León Gieco
«Desenchufado»
EMI ARGENTINA, 1994
Texto: JUAN PUCHADES.
El caso de León Gieco (Cañada Rosquín, Santa Fe, 1951) resulta ejemplar dentro del rock argentino; frente a tanta estrella sobrevolando las nubes, Gieco siempre ha parecido tener los pies bien aferrados al suelo. Su obra se inicia en 1973 con producción de su amigo Gustavo Santaolalla y ya desde el principio su música le debe tanto al folclore argentino y la tradición folk yanqui (con dejes dylanianos) como al rock, mientras se adentra en temáticas de compromiso social, a veces de forma directa y otras (cuando había que sortear la censura) con metáforas fácilmente comprensibles para oyentes receptivos.
Cualquiera de sus trabajos discográficos mantiene una calidad apabullante, siempre con su voz nasal presente, cálida y suave y, pese a que algunas de sus canciones puedan parecer excesivamente ingenuas, todas se levantan porque sabemos que Gieco escribe desde el corazón y la dignidad, desde el compromiso personal. A caballo entre el folclore y el rock, nunca ha tenido problemas para dejarse llevar hacia un lado u otro, grabando con compañeros como García o Calamaro, ofreciendo conciertos junto a Pete Seeger (existe testimonio sonoro del encuentro) o cuando registró, recorriendo Argentina de Norte a Sur, esa serie de discos portentosos que son «De Ushuaia a La Quiaca» en los que, de nuevo junto a Santaolalla, se puso a grabar a pie de calle y en colaboración con trovadores populares, recuperando la esencia del folclore tradicional argentino.
Este «Desenchufado» no es necesariamente su mejor disco, si llega a esta sección, en lugar de alguno de sus álbumes originales, es porque tuvo distribución en España –en el colmo de lo extraño, a través de su edición alemana: moraleja, a Gieco se le edita en Alemania y aquí desconocemos casi por completo su existencia, pese a que Fonomusic editara un primer recopilatorio ya en 1988–, y puede servir de introducción para aquellos que no conozcan su obra, pues recoge algunos de los mejores temas de su repertorio en nuevas lecturas: ‘Semillas del corazón’, su versión de ‘El fantasma de Canterville’ de Charly García, el homenaje a Víctor Jara en ‘Chacareros de dragones’, ‘La navidad de Luis’, ‘Pensar en nada’, ‘Soy un pobre agujero’, ‘Tema de los mosquitos’ o ‘Sólo le pido a Dios’, ese himno pacifista que en España popularizó Ana Belén.
Lo de menos en «Desenchufado» es que esté grabado en Los Ángeles (ciudad en la que Gieco residió a finales de los setenta mientras huía de la represión militar argentina) con la colaboración de luminarias como David Lindley o Michael Landau, lo importante son las canciones, canciones imprescindibles de uno de los artistas fundamentales del rock del Cono Sur.
[Este texto se publicó originalmente en EFE EME 13, de diciembre de 1999]
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