«Da la talla y cautiva como pocos»
El legendario Paul Anka descargó medio siglo de hits en el Teatro Real de Madrid, en un concierto vertiginoso al que acudió Miguel Tébar A.
Paul Anka
Teatro Real, Universal Music Festival, Madrid
15 de julio de 2019
Texto: MIGUEL TÉBAR A.
Fotos: PILAR MORALES.
Paul Anka no es Tony Bennett, ni mucho menos Frank Sinatra, aunque… ¿por qué compararlo, si no parece pretenderlo? De La Voz —el hombre, no el programa televisivo— sí que se considera amigo y discípulo. Los epítetos crooner y entretenedor debieran ser rangos ganados a pulso más que atribuidos por uno mismo, ya que a muchos no se les ajusta el traje a su medida, pero al canadiense en cuestión le queda que ni pintado. Un simpático y menudo artistazo al que, habiendo terminado asemejándose a Berlusconi, no puede discutírsele que sabe conducir el espectáculo. Da la talla y cautiva como pocos. Todos quieren darle la mano, todas quieren besarlo, hacerse un selfi con él en primer plano o que se le vea de fondo, enseñarle la foto de cuando eran décadas más jóvenes o simplemente recordar al escucharlo una dulce cantinela al oído.
Para quienes ya lo hubieran visto en alguno de los conciertos (post años 60) que ha dado en nuestro país, el efecto sorpresa se habrá visto reducido, ya que repite estructura y trucos escénicos. Pero la experiencia final probablemente sea similar. El Festival de Jazz de San Javier en 2007 nos rescató por todo lo alto al autor de “Diana”, justo cuando se cumplía el 50 aniversario de su primer éxito. Y en este 2019, con 77 años de edad, Paul Anka ha decidido celebrar con Anka sings Sinatra: his songs, my songs, my way! el medio siglo desde que adaptara para su mentor la canción “Comme d’habitude” (del francés Claude François). Es bien conocido que su “My way”, posteriormente, se ha convertido en el mayor éxito de los años Reprise del genio estadounidense.
Un repertorio vertiginoso en el que las distintas fases están perfectamente definidas al tiempo que se suceden con soltura durante dos horas. Desde el vídeo con una pequeña entrevista nostálgica hasta un álbum de fotos familiar en formato cutre boda de brillantes, pasando por sus principales roles con tantas grandes canciones en primer plano como para que el desembolso en la taquilla del Universal Music Festival quede suficientemente justificado.
La entrada que hizo por el patio de butacas del Teatro Real de Madrid lo mismo podría valer para entretener la fiesta de un congreso en un hotel de Benidorm, como la actuación en un gran casino de Las Vegas, o a miles de pasajeros en plenas vacaciones a bordo de un enorme crucero. Pero solamente una de las fans fue la afortunada de bailar pegada a él mientras entonaba la romántica “Put your head on my shoulder”.
«Un repertorio vertiginoso en el que las distintas fases están perfectamente definidas al tiempo que se suceden con soltura durante dos horas»
Sus historias de los hechos valen tanto como la imaginación de un niño. Nos contó que a su paisano Michael Bublé le gustaba el “For once in my life” —popularizada por Stevie Wonder— en versión de Sinatra y cómo Anka lo ayudó con los arreglos para aquel disco que haría mundialmente conocido al entonces joven intérprete. Rememoró cómo a su vez Sinatra le pidió su parecer ante el “Strangers in the night” que lo devolvió al número uno. Destacó, entre todos los artistas recogidos en su disco Duets (Sony, 2013), a la gran voz (y compositora) que es Dolly Parton e hizo solo —sentado a las teclas del piano de cola, situado en medio de la pequeña big band (de doce miembros, seis de ellos metales)— “Do I love you (Yes, in every way)” rematada con solo de saxo y un injerto de “Purple rain” —sin falsete, obviamente—.
Sobre el prematuramente desaparecido Buddy Holly reconoció lo mucho que lo admiraba y el amor que tenía por la ciudad que lo vio nacer, antes de interpretar en formato tres guitarras acústicas —más bajo eléctrico— el último éxito (póstumo) de El Grillo de Texas: «It doesn’t matter anymore”. La cual junto a “Oh lonesome me” del country de Nashville Don Gibson y “Bye bye love”, el debut ese mismo año (1957) de The Everly Brothers fue una delicia de set. Y bien agradecido con el público, Paul nos hizo saber que también estuvo implicado en presentarle a Frankie la nostálgica “It was a very good year” (grabada originalmente por The Kingston Trio) y compartir la decisión del neojerseíta al añadir los maravillosos arreglos orquestales de Gordon Jenkins para hacer algo certeramente diferente.
Poco antes de reinterpretar el famoso tema que denomina la actual gira para ir terminando, cogió la batuta con la cual recordar implícitamente a su colaborador Johnny Harris dirigiendo la poderosa “Jubilation” —que tituló su disco de 1972— en su extensa versión instrumental. Para antes y después del bis se reservó dos éxitos de rock clásico: “Proud Mary” (Creedence Clearwater Revival) y “The bitch is back” (Elton John). El propio Paul Anka declaró en algún momento del concierto que lo suyo era «pura pasión, no trabajo» y eso se nota. Aún le queda energía y voz para rato.