«No creo en Dios, ni en nada que ningún cristiano me pueda decir. El marxismo sigue siendo fundamental en mi manera de vivir, pero, para ser honesto, en estos momentos me siento más atraído por la anarquía contra el estado»
Ideología y rock. Un binomio que conforma el ideario de Paul Heaton, ex Housemartins, y ex Beautiful South. Ahora anda su camino en solitario, y así actuará el próximo sábado en Madrid. César Campoy lo entrevista.
Texto: CÉSAR CAMPOY.
Casi tres décadas después de iniciar su carrera profesional, sigue estando considerado como uno de los «enfants terribles» de la industria musical británica. Bien sea con los míticos The Housemartins, bien sea con los superventas The Beautiful South, bien sea en solitario, Paul Heaton no ha cesado en su empeño de hurgar en la herida del viejo imperio; de tratar de dinamitar los pilares y las conciencias de la Albión más timorata. Ahora, mientras trabaja en la que será su cuarta criatura en soltería, visita España a partir de una única fecha, la del 1 de octubre, para sumarse a los actos de celebración del quinto aniversario de la madrileña Wurlitzer Ballroom. Una cita ineludible para chequear el momento en que se halla una de las voces más carismáticas e inconfundibles del pop anglosajón de las últimas décadas.
La peculiar (por negada) relación que ha venido manteniendo el españolito medio con la lengua inglesa ha hecho posible que, a día de hoy, todavía sean muchos los que piensen en The Housemartins, únicamente, como en aquellos simpáticos muchachos que, en la segunda mitad de los 80, se lo pasaban en grande a partir de pizpiretos vídeoclips, curiosos pasos de baile y frescas y desenfadadas melodías. La sorpresa llegaba cuando alguien decidía prestar atención a las letras de la práctica totalidad de sus composiciones. ‘Get up off our knees’, ‘Sheep’, ‘Think for a minute’, ‘Freedom’, ‘The people who grinned themselves to death’, ‘Bow down’, incluso la celebérrima ‘Happy hour’ tenían un objetivo en común (de ahí que frecuentaran los mismos derroteros ideológicos que referentes como Billy Bragg o The Style Council): despertar conciencias en una Gran Bretaña todavía bajo el yugo de Margaret Tatcher. En apenas cinco años de carrera, Paul Heaton, Stan Cullimore, Norman Cook (más tarde, reconvertido en Beats International, Freak Power y el exitoso Fatboy Silm) y Hugh Whitaker (posteriormente sustituido por Dave Hemingway) publicaron tres elepés oficiales, el imprescindible «London 0 Hull 4» (1986), «The people who grinned themselves to death» (1987), y el doble (recopilatorio, rarezas y caras B) «Now that’s what I call quite good» (1988), además de una cantidad ingente de sencillos y maxis, entre ellos, el aclamado ‘Caravan of love’, interpretado íntegramente a capela, que les catapultó hasta el número 1 de las listas y les dio a conocer en medio mundo.
Aquellos The Housemartins (aupados en la elegantísima y particularísima voz de Heaton) sorprendieron a propios y extraños al dar rienda suelta, sin ningún tipo de prejuicio, a sus innumerables referentes musicales: pop, punk, R&B, gospel, soul… En sus directos eran capaces de combinar composiciones propias con versiones de The Clash, The Isley Brothers, y rematar la faena con un sorprendente ‘Rap around the clock’: «Sí, probablemente, en aquella época mostramos muy claramente todo lo que nos interesaba. Además, Norman había comenzado a escuchar rap muy pronto, gracias a John Peel [conocido pinchadiscos, locutor y periodista británico]», afirma un Heaton que se muestra rotundo cuando se le pregunta sobre si se arrepiente de algo cuando mira hacia atrás: «Sí. De la mitad de las cosas tontas a capela que hicieron The Housemartins, aunque no demasiado de la parte musical».
