«Ropa fina en la ruinas’ (¡portada de Iván Zulueta!) está llamado a ser el último retruécano de Solfa: el tono claramente nostálgico de los discos anteriores se diluye y parece que Sisa se toma en serio a Solfa»
Ricardo Solfa
«Ropa fina en las ruinas»
NUEVOS MEDIOS, 1992
Texto: JUAN PUCHADES.
En 1984, Jaume Sisa, harto de todo, pero principalmente de Barcelona y sus “convergentes” circunstancias, se exhumaba en público mediante una exposición, un libro y un último disco («Transcantautor última notícia»). Parecía el fin, pero en una penúltima (con él nunca se sabe) pirueta reaparecía en Madrid dos años después acompañando a Joaquín Sabina en la grabación en directo del disco «Joaquín Sabina y Viceversa». Allí, Sisa había pasado a ser Ricardo Solfa, e interpretaba una hermosa canción, “Hay mujeres”, con letra de Sabina y música de un tal Maestro Armando Llamado.
En 1987, Solfa se estrenaba con un primer LP en la siempre exquisita Nuevos Medios e insistía en que él no tenía nada que ver con Sisa (más tarde reconocería que sí lo conocía, pero lejanamente), que él era un cantante de orquesta que había pasado la mayor parte de su vida amenizando la existencia al pasaje de los cruceros más diversos. Y ciertamente el repertorio que atacaba en aquel «Carta a la novia», se debatía entre el bolero, el cha cha chá y otros ritmos de los años 50 del siglo pasado propios de cualquier orquesta. Pero excepto alguna versión (‘Luna de miel’), el resto de temas los firmaba el Maestro Armando Llamado, que no era otro que el mismo Solfa/Sisa. ¿Se estaba volviendo loco? No, pues todavía era capaz de reinventarse a sí mismo y escribir canciones tan sensacionales como ‘Carta a la novia’, ‘Fotografía en color’ o ‘Delirios de amor’. Sorprendente: el irredento cantautor galáctico se destapaba como un romanticón practicante de algo que se podría calificar como neo-bolero.
Solfa ya era un habitual de la noche madrileña, se castigaba con método en el Elíjeme sabiniano y en 1988 tenía nuevo artefacto sonoro entre las manos, «Cuando tú seas mayor», con ilustración de portada de un viejo amigo de Sisa, Xavier Mariscal, e intentando hacernos creer que aquello está grabado en directo a bordo del Sea Mirror. Esta vez la autoría de las canciones está más repartida y al Maestro Armando Llamado le echan una mano Moncho Alpuente, Dionís Olive (ejem… miembro de Melodrama, grupo que acompañó a, lo han adivinado, Jaume Sisa), Josep Maria Bardagí (colaborador de algunos discos de, sí, Sisa), se intercalan algunas versiones (de nuevo ‘Luna de miel’, ‘Corazón loco’, algún Algueró e incluso un Benny Moré) y Sabina le regala una maravilla, ‘Como un explorador’. Disco continuista, sirve para afirmar la creciente popularidad de un Solfa que incluso hace sus pinitos delante de las cámaras.
Transcurren cuatro años y reaparece en 1992 con «Ropa fina en la ruinas» (¡portada de Iván Zulueta!) el que está llamado a ser el último retruécano de Solfa: el tono claramente nostálgico de los discos anteriores se diluye –menos boleros, para entendernos– y parece que Sisa se toma en serio a Solfa y hace que Armando Llamado le escriba canciones que, oh, casualidad, no están nada alejadas del ideario del primero (de Sisa, por si han perdido el hilo). Además, el trabajo en arreglos y producción parece imbuido de esa aparente deconstrucción tonal y superposición instrumental que tan común le era a Sisa.
Así graba el disco más personal de la trilogía solfista y se despacha con algunas de sus mejores canciones: ‘Navegar por navegar’, la erótico-taurina ‘Mátame tú’, la exquisita ‘Ropa fina en las ruinas’ (puro Sisa) y la joya de la corona, cerrando el disco, ‘Tranvías caracoleando’, brioso himno para recordar los tiempos en que los tranvías pasaban “deprisa, zumbando”; enloquecida invitación para ser cantada mientras se toma la calle en mañanas soleadas agarrando fuerte a una linda señorita por el talle. ¡Qué gozada!
En 1996, por intermedio de El Viajante, su nueva personalidad (sí, otra más, ¡y van cuatro!), y en un discolibro, serán asesinados (temporalmente, que aquí, como en los dibujos animados, no muere nadie), Armando Llamado y Ricardo Solfa para que renazca un Sisa dispuesto a enfrentarse con su pasado, regresar a la Ciudad Condal y descubrir que se le echaba de menos.
En todo caso, cualquiera de los tres discos de Solfa habría merecido una Operación Rescate, pero este es algo muy especial, el que cerraba un capítulo y parecía anunciar el siguiente.
(Para Manel Gimeno, con el que rayamos los dos primeros de Solfa en tiempo real; y para Manel Fontdevila, por la idea de recuperar aquí el tercero.)
[Este texto es una versión revisada del publicado originalmente en EFE EME 59, de junio de 2004]
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