LIBROS
«Sorprende la barbaridad de títulos que Prieto y los suyos han logrado reunir en este grueso libro»
César Prieto, Abel Cuevas y Manuel Moreno
Papeles subterráneos
LIBROS WALDEN, 2021
Texto: JUAN PUCHADES.
Eran días de papel. Otros tiempos, claro. La cultura electrónica nos llegaba por el enchufe que alimentaba la radio, el que daba vida (tras unos segundos de espera) al televisor, el que provocaba el giro del motor y las correas del tocadiscos y, por supuesto, el que generaba la corriente con la que se iluminaba la bombilla de una lámpara que nos ayudaba a leer en la oscuridad. En papel. A leer en papel. Porque sí, aquellos eran años de información en papel impreso. De revistas musicales o «alternativas» («underground», también se decía), pero para muchos esas publicaciones profesionales no eran suficiente ni, desde luego, la vía que les permitiera comunicarse con el exterior, difundir sus conocimientos o decir la suya, y se animaron a conformar los primeros fanzines. Publicaciones amateur, de escasa tirada, en muchas ocasiones simplemente fotocopiadas y fuera de los circuitos convencionales.
Esto sucedía allá por 1977, con la alargada sombra del punk y el do it yourself proyectándose en el panorama nacional. Esa es la historia que se cuenta en Papeles subterráneos (subtitulado Fanzines musicales desde la transición al siglo XXI), el libro de Abel Cuevas, Manuel Moreno y nuestro compañero César Prieto, esa auténtica enciclopedia andante de la cultura popular española del último cuarto de siglo español que aquí aporta los reveladores e historicistas textos. Un volumen de exquisita presentación que recoge decenas de páginas, a modo de muestras de aquellas publicaciones que adquirías por correo o en tiendas de discos (algunas en las iniciales librerías de cómic; «comix», si estabas en la onda), diseñadas y maquetadas a mano (los ordenadores llegarían en los años noventa).
Aquellos fanzines pioneros, con sus filias y sus fobias y su almagama de estéticas sónicas (en esto los iniciales La Cochu y Kaka de Luxe fueron los campeones), intentaban pulsar las escenas alternativas, las que no accedían a los (supuestos) grandes medios. Para dar paso, conforme la década de los ochenta avanzaba, a publicaciones más especializadas: punk, nueva ola, garaje, rockabilly, mod, electrónica, etc. Eran, de algún modo, el reflejo de cada escena o tribu urbana, el lugar donde encontrar la información que alumbrara tu joven ideario. Los fanzines ayudaban a informarte, pero también te diferenciaban del vulgo, que era, por supuesto, todo aquel que no coincidiera contigo. Casi todos tenían corta vida: cuando las necesidades apremiaban y las ocupaciones (mili, estudios, trabajo) requerían de más tiempo, el fanzine plegaba. Y si te he visto, no me acuerdo. Pero el movimiento fue mucho, avanzó y dio lugar a fanzines de toda condición, muchos con voluntad histórica (para los que la actualidad ya no era su razón de ser), algunos impulsarían discográficas (Subterfuge, Rock Indiana), otros marcarían época (Mondo Brutto) y casi todos serían el vivero del que germinarían críticos musicales, diseñadores y músicos.
Los fanzines hoy son cosa del pasado —se han reinventado en blogs o páginas de Facebook—, pero marcaron un tiempo y son parte de nuestra historia musical. Ahora, sorprende la barbaridad de títulos que Prieto y los suyos han logrado reunir en este grueso libro que concluye con una reveladora encuesta con muchos fanzineros históricos. Un volumen que hace justicia a la «otra» prensa musical.
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Anterior crítica de libros: Una joven pareja, de Marcos Ordóñez.