«Manuel Toharia (Madrid, 1944) se destapó para el común de los españoles (o sea, de los telespectadores) en 1971, al ejercer durante una temporada como hombre del tiempo en el telediario de las 9 de la noche, la alternativa progre al legendario Mariano Medina»
Manuel Toharia
Toharia
MOVIEPLAY, 1976
Texto: LUIS LAPUENTE.
Director del Museo de las Ciencias de Valencia, Manuel Toharia (Madrid, 1944) se destapó para el común de los españoles (o sea, de los telespectadores) en 1971, al ejercer durante una temporada como hombre del tiempo en el telediario de las 9 de la noche, la alternativa progre al legendario Mariano Medina. De ahí, pasó a dirigir los programas culturales de RTVE, y luego a participar en la fundación de la primera asociación ecologista nacional, a militar activamente en la ARP-SAPC (Alternativa Racional a las Pseudociencias-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico) y a ganarse una merecida reputación como divulgador científico desde la trinchera del periodismo.
Autor de más de treinta libros, incansable francotirador de la ciencia moderna, Toharia fue en sus años jóvenes miembro del Grupo Canción del Pueblo, colectivo de cantautores antifranquistas integrado entre otros por Luis Leal, Ignacio Fernández Toca, Elisa Serna, Luis Pastor e Hilario Camacho, en algunos de cuyos discos llegó a participar como compositor y arreglista nuestro metereólogo favorito. Además, a mediados de los años 70, Toharia se las apañó para compaginar sus peroratas televisivas sobre la borrasca del Cantábrico y el anticiclón de las Azores con el concurso en grabaciones más o menos subterráneas de amigos y compinches, casi todos cronistas vitriólicos del tardofranquismo y la Transición, como Las Madres del Cordero y Desde Santurce a Bilbao Blues Band. Y, claro, terminó publicando un álbum a su nombre en 1976, con arreglos y dirección musical propios y producción del inefable Antonio Gómez, “El Chirla”, para la serie Gong de Movieplay.
«Toharia», el LP, alterna las adaptaciones de clásicas de Georges Brassens (memorable “El sepulturero”) con recreaciones libres de romances anónimos castellanos y moriscos, alguno tan relacionado con el insólito devenir de la naturaleza humana como el titulado “Canción de una gentil dama y un rústico pastor”, que roza el clímax en estas estrofas lapidarias: “Pastor que estás avezado / a dormir en la retama, / si te acostaras conmigo / tendrías gustosa cama. / Vete a esotra puerta y llama, / responde el villano vil, / tengo el ganado en el monte, / con mi ganado voy a dormir”. Rematan la faena unos versos de Alberti (“Poema a la estatua de San Pedro en Roma”) musicados por el propio cantante y una hermosa miniatura de Horacio Guaraní sobre texto de Nicolás Guillén (“No sé por qué piensas tú”).
Álbum de cantautor militante con pedigrí, trufado de arreglos musicales sobrios y tenues adornos de violonchelo, flauta y percusión, y rematado con una voz limitada pero entusiasta en sus formulaciones más humanistas. En esto, el músico también como el científico.
[Texto publicado originalmente en EFE EME 56, de marzo de 2004]
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