«Dentro de los sonidos cálidos se conserva la rabia del rocker que Nel·lo y sus compinches llevan en las venas. Variedad sí, pero con clase. Ritmos latinos, también, pero además tonadas portuarias»
Nel·lo y La Banda Del Zoco
«Derechito al infierno»
UNIVERSAL, 1998
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Cuando en 1997 Dani Nel·lo abandona Los Rebeldes, empieza una cruzada personal en busca de una identidad diferente. Algo así como una carrera hacia lo que siempre quiso ser, y lo hace sin renegar de su pasado, manteniendo el espíritu rocker, pero con una evidente mirada hacia el horizonte. Sus intentos, sus proyectos, algunos más exitosos que otros, le llevan por diferentes terrenos y le curten como músico. Algo que sin duda tiene mucho que ver en la repercusión de su última apuesta, los Mambo Jambo, quizá uno de los combos más interesantes que han recorrido las carreteras de nuestro país en mucho tiempo.
Pero como todas las buenas historias, la de Nel·lo fuera de Los Rebeldes tiene un buen principio, mucho antes de sus aventuras en Tandoori Lenoir, un excelso grupo de rhythm’n’blues instrumental, de sus incursiones en el teatro (excelente el «Estranyes sensacions» que pude verle interpretar en el Espai Brossa hacia 2003) o de sus múltiples apariciones en conciertos y discos ajenos (Lee Rocker, Bunbury, Kiko Veneno, Nick Curran, Jackson Browne, Nu Niles, David Lindley). Y esos inicios tienen nombre propio: el de La Banda del Zoco.
Jorge Rebenaque, actualmente enrolado en el grupo de Enrique Bunbury, y Enric “Nota” Parés son sus compañeros de aventura, y el veterano y conocido Jaime Stinus el productor elegido para dar forma al primer disco de la banda, «Derechito al infierno», que se iba a editar a través de Universal Music en 1998. Un disco lleno de multiculturalidad, que muchos quisieron relacionar rápidamente con la carrera de Santiago Auserón y su alter ego en forma de Juan Perro, aspecto para el que la similitud de sus voces ayudaba y mucho, pero que tenía algo que iba más allá. Dentro de los sonidos cálidos se conserva la rabia del rocker que Nel·lo y sus compinches llevan en las venas. Variedad sí, pero con clase. Ritmos latinos, también, pero además tonadas portuarias, escondidas en el arrabal de la vida e hilvanadas a partir de letras llenas de la ansiedad por vivir cosas nuevas y por contar las ya vividas. Canciones indefinidas en su estilo como ‘Carta a Filippo’, cabareteras como ‘El Renegado’ o eminentemente rock como ‘La ciudad de las mentiras’.
«Crápula» (1999) sería la continuación a «Derechito al infierno», y aunque la fórmula se mantiene y el disco funciona, se evidencian demasiado rápido muestras de agotamiento. Nel·lo, espíritu inquieto, ya está pensando su siguiente paso. La carrera continúa y se sabe cada vez más cerca de su objetivo. Aunque si durante el camino alguien es capaz de dejar discos tan grandes como estos, bienvenida sea la búsqueda.
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