“El tándem Gary Louris-Mark Olson atravesaba un estado de gracia artístico indiscutible, sus juegos de voces eran sublimes, la formación estaba bien engrasada sobre las tablas con Marc Perlman y Karen Grotberg completando el cuarteto y todo cuadraba”
The Jayhawks
“Tomorrow the green grass”
AMERICAN RECORDINGS, 1995
Texto: FERNANDO BALLESTEROS.
A comienzos de los noventa, con la industria pensando cómo seguir exprimiendo el limón de los hard rockeros angelinos y preparándose para girar su cabeza hacia Seattle y lo alternativo, presentarse desde Minneapolis como un grupo capaz de bordar el pop –en el más glorioso sentido de la palabra– partiendo del folk-rock con lujosas armonías vocales y con un ojo puesto en Gram Parsons, no era el mejor aval para acabar paseándose en limusina por ahí. Eso está claro. Tanto, como que después de que Rick Rubin les fichara para American Recordings y ellos respondieran en 1992 con «Hollywood Town Hall», su status comercial tendría que haber subido unos cuantos peldaños. Pero no fue así. Los chicos, de todas formas, se reservaban una bala en la recámara. Y sabían que podía ser la última.
Quizá 1995 tampoco era el momento para un grupo como The Jayhawks. Aún hoy, a ellos les es muy difícil explicar el motivo por el que un disco como éste no cosechó ni la décima parte del éxito de ventas y el reconocimiento que merecía más allá de la crítica especializada. El tándem Gary Louris-Mark Olson atravesaba un estado de gracia artístico indiscutible, sus juegos de voces eran sublimes, la formación estaba bien engrasada sobre las tablas con Marc Perlman y Karen Grotberg completando el cuarteto y todo cuadraba. Giras con Black Crowes, Tom Petty, el respaldo del barbudo «Rey Midas» de los 90, Rubin y George Drakoulias de nuevo a los mandos… ¿Quién da más?
Ah, sí, perdón, las canciones. ¿Qué quieren que les diga? No seré yo quien le ponga un sólo pero a una colección que comienza por ‘Blue’, una canción que justificaría una carrera, una vida artística por sí sola. Emoción en estado puro que va subiendo hasta llegar a ese estribillo agudo que te atrapa.
Decía Gary Louris –años después de la publicación de ‘Blue’– que no se veía capaz de escribir una canción mejor. Seguía sin entender por qué les había vuelto a esquivar el éxito y le preguntaba al mundo qué más tenía que hacer. Aquí, por lo pronto, multiplicaba la apuesta con otros doce grandes títulos. ‘I´d run away’ y ‘Miss Williams’ guitar» con sus coros de lujo y su sensibilidad pop tan marca de la casa, completaban la trilogía inicial. Casi nada.
Si a la altura de ‘Two hearts’ la emoción no se ha vuelto a desbordar, es muy posible que no sea sangre lo que corre por las venas del oyente. Melancolía, mucha melancolía y esa belleza que, en esto de la música, a veces llega a ser casi dolorosa.
‘Real Light’ rockea con ganas antes de dejar paso a los violines y las guitarras acústicas de ‘Over my shoulder’ con ese estribillo que, una vez aparece, ya no te abandona. Todo está tan cuadrado que cuando suena ‘Bad time’, la canción, una versión de Grand Funk, parece una composición más de las de Louris y Olson, aquí acompañados por los coros de Sharleen Spiteri de Texas.
‘See him on the street’ es magia en forma de un medio tiempo que no hubiera desentonado en cualquiera de los dos LP´s que Gram Parsons editó con los Flying Burrito Brothers y el aroma a clásico de ‘Nothing left to borrow’ seduce desde la primera escucha. Parece claro que Jayhawks no estaban dispuestos a que bajase el nivel, algo que confirmaban con ‘Ann Jane’ y pisando el acelerador con prudencia en ‘Pray for me’.
El comienzo de ‘Red´s song’ es puro The Band, y ‘Ten little kids’ un fin de fiesta perfecto. Adiós al tono melancólico de otras canciones y bienvenidas la euforia, las guitarras fuertes y el estribillo rotundo de un tema redondo. ¡A bailar se ha dicho!
Más de cien escuchas después, por poner un número, «Tomorrow the green grass» me sigue pareciendo casi perfecto y capaz de aguantarle la mirada con orgullo a cualquier obra de su década, de cualquier década, que hoy no quiero quedarme corto en el elogio. Pero tras su escaso éxito comercial, Olson, quizá quemado, se marchó a cuidar a su esposa enferma, Victoria Williams y cambió a una vida más tranquila, sin tantas giras y con menos compromisos. Louris siguió, se convirtió en un habitual en nuestros escenarios, llegando a vivir temporadas en España e incluso tocó de nuevo la excelencia en «Rainy day music».
En los últimos tiempos, ambos han vuelto a grabar y girar juntos ocasionalmente con y sin el respaldo de la marca original. Este mes, Jayhawks están por aquí y volverán. Si tienes ocasión plántate allí. En algún momento de la noche sonará ‘Blue’. Puede que justo cuando termine, todavía con la emoción a flor de piel, pienses que es la canción más bonita que has escuchado en tu vida.
–