Operación Rescate: Quilapayún

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«El estilo, el clásico «desenchufado a capella» que nos hartaríamos de oír, pero con una fuerza y una pureza poco común, y como digo, algunos injertos sonoros sorprendentes y energéticos»

Quilapayún
“Por Viet-Nam”
DICAP, 1968

 

 

Texto: DARÍO VICO.

 

 

En el verano de 1968, lejos de la soleada y psicodélica California, lejos del swingueante Londres, pero igualmente con ánimos de «shockear» el sistema de la manera más enrrrollada posible, se reúnen en Sofía (Bulgaria) 20.000 jóvenes de todo el planeta –y suponemos que un número similar de agentes del orden público, secreta y miembros surtidos del contraespionaje– en la novena edición del “Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes”, que se viene celebrando desde 1947 a instancias de reunir a los cachorros del comunismo internacional. Ese año, los invitados espaciales son un grupo de representantes de la «heroica juventud de Vietnam», un remoto lugar donde muchos creen que se dirime una lucha que puede dilucidar el destino del mundo, donde se pueden consagrar los sueños de libertad, donde, ¡por fin!, se puede derrocar al imperialismo.

El veterano partido comunista chileno decide hacer algo para homenajearlos como merecen y comisionan a Quilapayún (que en su origen significa ‘tres barbudos’, porque eso es lo que eran sus fundadores, Julio Numhauser, Julio Carrasco y su hermano Eduardo, tres barbudos con una guitarra frente a un micro) para que graben una serie de canciones en apoyo del pueblo vietnamita. Por aquel entonces, y reconvertidos en quinteto, son un grupo ya muy conocido entre la progresía chilena, que ha grabado dos elepés bajo su nombre y alguno más como brazo armado-sonoro de Víctor Jara, que a su vez ejerce como su director musical.

Poco después, aquellas canciones se plasmarían en un disco, “Por Viet-Nam”, que amén de tener un tremendo impacto en el Chile de su época, sentaría las bases de una nueva manera de entender la canción social con sustrato folklórico. Un disco que, además, se edita, primero con las iniciales JJ y posteriormente bajo las de Dicap: JJ responde ni más ni menos a la abreviatura por la que se conocía a las pujantes Juventudes Comunistas Chilenas. Dicap, a la consolidación discográfica de este intento como Discoteca del Canto Popular, que editaría numerosísimos discos en los años siguientes, hasta el golpe militar de 1973, que se convertirían en un fenómeno social, en la prueba tangible para muchos ciudadanos chilenos de que compartían un ideario, una causa, una manera de entender la vida… Hasta tal punto que el sello de las juventudes comunistas llegó a copar el ¡treinta por ciento de las ventas discográficas del mercado chileno compitiendo con las entonces todopoderosas multis! Un porcentaje inferior por muy poco al 36 por ciento con el que la Unidad Popular comandada por Salvador Allende ganaría las elecciones que le convertirían en presidente un par de años después. Dicen que una de las primeras cosas que el gobierno pinochetista hizo en el 73 fue quemar todos los masters de Dicap, y simplemente poseer una copia de uno de sus discos se convirtió en un riesgo… El sello, por cierto, resucitó hace algunos años y tuvo su papel en el renacimiento del nuevo pop chileno.

Pero vamos con “Por Viet-Nam”, registrado en 1968 por Patricio Castillo, Willy Oddo, Julio y Eduardo Carrasco y Carlos Quezada, con Jara como mentor, y coronado por una impactante portada de Vicente y Toño Larrea, que le da un aire muy de disco conceptual de la época, lo que efectivamente es, dentro de su heterogeneidad; una sorprendente mezcla de canciones tradicionales y «contingentes», referencias al legendario «outlaw» local Joaquín Murieta y al contemporáneo Che Guevara, temas rescatados del repertorio republicano español –la tremebunda ‘Que la tortilla se vuelva’ con esos versos tan 15-M que dice aquello de “qué culpa tiene el tomate, que está tranquilo en la mata / y viene un hijo de puta, lo mete en una lata y lo manda pa’ Caracas” o un precioso y emocionante ‘El tuturururú’–, préstamos afrocubanos de tremendo poderío rítmico, agitprop italiano y soviético y, abriendo el álbum, el homónimo “Por Viet-Nam” con un estribillo que reza “Yankee, yankee, Yankee, ten cuidado… Aguila negra, ya caerás”.

El estilo, el clásico «desenchufado a capella» que nos hartaríamos de oír, pero con una fuerza y una pureza poco común, y como digo, algunos injertos sonoros sorprendentes y energéticos; no en vano la idea era respetar el ideario internacionalista y al final algo de eso queda en lo musical. Lo que muchos años después se llamaría «sono mondiale» o «world music», pero en su embrión más pureta y revolucionario.

Este disco marcó un momento en su país, aunque fuera serían mucho más conocidos la “Cantata Santa María de Iquique” grabada tras la victoria de Allende o el totémico “El pueblo unido jamás será vencido”, registrado ya en París, puesto que a Quilapayún les pilló el golpe en la capital francesa, donde se establecieron por muchos años. Bastante tiempo después, Quilapayún regresaron a Chile. No encontraron, por un tiempo, quien registrara sus canciones. Las discográficas tradicionales estaban en el principio de su eterna crisis y quizá la música tampoco era ya un arma revolucionaria como para que invirtiera en ella la izquierda chilena.

Curiosamente, los miembros de Quilapayún, que ya habían roto oficialmente con el Partido Comunista años atrás, llegarían a pleitear entre ellos por el uso comercial de su nombre entre dos facciones enfrentadas, más por el negocio que por el legado; más curioso aún cuando en aquellos años de gobierno de Allende, los mismos miembros del grupo llegaron a promover unos «talleres Quilapayún» para que se formaran músicos que alimentaran «quilapayunes» que recorrieron Latinoamérica expandiendo las canciones y el mensaje… ¡Algo que luego intentarían los teutones Kraftwerk y nunca llegaron a llevar a cabo!

Nota: El autor de este texto pide disculpas de antemano por sus errores, provocados por su distancia espacio-temporal con los hechos, y admite que parte de lo escrito es una mera interpretación sobre ellos, y agradece conocer las de otros.

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