Páramo, de Petit Mal

Autor:

DISCOS

«Un disco que permanecerá y que va a ser siempre estimado por los degustadores del pop más intimista»

 

Petit Mal
Páramo
Discos Sféricos, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Petit Mal es uno de los secretos mejor guardados del pop valenciano, por extensión del pop español. Desde un disco que fue una isla de lirismo y sensibilidad –Finlandia, en 2005– pocas cosas se les han dejado editar. De lo primero es argumento que, en 2015, se le dedicase al disco un homenaje por parte de doce de los músicos valencianos más activos. De lo segundo, sus tres elepés en la friolera de dieciséis años, aunque los dos últimos han aparecido en el último bienio.

En este, Páramo, nombre que viene de uno de sus versos –«Vagamos perdidos por este páramo»–, ofrecen su obra más versátil, de mayor amplitud. Cierto es que el disco parece iniciarse como un ejercicio de estilo: música country rock a la española. “Domar a las fieras” es una canción de regusto norteamericano canónica, con su armónica y su registro campestre, y “Otro sábado” es, dentro del mismo estilo, algo más dinámica. Pero a partir de aquí las cosas cambian, el proyecto de Suso Giménez toma aire.

“Nadie sabe cómo acabará”, la tercera del lote, sorprende por la emergencia de unas cuerdas sin mácula que se apartan de la rugosidad de la tierra y se elevan empujadas por un sencillo piano. La placidez se adueña de todo, la belleza empieza a extenderse. Es la instrumentación que va a dominar ya y que en “Corazón peludo” se muestra más nerviosa, pero con la misma dulzura en las melodías. También empiezan a empapar las canciones de unos preciosos arreglos.

Arreglos que en “Menuda novedad” dan verdadero empaque y la visten con colores elegantes, tan elegantes que una sencilla steel guitar matiza el final de la canción. En “Sin certezas” llegan a ser realmente imaginativos y elásticos, al combinar coros delicados con sonidos de videojuego y cuerdas; aunque la canción sea compacta en su concepto, es de lo más dinámico que se ha dado en el último pop español.

Es un disco en el que Suso Giménez, como siempre, reflexiona. Lo hace sobre el amor, y aquí afronta tema universal, y lo hace sobre la pandemia y la prevalencia de lo digital en “Ahora lo hemos entendido”. Vientos y una acústica la sostienen al principio para conformar una declaración de principios que va tan a la esencia como su música: lo que importa es «el valor de reírse con amigos».

No por ello es en su totalidad un disco melancólico y de música callada. “Sembrando una duda”, con un poco más de griterío, podría convertirse perfectamente en una rodaja psychobilly, y “Me pregunto en qué te basas para hacer semejante afirmación” recuerda al Dylan más eléctrico, con las pequeñas subidas que practicaba en “Like a rolling stone” y el violín sembrando los nervios de sentimiento.

Uno no sabe si, con este disco, Petit Mal ampliará un tanto su público. Ojalá. Lo que tiene clarísimo este pequeño cronista es que se trata de un disco que permanecerá y que va a ser siempre estimado por los degustadores del pop más intimista. Del pop, simplemente.

Anterior crítica de discos: Las palmeras y el viento, de Daniel Cros.

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