diecisiete temas que incluyen la oda deportiva y originalmente cara B ‘Black, red, yellow’, un precioso inicio con ‘Low light’ (quizá demasiado escondida en el repertorio del grupo) y ‘I’ve got a feeling’, de los fab four.
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Anterior crítica de DVDs: “Mi vida entre las hormigas”, de Ilegales.