DISCOS
“¿Es suficiente para lo que esperamos de Neil Young y su unión con los vástagos de Willie Nelson? Rotundamente no”
Neil Young y The Promise of the Real
“Paradox”
REPRISE
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Perdonen mi osadía, pero hace tiempo que Neil Young solo me motiva en directo. En disco soy capaz de encontrar algunas cosas que me llaman la atención, pero reconozco que de unos años a esta parte me acerco a mi tienda de discos a comprar sus trabajos por simple inercia. Y no será este “Paradox” el que cambie mi forma de pensar.
La cosa tiene guasa, además. Daryl Hannah, actual pareja del tito Neil, se marca su primer largometraje como directora, tras dos cortos previos. La película, definida como “un poema fantástico en voz alta” (sic), es una especie de viaje lisérgico en forma de western musical protagonizado por El Hombre del Sombrero Negro (Young), el Chico Partícula (Micah Nelson) y Jail Time (Lukas Nelson). Juntos se adentran en un mundo semi fantástico en la búsqueda de un tesoro. Y, como era previsible, son ellos tres los que se encargan de la banda sonora.
Que nadie espere encontrarse aquí algo como aquel ‘Dead man’ que Young compuso para Jim Jarmusch. Aquí hay hasta veintiún temas donde se mezclan versiones de canciones antiguas, revisiones ajenas y algún corte nuevo. Todo con una impresión de urgencia y poca cohesión que transmite a veces encanto y otras desidia. Revisitan con simples pinceladas ‘Angel flying too close to the ground’ de Willie Nelson, ‘Baby what you want me to do?’ de Jimmy Reed y ‘How long’ de Lead Belly, combinada con el ‘Happy together’ de The Turtles. Componen hasta seis interconexiones musicales, llamados ‘Paradox passage’ bastante anodinas. Autoversionan al propio Young en ‘Peace trail’, ‘Pocahontas’ y ‘Cowgirl jam’. Y dan la impresión de brillar en muy pocos momentos. Aunque alguno hay. ‘Hey’, por ejemplo, es ciertamente magnífica dentro de su fantasmagórica atmósfera, aunque seguramente sea ‘Running down to the silver eagle’ donde acaban dando la talla definitivamente. Casi tres minutos en los que la armónica comparte protagonismo con la vieja guitarra “old black” de Young para hipnotizar al oyente.
Dicho esto, queda una duda. ¿Es suficiente para lo que esperamos de Neil Young y su unión con los vástagos de Willie Nelson? Rotundamente no. Creo que todavía no han sido capaces de plasmar en disco lo que muestran cuando suben juntos a un escenario y, lo cierto, es que es una lástima que así sea. Desde luego, algo tan anecdótico como esta banda sonora no es el camino.
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Anterior crítica de discos: “Interferencias. Vol. 1. Spanish Synth Wave 1980-1989”.