Plantear una conversación con este agitador artista resulta complicado. Demasiados temas a tratar. ¿La música? Por supuesto, pero también (y sobre todo) cuestiones ideológicas. Las bases filosóficas de The Housemartins se fundamentaron en tres preceptos básicos, para muchos, difícilmente combinables: Cristianismo, Marxismo y Fútbol. «Take Jesus-Take Marx-Take Hope» rezaba su lema. Casi 25 años después, ¿en qué cree Paul Heaton? «Nunca me consideré cristiano, sino que ciertos mensajes de la Biblia influyeron en mí. No creo en Dios, ni en nada que ningún cristiano me pueda decir. El marxismo sigue siendo fundamental en mi manera de vivir, pero, para ser honesto, en estos momentos me siento más atraído por la anarquía contra el Estado». Pero, todavía hoy en día, mucha gente sigue pensando que comunismo y cristianismo tienen mucho en común: «Sí, ambos tienen bastantes cosas en común, y pienso que, en estos tiempos en los que prima la avaricia de los banqueros y las medidas innecesarias de austeridad a las que el FMI ha llevado a los gobiernos, creo que acabará habiendo una mayor alianza entre feligreses y aquellos que se encuentran en la extrema izquierda». De aquella época perduran melodías inconfundibles y letras absolutamente incendiarias («Paupers will be paupers, bankers will be bankers, some own pennies in a jar, some own oil tankers (…) Don’t shoot someone tomorrow that you can shoot today, time to end the praying, listen what they’re saying, get up off your knees»). Cuando se le pregunta a Paul si aquellos mensajes siguen vigentes y si sigue identificándose con ellos, es claro: «Absolutamente».
«La sociedad capitalista nos recompensará con (si insistimos) una sanidad pública, algunos derechos fundamentales, el ocasional derecho al voto democrático… pero nunca dejará de lado el sistema bancario que nos controla»
BIENVENIDOS AL BELLO SUR
El grupo vivía uno de sus momentos más álgidos de popularidad cuando anuncia su separación: «Demasiados jefes para tan pocos indios», afirmaron en aquel momento. Nada de malos rollos. Para quienes nunca habían decidido estar en esto por el dinero, la disolución no es más que un punto y aparte en sus vidas. Cullimore se sumerge en el universo didáctico infantil, Cook enfila su exitosa carrera como auténtico «killer» de las pistas de baile, y Heaton y Hemingway deciden embarcarse, junto a Sean Welch, Dave Stead y Dave Rotheray en un nuevo proyecto que bebe de un pop mucho más sofisticado: The Beautiful South. Su legado: Una docena de LPs y más de 30 sencillos, en poco menos de 20 años. Su prestigio en el Reino Unido, hoy por hoy, es indiscutible. A partir de trabajos tan recomendables como «Welcome to…», «0898 Beautiful South», «Blue is the colour», «Quench» o «Gaze», y temas como ‘Song for whoever’, ‘Love is…’, ‘Bell bottomed tear’, ‘My book’, ‘Old red eyes is back’, ‘Especially for you’, ‘Don’t marry her’ o ‘Dumb’, y un obsesivo cuidado por el diseño de sus portadas y libretos, el grupo atesora una increíble colección de discos de platino, y el dúo compositor formado por Heaton y Rotheray acaba convirtiéndose en el segundo más exitoso en la historia de las listas de éxito británicas tras el formado por Lennon y McCartney.
Todo ello, además, huyendo de los parámetros tradicionales de la industria, y a partir de un posicionamiento claro en contra de aspectos de la sociedad como los productos musicales prefabricados, la violencia machista y los clichés sexistas, la globalización, el militarismo o el conformismo. Tanto muchas de las letras de The Beautiful South, como las intervenciones públicas del propio Heaton, siguieron (y han seguido) levantando ampollas en los sectores más tradicionalistas británicos. ¿Se considera Paul Heaton un líder de opinión?: «Bueno, no realmente. Si pincharan mis discos en las radios inglesas, podría ser. Pero no lo hacen. Hay demasiadas fuerzas conservadoras en la radio inglesa», asegura con ese punto de ironía y acidez, marca de la casa, y no sin falta de razón, ya que algunos temas y portadas de la banda llegaron a toparse con clarísimos casos de censura. Después de tantos años y tanta batalla, ¿nunca ha pensado en tirar la toalla? [Ríe] «¿Por qué? Me encanta ser el único músico en Inglaterra que no da coba a la sociedad».
