Electronic
«Electronic»
VIRGIN, 1991
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
A finales de 1989, cuando la radio en este país aún no había perdido casi por completo su capacidad nutritiva, alguna emisora estatal preconizaba con ‘Getting away with it’ el advenimiento del prometedor sonido de la nueva década, los 90. Hoy en día tal hipérbole puede sonar entrañablemente desfasada, pero lo cierto es que aquel estupendo single de Electronic no podía generar una expectativa mayor: dos de los cerebros mejor amueblados del pop británico unían sus fuerzas en un proyecto conjunto con una excelente tarjeta de presentación. Por un lado, Johnny Marr, el virtuoso guitarrista cuyo afán por explorar sus propios límites había llevado a la disolución de los Smiths sólo un par de años antes. Por el otro, Bernard Sumner, vocalista de unos New Order que habían tocado su cúspide hacía sólo meses con el celestial «Technique» (89). El fruto en formato largo de lo que en un principio se perfilaba como una colaboración coyuntural llegaría con Electronic, publicado en mayo de 1991 (alcanzó el número 2 en las listas del Reino Unido nada más salir), el mejor de los tres álbumes de una aventura paralela de calidad decreciente (tanto «Raise the pressure», del 96, como «Twisted tenderness, del 99, resultaron decepcionantes en comparación), y, con mucha diferencia, la mejor entrega discográfica de entre todas las cuajadas por cualquiera de las bandas satélites de New Order. No está de más recordarlo, porque sin la merecida opacidad de The Other Two (más allá de un par de singles), Bad Lieutenant y, sobre todo, Revenge y Monaco, no se entenderían operaciones tan clamorosamente interesadas como la que Peter Hook (bajista de la banda de Manchester) lleva meses ofreciendo, exhumando sin necesidad (más allá de la crematística) el legado de Joy Division. Es más, el debut de Electronic es el único que le puede aguantar la mirada sin pestañear a las entregas menos laureadas de New Order.
Más allá de lo que un disco tan arrebatadoramente pasional pueda deparar en el recuerdo personal de cada cual –en el caso de quien esto escribe, fue una compañía sonora inagotable durante un interminable verano (post) adolescente de esos que, como decían Migala, duelen de verdad, desde la tarde de finalización del selectivo en junio hasta el comienzo de los estudios universitarios en septiembre–, no se puede negar que el destello de Electronic es, aún hoy, cegadoramente brillante. Un clásico absoluto de una forma de entender el pop electrónico que ya, por desgracia, se estila poco (apenas retomada hoy en día por bandas como Cut Copy), y que tenía mucho más en común con las maneras de New Order que con las de The Smiths. Algo lógico si nos atenemos a la lejana y no satisfecha necesidad de Marr por experimentar con sonidos menos clásicos y a la inercia post Technique de Sumner. El rosario de singles que generó no explica por sí sólo, ni mucho menos, todos sus excelentes argumentos. La relajada ‘Get the message’, la pegadiza ‘Tighten up’ o el rap (¡quién lo iba a decir!) de ‘Feel every beat’ eran cuatro puntales de excepción, pero, pasados casi veinte años, sería injusto negar el poder de fascinación que piezas tan puntillosa e inmaculadamente construidas como ‘Idiot country’, ‘Gangster’, ‘Try all you want’, ‘The patience of a saint” (con la colaboración inestimable de Neil Tennant, de Pet Shop Boys) o ‘Some distant memory’ pueden ejercer, escuchadas con perspectiva del tiempo transcurrido y certificación de lo que nos depara el presente. Diez canciones (en su edición vinilo, once en el CD) que son diez gemas de pop electrónico frío por fuera y ardiente por dentro. Canónico e imperecedero.
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