“Encontrarnos en este álbum temas como ‘Fat lady wrestlers’ o ‘Bring a fiend’, con esos dejes mod garageros de reminiscencias northern soul que acaban desembocando en el groove, es dar con los primeros hallazgos de esa corriente anglosajona que terminaría inundando el mundo entero y dando ideas a bandas como Oasis y Blur”
Sara Morales retrocede a 1988 para recuperar el segundo disco de la banda inglesa de rock alternativo, preludio fundamental para el siguiente disco, considerado el mejor de la formación, “Pills’n’thrills and bellyaches”.
Happy Mondays
“Bummed”
FACTORY RECORDS, 1988
Texto: SARA MORALES.
Aunque John Cale apadrinara la producción de su álbum debut en 1987 y con ello les llegara la atención mediática, o su tercer disco, «Pills ‘n’ thrills and bellyaches», sea considerado como su gran obra maestra a nivel musical, fue este «Bummed» el trabajo más significativo de los Happy Mondays. Un segundo elepé con el que mediaron vívidos entre el pasado y el presente, y supieron bocetear el sonido de los tiempos que estaban por llegar.
A finales de los 80 el cielo de Manchester todavía no se había despejado de las nubes negras y la oscuridad heredada por Joy Division. Sin embargo, el brío de una nueva escena reunida en torno a la cultura rave y el acid house, acompañada por los estragos del éxtasis y las interminables noches de club, avanzaba decisiva para asentarse en el ajetreo cultural de una ciudad ya industrial en esencia. Pero la banda de Salford con el cantante y compositor Shaun Ryder a la cabeza, en su negación a renunciar al espíritu pop rock con el que habían dado forma a su propuesta, vieron como solución al conflicto la unión de ambos universos creando un muro de sonido tan personal y particular como trascendente. A sus reminiscencias de los Talking Heads –presentes en temas como ‘Do it better’– y a su vocación guitarrera comenzaron a aportarles bases dance, tambores sincopados y cadencias bajas. Todo ello, unido a la ornamentación electrónica del productor Martin Hannet (Joy Division, New Order), acabó convirtiéndose en una especie de funk eléctrico perfecto para la pista de baile de tintes fantasmagóricos.
El disco nos da la bienvenida bajo el desconcierto sónico de ‘Country song’ y se despide de nosotros con su faceta más asequible a través de ‘Lazyitis’, tema que se refugia en el mosaico popero del ‘Ticket to ride’ de los Beatles.
A las letras crípticas, inconformistas y concienzudas de Shaun, se suman las labores de instrumentación sobrenatural del guitarrista Mark Day, el batería Gaz Whelan y Paul Ryder –hermano del líder – al bajo. Juntos capitanean los segundos arrolladores en canciones como ‘Performance’ y ‘Brain dead’, cortejan melódicos a la voz en ‘Mad Cyril’ y ahondan en la “british invasión” con fragmentos de ‘Moving in with’.
Para cuando «Bummed» fue publicado en noviembre 1988, The Stone Roses, compañeros de escena, ciudad y fatigas, comenzaban a despuntar en una carrera más orientada hacia el rock alternativo. Ambas formaciones protagonizaron carteles y citas en la Hacienda, el mítico club y sala de conciertos del magnate Tony Wilson también fundador de Factory Records. Mientras The Stones Roses ofrecían la cara más amable y psicodélica de la escena, los Happy Mondays se encargaron de representar el lado lúgubre del desfase, muy en buena parte conducidos por la afición de Shaun a las drogas. Juntos, aunque muchas veces en disonancia, crearon el movimiento Madchester cuyo sonido recalaría directamente en la génesis del britpop.
Por eso, encontrarnos en este álbum temas como ‘Fat lady wrestlers’ o ‘Bring a fiend’, con esos dejes mod garageros de reminiscencias northern soul que acaban desembocando en el groove, es dar con los primeros hallazgos de esa corriente anglosajona que terminaría inundando el mundo entero y dando ideas a bandas como Oasis y Blur.
Con todo y con eso fue ‘Wrote for luck’ la canción de este disco que encumbraría a los Happy Mondays como banda de culto. La remezcla un año después por parte de Paul Oakenfold y Vince Clark, alma de Erasure, nos recordaría una vez más porqué su sonido fue padre de una era y soberano del colapso psicoeléctrico durante décadas en el Manchester noctámbulo.
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Anterior entrega de Operación rescate: “Más de cien lobos”, de 091.