«Un álbum que pasó bastante desapercibido pero que dejó algunas grandes composiciones»
Pancho Varona
«Pancho Varona»
RCA/BMG, 1995
Texto: JUAN PUCHADES.
A Pancho Varona todos lo conocemos, desde hace décadas, como el más fiel escudero de Joaquín Sabina. Lo que quizá sea menos conocido es que, más allá de producciones para terceros, en dos ocasiones ha abandonado al jefe para liderar discos propios: la primera en 1987, en el primer disco (un minielepé) que grabó Viceversa, el que por entonces era grupo de apoyo del de Úbeda. La segunda tuvo lugar en 1995, cuando se animó a grabar un álbum propio que, como todo debut que se precie, por único título lucía su nombre.
Un disco que Varona (con aspecto bucólico en las fotos de la portada) se autoprodujo en colaboración con Antonio García de Diego (el otro socio más leal de Sabina) y Tino Di Geraldo. Para las canciones recurrió a textos propios y a cesiones de Benjamín Prado, su hermana Gloria y, cómo no, el mismísimo Joaquín Sabina. En lo estrictamente musical, es un disco de rock. Sin dudarlo, de cantautor rock. Eléctrico y urbano, para entendernos. Con el propio Pancho haciéndose cargo de la voz.
Aunque pasó bastante desapercibido, dejó algunas grandes composiciones: la preciosa ‘Tu bufón’, con su impulso de country rock suave; ‘Toda la mitad’, un funky intenso alrededor de una ruptura (gran letra del mismo Varona: «Te dejo la ropa, la puedes tirar, / te dejo el revólver, lo puedes usar»); ‘Tus armas’, sobre los amores inevitables («Cuando intento escapar a toda prisa, / me derriba de un golpe tu sonrisa»); también ‘No es serio’, ‘Camino de vuelta’ o la acústica y hermosa ‘Un día’.
Incluso se atreve con una lectura a su modo de ‘No me importa nada’, el éxito que le escribió a Luz años antes. Y claro, quedan las dos letras de Sabina hechas canción: ‘Corazón de contrabando’ («Ando buscando una mujer perdida como yo, / una canción capaz de hacer de tripas corazón») y ‘El Bronx de Fuencarral’, dos joyitas. El maestro recurrió a la primera, grabándola con el nombre de ‘Contrabando’, y con retoques en la letra, en su «Alivio de luto» (2005). La otra queda como rareza para que la disfruten los seguidores de su socio.
Un disco muy recomendable que en una escucha actual solo se ve algo aquejado de un sonido no demasiado natural y con la voz situada demasiado atrás. No estaría nada mal remezclarlo y ponerlo al día, porque, vale, es una rareza, pero lo merece. Como tampoco estaría de más que Pancho Varona grabara un segundo álbum, que han pasado diecinueve años y seguimos esperando…
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