Salvador
«Recién pinchado»
POLYDOR, 1979
Texto: JUAN PUCHADES.
Durante los primeros años 70, Salvador Domínguez (Madrid, 1953) se fogueó en bandas históricas como Canarios y Pekenikes o pioneras del underground madrileño como Banana o Cerebrum. Excelente guitarrista de notable buen gusto, se animó a grabar, en 1978, un primer disco en solitario, el recomendable «Banana», que tendría continuación un año después en el divertido «Recién pinchado». En ambos trabajos, Salvador (que así firmaba) apostaba por una estética entre la rock-star internacional y un cierto rock de dejes stonianos que no obviaba el funk travestido de música disco tan en boga en aquellos momentos.
Pero sería en «Recién pinchado» donde esas maneras funkys y brillantes explotarían dando lugar a un álbum que alterna temas en inglés y castellano (como ya sucedía en «Banana») y en el que la ironía (la impagable ‘Pincha el disco’, sobre los modos promocionales de la industria discográfica) encuentra su contrapunto en un instrumental como ‘Payaso de fuego’, que avanza el heavy que desarrollaría posteriormente con Banzai. Mientras, ‘Después de aquellas noches’ permite entrever algunos de los tics «modernos» que un año después serían comunes a la mayor parte de producciones del nuevo pop español, o la efervescente ‘Hold on’, donde se aproxima abiertamente a las pistas de baile.
Con producción de Carlos Narea (y Julián Ruiz en dos temas: ‘Do it (to me…)’ y el sorprendente ‘Agente secreto’, éste con temática deudora de las novelas clásicas de espionaje), Salvador grabó un disco hoy olvidado, pero variado y enormemente entretenido, con el que trazó una línea poco común en esos momentos en España: Rock sofisticado, contemporáneo y de sonido internacional (sólo Tequila, salvando las distancias, estaba en algo similar). Además, se rodeó de amigos como José María Guzmán, Sherpa, Rafa Guillermo, Paula Narea o el mismísimo Miguel Ríos, que puso voz solista en ‘El regreso del juglar’ (la letra era del propio Ríos). Pero lo que prometía ser una interesante carrera se vio truncada cuando Salvador, en 1982, se incorporó como guitarrista en la banda de, precisamente, Miguel Ríos, en el momento cumbre de los directos del granadino.
Sin embargo, ay, los dos primeros álbumes de Salvador Domínguez quedaron como una rareza en su discografía, ya que posteriormente decidió abrazar la religión metálica con Banzai y Tarzen. Más tarde grabó de nuevo en solitario, pero la gracia de estas primeras grabaciones sin continuidad, ya se había desvanecido. Entremedias, y retirado en la costa alicantina, Salvador realizó manuales para tocar la guitarra y a él le debemos dos libros enciclopédicos y capitales para aproximarnos a la historia del rock español –»Bienvenido Mr. Rock» y «Los hijos del rock»–, por los que le estaremos eternamente agradecidos.
[Este texto es una versión actualizada del publicado en EFE EME 29, de julio de 2001]
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