FONDO DE CATÁLOGO
«El mejor Patxi Andión, descarnado retratista de un presente afiebrado, bronco y lírico a un tiempo en la manera de exponer el canto»
Patxi Andión
Palabra por palabra
PHILIPS, 1972
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
Los primeros años setenta consolidaron a Patxi Andión como uno de los grandes cantautores de nuestro país. A partir de cierto momento, su figura empieza a perder predicamento. Su desaparición, entrados los años ochenta, de la escena musical contribuyó a la desatención de su figura, pese a que mucho antes de su muerte, acaecida a finales de 2019, el cantautor había regresado a la canción con nuevos bríos y algún disco loable, como Porvenir o el más reciente La hora lobicán.
Volver la vista atrás a Palabra por palabra, aparecido en 1972, supone encontrarse con el mejor Patxi Andión, descarnado retratista de un presente afiebrado, bronco y lírico a un tiempo en la manera de exponer el canto. Palabra por palabra agrupaba once canciones, desde miniaturas ocurrentes como “E=mc2” a canciones tan definitorias de la personalidad de Patxi como “Padre”, encendida oda a su progenitor, que falleció poco después de que el cantante se la dedicara. “E=mc2” es consecuencia de esa pérdida, tal como le confesó a Camino Ciordia en la revista Mundo Joven, a finales de 1972: «Es un poco la consecuencia, el epílogo de la muerte de mi padre. La energía es igual a la masa por el cuadrado de la velocidad de la luz. La masa se convierte en energía, la energía en masa simultáneamente. Captamos energía del aire y la transformamos en carne y la carne despide energía al aire. Las palabras de esta canción, amanece, crece y desaparece, pero no lo parece, no es más que el proceso evolutivo de todas las cosas. Es el cambio de la vida y la muerte. Es el movimiento».
Palabra por palabra contaba con los arreglos musicales de Rafael Ferro que, en estos años, ejercía de músico de referencia para las grabaciones de Patxi, antes de encomendarse en cuerpo y alma a un artista tan diferente como Julio Iglesias. Como pasa con tantísimos arreglistas, Ferro cultivó un perfil bajo, pero fue un hombre importante en aquel contexto musical y Patxi encontró en él un perfecto aliado que le ayudó al trazado musical de sus canciones, como las que articulaban un disco como Palabra por palabra, un título que dialoga con el Palabra sobre palabra, que dio nombre a la poesía completa del asturiano Ángel González.
Patxi Andión firmaba con Palabra por palabra su cuarto elepé. Once canciones que se grabaron en directo en los madrileños estudios Fonogram, de Avenida de América. La primera de ellas, “Tiempo-tiempo”, exponía abiertamente la filosofía presentista del carpe diem horaciano. La canción comenzaba como un esbozo, como si Patxi nos invitara a meternos en los ensayos de la grabación. De hecho, escuchamos el murmullo de los músicos antes de empezar a grabar. El cantante es quien les conmina a inaugurar la canción. El cantante gusta de estas pequeñas curiosidades que, en este caso, adornan el vitalismo de “Tiempo- tiempo”, una canción que revela también la inspiración melódica de Andión que juega con los versos oxítonos y con el empleo de la anáfora. «El tiempo es algo que no va a volver/ y tiempo es todo lo que vas a tener». Toda la canción queda resumida en esos versos casi sentenciosos, con algo también de machadianos en su honda revelación.
Patxi Andión entregaba en Palabra por palabra una canción testamentaria, “33 versos a mi muerte”, en la que cantaba en modo desiderativo: «Cuando me muera no quiero/ ni coronas de claveles/ ni tierra con lirios viejos/ que me flagele los dedos/ Quiero que la mar se estreche/ hasta que tropiece el eco/ quiero morirme despacio/ quiero morir navegando». Se impone en ese caso la fluidez del verso octosílabo. El mar, muy presente en el cancionero de Patxi, venía a ser el protagonista de sus últimas voluntades.
El disco se entregaba a una confesa melancolía, teñida de existencialismo, que reforzaba una canción del corte de “La casa se queda sola”, introducida por los acordes de un piano. Patxi Andión brilla en la construcción poética y melódica que desemboca en una pieza de las características de “Con toda la mar detrás” que exigía una mayor elaboración. El cantante retrata la tragedia de los hombres del mar, pescadores sometidos a los vaivenes azarosos de los temporales y de los vendavales. Canción dramática, en tempo de habanera, que Patxi subraya con su manera bronca y expresiva de cantar. “Con toda la mar detrás” narraba la historia del naufragio de un barco llamado Virgen de Begoña, que se fue a pique en la bahía de San Sebastián, frente al muelle, en un intento baldío de refugiarse del temporal. El piloto de la nave iba borracho y lo ataron a un palo para impedir que cayera en el mar, pero nadie logró impedir la zozobra del barco. La consecuencia fatal fue el fallecimiento de todos los tripulantes, menos la del piloto, que tuvo que cargar en su conciencia con la muerte de sus compañeros.
“Puedo inventar” y “Aquí” llevan al disco por otros derroteros. Especialmente “Aquí”, que constituye una de las canciones definitorias del espíritu de Patxi Andión, por el impulso de la letra y de la melodía. Vuelve a ser el mar el elemento primordial para potenciar imágenes y metáforas. En ese caso, “Aquí” es un vibrante canto de amistad con adjetivaciones muy marcadas, como cuando Patxi canta aquello de «la boca amargamente amarga». Hay algo en la enunciación de esta pieza del cobijo lírico del impresionante poema “Palabras para Julia” de José Agustín Goytisolo que hizo suyo Paco Ibáñez. “Aquí” es la penúltima canción del disco.
Aparte de la más bien desconcertante, “E=mc2”, que invocaba la fórmula de Einstein, Palabra por palabra contenía también una pieza instrumental, la última del disco, titulada “Todos los días grises del año”, que refleja, más allá de sus calidades, el empeño de Patxi por prestar atención en su cancionero a la parte musical, muchas veces desatendida por los cantautores más inmovilistas, aquellos de sempiterna voz y guitarra.
Palabra por palabra se busca melódicamente por dentro, sin dejar de lado la crítica social, tal como demuestra el retrato caricaturesco del huero aristócrata “Don Club”, personaje que podría haber salido de un poema de Antonio Machado. Patxi se inclina ahora por una musicalidad más desenvuelta que refuerza el sarcasmo de lo que se dice y se cuenta.
Uno de los mejores momentos del disco lo protagoniza “Me está doliendo una pena”, en la que termina doliendo España con un sentimiento casi noventayochista. Patxi Andión viaja de lo particular a lo colectivo, antes de que la canción se resuelva con un enérgico epílogo orquestal, fruto del certero arreglo de Rafael Ferro. «Me está doliendo una pena… y me tengo que callar». De este modo concluía esta composición, uno de los muchos aciertos de este Palabra por palabra que reflejaba, en esencia, la manera personalísima con la que Patxi Andión entendía la canción.
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