Operación Rescate: Piel de Pueblo

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«Un disco subterráneo pero que tuvo su momento y su lugar e influyó, a veces imperceptiblemente, en mucha gente que apenas lo recuerda, pero lo tiene alojado como un alien en algún lugar de su cerebro»


Piel de Pueblo
“Rock de las heridas”
BEAT GENERATION, 1972 / 2012

 

 

Texto: DARÍO VICO.

 

 
Beat Generation es un sello nacido por iniciativa del Enano Ramone, miembro de Piolines y punk irreductible, que ha editado material de Ratos de Porao, Brujería o demenciados proyectos patrios como Webeloss y Capitán Entresijos. Así, de primeras, sorprende que rescate en vinilo un viejo disco de Piel de Pueblo, proyecto efímero de hard rock con vetas psicodélicas de un ancestral peludo argentino, Pajarito Zaguri, que se editó en su Argentina natal en 1972 para deleite de otros peludos locales y del que aquí jamás se supo, salvo por unos cuantos coleccionistas enfermizos del género que pagaban por él burradas. Sin embargo, la conexión existe.

Piel de Pueblo es el proyecto de Zaguri (ex Beatniks, glorias del primigenio rock argentino) posterior a La Barra de Chocolate, banda de post-beat con un notable ya poso ácido mejor conocida a este lado del charco, en este caso por los aficionados a la cría de amebas en los garajes. Muy de su tiempo, muy de segundo mundo –lo que eran entonces la España del tardofranquismo y la Argentina de la eterna dialéctica entre acción, reacción y contracción–, “Rock de las heridas” trata de chutarse influencias muy diversas de la brecha entre sesentas y setentas con un ligero retardo y una libertad para interpretarlas que lo hacía completamente diferente a lo que practicaban sus contemporáneos gringos; en ese sentido, ese intento de hacer injertos de todo tipo, de encontrar la rareza por la vía de normalización, y sobre todo, de usar la música como arma arrojadiza para despertar al peludo de enfrente, encaja perfectamente entre todas las demás referencias de Beat Generation.

El disco en sí tiene «un de todo», que diría mi abuela; petardazos fuzzeros conducidos por las guitarras de Zaguri y su viejo compañero de andanzas Nacho Smilari como ‘Silencio para un pueblo dormido’, hardrockazos reconvertidos en suites como ‘La tierra en 998 pedazos’, cosas tan raras como su propio nombre indica, caso de ‘Sexo galáctico’, o cuitas enrolladas para pasar el rato como ‘El rockito de la bufonada’. Es un disco subterráneo pero que tuvo su momento y su lugar e influyó, a veces imperceptiblemente, en mucha gente que apenas lo recuerda, pero lo tiene alojado como un alien en algún lugar de su cerebro; aquí y ahora un capricho «vintage», quizás, pero que tiene su punto en un tiempo, momento y lugar en el que es perfectamente decodificable. Una pedrada, como dice en algún lugar de sus notas interiores, que emparentan los expertos con Deep Purple (posiblemente por ahí querrían andarse Pajarito y sus compañeros) pero a mí me recuerda a algo a medio camino entre los primerísimos Leño post Ñu, el Ramoncín de su primer contrato con la EMI y los Kaka de Luxe producidos por Mariscal Romero.

Un disco menor, quizá, pero un disco realmente interesante. El sonido, agresivo, que necesita de volumen para arañar, y que al girar el potenciómetro desvela el encanto de la baja fidelidad, despertará el corazoncito de los aficionados veteranos, esos a los que esas limpísimas producciones caseras, pero cíber-homogeneizadas, dejan fríos. “Rock de las heridas” es un afortunado rescate, 500 rodajas de vinilo que deseo que lleguen a quien tenga tiempo y ganas de escucharlas y no a quien simplemente lo quiera para llenar un hueco en su colección de rarezas pretéritas. Al fin y al cabo, las heridas de las que habla siguen abiertas.

Anterior entrega de Operación rescate: Quilapayún.

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