Desde Santurce a Bilbao Blues Band
Vidas ejemplares
EXPLOSIÓN/CFE/RCA, 1973
Texto: LUIS LAPUENTE.
Escarbamos en el pasado musical de Moncho Alpuente en busca del descacharrante Vidas ejemplares, auténtico incunable del rock tuno patrio, que dirían en Mondo Brutto. Pero antes, hagamos un poco de historia.
En 1970 murieron Jimi Hendrix y Janis Joplin, se separaron The Beatles y Salvador Allende alcanzó en las urnas la presidencia de Chile. En España, los hombres del año fueron el boxeador Urtáin, proclamado campeón europeo de los pesos pesados, y Julio Iglesias, lanzado al estrellato con el tema «Gwendolyne». Entretanto, la Europa democrática se escandalizaba con el Proceso de Burgos y en un teatro madrileño triunfaba la comedia satírica Castañuela 70, una ácida parodia musical de la casposa sociedad española del momento. Como máximos responsables del espectáculo figuraban el grupo independiente Tábano –que había debutado tres años antes en el Corral de Comedias del Colegio Mayor San Juan Evangelista– y los inenarrables Madres del Cordero, traducción cañí de The Mothers of Invention de Frank Zappa, en cuya gestación participaron el entonces estudiante de periodismo Antonio Gómez «El Chirla», el futuro físico, meteorólogo y divulgador científico Manuel Toharia, además de Javier Estrella, Álvaro Ibernia, Jordi Pi y, por supuesto, Moncho Alpuente. Castañuela 70 duró en cartel justo el tiempo que tardó la autoridad competente en enterarse –y, por supuesto, en prohibirla– y Las Madres del Cordero pasaron a mejor vida tras la edición de un único single con los temas «La niña tonta de papá rico» y «A beneficio de los huérfanos».
Dos años después, Moncho Alpuente fundó Desde Santurce a Bilbao Blues Band sobre las cenizas de aquellas Madres, y recuperó buena parte del repertorio de Castañuela 70 en el álbum Vidas ejemplares, producido por Alain Milhaud con arreglos de Carlos Montero e intervenciones estelares de Vainica Doble y Rosa León (coros), Massiel (voz en el tema «Soy la mujer»), y Luis Eduardo Aute, Hilario Camacho y Jorge Krahe (coautores de algunas canciones).
Precedido por un single de nula repercusión comercial («El ídolo» / «No sea usted original»), el LP satirizaba sin piedad géneros y arquetipos en clave de comedia bufa: el dominguero cutre de «El hombre del Seiscientos» –cuyos aires de rumba le ganaron cierta popularidad– el cantautor de medio pelo de «El ídolo» («Mi voz es una mina. / Mi abuelo era minero, / se llamaba Manuel. / No canto por dinero»), el urbanita estreñido de «Danza de los orangutanes», el nuevo rico y el marqués apolillado de «A beneficio de los huérfanos», el oficinista mediocre de «No sea usted original» («No sea usted original, / don Fulano de Tal. / Piense que sus amigos / le van a mirar mal»), la mujer objeto de «Soy la mujer»… Todo ello condimentado con su pizca de charlestón, de rumba, de cabaret burlesco y pop celtibérico, y regado con puro vitriolo, el mismo que el grupo dedicó con ironía en el tema de Aute «Los fantasmas» a esos progres de salón que formaban parte de su propio público: «Todos somos muy fantasmas, / no hay quien no sea fantasma. / Y el que no lo reconozca / es un cabrón». Lo dicho: vidas ejemplares.
[Este texto se publicó originalmente en EFE EME 18, de mayo de 2000.]