Muestra de esa persistencia es la cosecha que Heaton ha venido cultivando en solitario. Se estrenó en 2001, cuando todavía funcionaban The Beautiful South, con «Fat chance», bajo el seudónimo de Biscuit Boy (a.k.a. Crackerman), un meditado trabajo que reúne alguna que otra perla emotiva (‘Proceed with care’). Ya alejado del bello sur, finiquitado, según él, por un problema de discrepancias musicales y tras llegar a la conclusión de que los últimos trabajos tenían demasiado en común, ha seguido dando rienda suelta a su vertiente más personal. «The cross eyed rambler», editado en 2008, es una buena muestra de pop rabioso (‘I do’), melodías digeribles (‘Mermaids and slaves’), o cánticos de camaradería y taberna (‘The ring from your hand’). Más reciente es «Acid country» (2010), un lúcido (quédense con ‘Welcome to South’, ‘The ladder’s bottom rung’, ‘Life of a cat’ o ‘Even a palm tree’) y elaborado tratado a modo de exorcismo contra los fantasmas y demás traumas y males que afectan a la sociedad británica («A country of contradictions, with its heart and soul pulled out, we’re a fountain of useless knowledge, in a 30 year long drought», reza el tema que da título al disco), precisamente ahora que vivimos tiempos de incertidumbre y cierto conformismo ante la sensación de que no se vislumbra cambio alguno en el modelo económico que nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos: «La sociedad capitalista nos recompensará con (si insistimos) una sanidad pública, algunos derechos fundamentales, el ocasional derecho al voto democrático… pero nunca dejará de lado el sistema bancario que nos controla».
Paul Heaton sigue tirando con bala, y se mantiene firme en algunos aspectos como el de la necesidad de pagar impuestos («Proud to pay taxes, proud to help others», es uno de sus lemas). En este aspecto también se ha mostrado muy combativo y abiertamente crítico con otros compañeros de profesión, como los mismísimos U2, envueltos en una seria polémica cuando, tiempo atrás, se descubrió que los de Bono decidieron mover, la mayor parte de su facturación, de Irlanda a Holanda. ¿Actitud hipócrita? «Puedes definirlos como hipócritas, o también como a mí me gusta: como un acto de absoluta codicia. A algunos miembros de la comunidad musical les gusta cantar canciones sobre una ‘War on poverty’ [una de las campañas contra la pobreza con las que el líder de U2 se identifica], mientras ellos incrementan, hábilmente, su avaricia personal. Como dice una de mis canciones: ‘Libra la guerra contra la codicia, no contra la pobreza’. El sindicato de músicos no debería permitir que aquellos que evaden impuestos actuaran en los escenarios británicos«.
No traten de buscar puntos débiles o incongruencias en la filosofía de Heaton. Pese a su condición de (si quieren, anti) pop star, para la mayoría de los mortales, él sigue mostrándose como una de las personalidades más accesibles y próximas que pululan por tierras británicas: «Mi filosofía de la fama es que si tú creas barreras, entonces creas gente que se aprovechará de esas barreras. Si todo el mundo puede hacerse una foto conmigo o puede tener una foto mía, ¿para qué querrá perseguirme un paparazzi? Estas son las reglas: No uses gafas de sol, no llegues a los sitios en un coche grande y oscuro, no te ocultes detrás de medidas de seguridad, no vivas en una casa grande con una gran valla ni te escondas detrás de ella, vive modestamente. En esta vida no te enriqueces para recordarle al resto de la gente que es pobre», sentencia. De hecho, el año pasado, prácticamente coincidiendo con la publicación de «Acid country», Paul se enfundó su maillot, se montó en su bicicleta (otra de sus pasiones), y decidió pedalear cientos de millas alrededor del país para, al final de cada etapa, realizar pequeños conciertos para salvar los tradicionales pubs ingleses. De esta manera, un buen día, en un pueblo perdido de la campiña, cuando tras una agotadora jornada sus habitantes enfilaban con destino a la pinta de turno, allí se encontraban al bueno de Heaton y su banda, cuyos objetivos profesionales y personales en la vida, a estas alturas ¿son?: «Nunca he tenido objetivos en mi vida. Tan sólo he querido ganarme la vida haciendo aquello que me gusta, y eso es viajar por el mundo cantando a la gente. No importa si lo hago en bicicleta, en autobús o a pie, tan solo quiero mostrar que, en estos tiempos difíciles, un personaje público está preparado para mover su perezoso culo y trabajar por sus fans», sentencia el líder de dos de las formaciones pop británicas más importantes de las últimas décadas. Agrupaciones de cuya posible reunión nada quiere saber. Heaton no suele gustar de mirar atrás. De hecho, siempre se ha mostrado bastante crítico con The South, la banda de versiones de The Beautiful South creada por Dave Hemingway.
