«Este regreso a las tinieblas se tiñó de cierto oportunismo, aunque por otro lado no había otra manera posible de devolver los golpes recibidos por aquellos que citaban al músico y su banda como una temible influencia sobre la juventud yanqui»
Marilyn Manson
“Holy Wood (In the shadow of The Valley of Death)”
INTERSCOPE, 2000
Texto: JUANJO ORDÁS.
Marilyn Manson eran una banda que reventó su propia carrera. Debutaron con el notable “Portrait of an american family”, disco al que siguieron el célebre EP “Smells like children” (que contenía su millonaria versión del ‘Sweet dreams (Are made of this)’ de Eurytmics) y poco después “Antichrist superstar”, su obra maestra, un disco que a día de hoy ya es un clásico del rock and roll.
A partir de entonces todo fue el reverso de lo que había sido una carrera perfecta. Las últimas gotas de inspiración llegaron en forma de un par de temas excepcionales para dos bandas sonoras (‘Appple of sodom’ y ‘Long hard road out of hell’) para después iniciar una era mediocre que palidecía ante esplendores anteriores. El vocalista e ideólgo de la banda comienza a acaparar áun más antención consiguiendo que se identifique el nombre grupal con el suyo propio. Pero su gran despropósito sería el siguiente paso tras el genial “Antichrist superstar”. Sin ser capaz de vampirizar las influencias que llamaban su atención, decide calcarlas para el que en 1998 fue su nuevo trabajo, “Mechanical animals”. David Bowie y la banda underground Psychotica serían fotocopiados para un disco mediocre que, de haberse planteado de otra manera, podría haber sido notable (buenísima producción de Michael Beinhorn, por cierto). La oscuridad desaparece, el blanco y brillos metálicos toman el sonido de un artista preparado para dar su visión del glam-rock, aunque sin la inspiración de antaño.
Tras una gran perdida de credibilidad y con la masacre estudiantil de Columbine (USA) habiendo puesto el objetivo del rifle sobre él, Manson decide retornar a la oscuridad con “Holy Wood (In the shadow of The Valley of Death)”, trabajo notable con el que devolvía los ataques que los medios morales norteamericanos habían vertido sobre él. Al margen de su lógica defensa, ese regreso a las tinieblas se tiñó de cierto oportunismo, aunque por otro lado no había otra manera posible de devolver los golpes recibidos por aquellos que citaban al músico y su banda como una temible influencia sobre la juventud yanqui.
Si “Holy Wood (In the shadow of The Valley of Death)” hubiera sido el siguiente paso tras “Antichrist superstar”, la reputación musical y filosófica de Manson jamás habría sido perjudicada. Algo se había perdido por el camino, no tanto la autenticidad como la naturalidad y espontaneidad. Pese a ello, el disco es una pieza notable y extensa (diecinueve temas), que mantiene un nivel de alta y homogénea calidad al que solo cabría reprochar las influencias del “Song 2” de Blur en ‘The fight song’ (una buena canción, ciertamente). La producción era gruesa, con los matices justitos y bastante crudeza en las bases, tanto que parece que el grupo está tocando en vivo. De hecho, muchas de sus canciones parecen pensadas para crear el éxtasis en concierto (‘President dead’, ‘The love song’), con mensajes políticos concisos (‘Cruci-fiction in space’, ‘The death song’) y arrebatos de punk (‘Burning flag’). Además, la banda daba con la fórmula adecuada para firmar baladas sin perder nervio (‘Lamb of god’, ‘Coma black’), un mérito pues hablamos de un ente musical violento dando con el camino que con “Mechanical animals” habían perdido.
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