Patricia Kraus comenzó su carrera musical en 1987, con un buen disco que naufragó al sacar una canción de su contexto y enviarla al festival de Eurovisión. Pero aquel trabajo, producido por el histórico Rafael Trabuchelli, tenía más sustancia de la que aparentaba si uno se limitaba a juzgarlo por el single eurovisivo, con buenas canciones tintadas de blues y rock y atreviéndose incluso con una versión de “Knockin’ on heaven’s door” de Bob Dylan. Seguramente, ser hija del tenor Alfredo Kraus, no ayudó mucho en su promoción.
Dos años después, y en otra discográfica, Patricia Kraus grabó un segundo LP, De animales y de selva, pero éste todavía pasó mucho más desapercibido que el primero. Una pena, porque en él había una autora con cosas que contar y una vocalista con excelentes registros. Ése fue el final de la primera parte de su carrera. No volvimos a saber de ella hasta finales de los años 90, cuando se integró en el trío experimental Wax Beat, aventura que se saldó con dos discos.
Su regreso solista 18 después, que se pone a la venta estos días, lleva por título Alma (Factoría Autor), un álbum de rock clásico con pinceladas blues y soul, y con Bob Dylan, Janis Joplin y Cream como referentes musicales más evidentes. Alma no engaña, no busca sorprender, simplemente es un buen disco, maduro, cálido y sincero, que pareciera estar realizado por el placer de sacarse de encima un puñado de canciones escritas sin pensar en qué es lo que se lleva esta temporada. A la segunda escucha es difícil no caer rendido ante una voz que se maneja como quiere (sin hacer innecesarios alardes en ningún momento) y a canciones como «Para ti», «Reina de la noche», «Paso a paso» o «Viejo tren».