En la actualidad, esta mosca cojonera, que coincidiendo con la boda real del Príncipe Guillermo, publicó un artículo en «The Guardian» orgulloso de que su querido Hull (cuna oficial de The Housemartins) fuera la única ciudad del país que no celebró el enlace en las calles («Eh, que también es la ciudad menos religiosa de todo el Reino Unido», apunta), anda ultimando su próximo trabajo discográfico a partir de uno de sus más ambiciosos retos, ‘The 8th’, una de las canciones más largas de la historia reciente del pop, construida a partir de ocho movimientos, y basado en los pecados capitales. Una buena muestra del proyecto pudo ser contemplada, este verano, en el Festival Internacional de Manchester: «Surgió en mi casa. De hecho, la idea original vino a raíz de un sueño. Es la primera vez, en toda mi carrera, que ha surgido la idea de una canción a partir de un sueño. Mis planes, ahora mismo, son acabar la grabación en estudio y, entonces, comenzar una gira, con este proyecto, el próximo año. Es cierto que, aparte, tengo 15 letras muy adelantadas. Eso significa que tengo que componer la música próximamente. Pero mi próximo trabajo a editar será ‘The 8th’, así que el nuevo álbum no verá la luz hasta el invierno de 2012 o la primavera de 2013. Antes hablábamos de mis influencias, pues creo que ‘The 8th’ muestra muchas más de mis influencias musicales que grabaciones anteriores».
«He viajado por todo el país muchas veces y, me siento particularmente atraído por el centro y el norte. Me encanta toda la región del Ebro, y ciudades como Salamanca, Zamora, Teruel, Santiago, Gijón, Sevilla, El Puig (cerca de Valencia), Logroño, Burgos… Recientemente estuve en la zona de Puerto Rico, en Gran Canaria, escribiendo, y en Tenerife»
Y, POR SUPUESTO, FÚTBOL
Como bien comenta Paul, ‘The 8th’ es la primera canción compuesta por él que surge de un sueño. Lo más curioso es que, además, es una de las primeras composiciones desarrolladas por el artista en Inglaterra, desde hace muchos años. Como viajero incansable que es, Heaton ideó y perfiló la mayoría de sus criaturas a lo largo de Europa. Sobre todo, en países como Holanda, Bélgica o España. Habitual de tierras canarias, sorprende su respuesta cuando se le pregunta sobre sus rutas hispánicas: «He de reconocer que la España peninsular tiene más de una atracción. He viajado por todo el país muchas veces y, me siento particularmente atraído por el centro y el norte. Además, me encanta toda la región del Ebro, y ciudades como Salamanca, Zamora, Teruel, Santiago, Gijón, Sevilla, El Puig (cerca de Valencia), Logroño, Burgos… Recientemente estuve en la zona de Puerto Rico, en Gran Canaria, escribiendo, y en Tenerife. De esa zona, que frecuento mucho, me gusta la gente, el paisaje árido y, por supuesto, el clima».
Y el balompié, ¿no? Defensor de los equipos modestos, seguidor empedernido del Sheffield United (aunque resida en Manchester), entendido y buen conversador de fútbol (ha ejercido la labor de comentarista televisivo), ahí donde lo ven, Heaton es un admirador del Racing de Santander. ¿Proximidad geográfica? » No. En primer lugar, me atrajeron sus medias a rayas. En segundo lugar, es un equipo del norte, y siempre me han gustado muchos de los clubes norteños como el Oviedo, el Celta, el Sporting, el Compostela, el Athletic y, por supuesto, el Racing. Por último, les vi ganar al Real Madrid, en el Bernabeu, cuando tenían en sus filas a fantásticos jugadores como Munitis, Benayoun y Mellberg, arropados por 6.000 seguidores».
¿Y si le doy a elegir entre la Premier League, la Liga o la Serie A? «La Premier League por el músculo, La Liga por el talento y la Serie A por el estilo, pero nos estamos encontrando con que la presión de los mercados ha llevado a la bancarrota a la Serie A, y pronto lo hará en Inglaterra y España. Creo que Holanda y Alemania asegurarán el futuro del buen fútbol», comenta mientras le ponemos en la tesitura de volver a decantarse, en esta ocasión, por dos opciones: ¿Messi o Cristiano Ronaldo? «Messi, pero Ronaldo tenía una buena reputación aquí, en Manchester, sobre todo, fuera del terreno de juego». Pero, ¿no habíamos quedado en que el fútbol es una «droga» para el pueblo, un arma en manos del poder? «Efectivamente. No creo que el fútbol sea diferente a cualquiera de las otras patas del capitalismo. Está en manos de los bancos y las petroleras. Eso sí, en un nivel más inferior, en categorías más modestas, creo que un gran partido de fútbol puede unir a la gente tanto como un gran discurso», sentencia un Paul al que podremos ver, el próximo sábado, 1 de octubre, en la madrileña Wurlitzer Ballroom, en compañía de su, ya, banda habitual, formada por Jonny Wrong a la guitarra y los coros, Jonny Wright al bajo y los coros y Pete Marshall a la batería y los coros. Telonearán Ping Pong City.
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