Bernard Lavilliers
O gringo
BARCLAY/POLYGRAM, 1980
Texto: LUIS LAPUENTE.
La biografía de Bernard Lavilliers (St. Ètienne de Bernard Ovillon, 7 de octubre de 1946) reúne todos los ingredientes necesarios para consagrar a su protagonista como un artista de culto. Hijo de un obrero izquierdista y de una institutriz, insumiso en una época —mitad de los sesenta— que aún no conjugaba verbos políticamente correctos, viajero compulsivo, aventurero militante, reportero enamorado de tierras y de ritmos calientes, y uno de los poetas mayores del pop francés de este siglo, con la palabra mirando a Leo Ferré y la música enfocando a Bob Marley, Gilberto Gil y Ray Barretto.
En 1979, Lavilliers se compró un barco en St. Malo, lo bautizó Corto Maltese y se estableció en el continente americano, a caballo entre Kingston, Río de Janeiro y Nueva York. Allí conoció a Ray Barretto —con quien grabó el tremendo “La salsa”— y a Jimmy Cliff y preparó las canciones del que muchos consideramos su obra maestra maldita, el extraordinario O gringo, un disco memorable que incluso llegó a publicarse en España en su día —aunque sin respetar su formato original: LP y maxi con los temas “Traffic” y “Stand the ghetto”—. En las canciones, en las mejores canciones de O gringo late vivificante el espíritu mundano y existencialista de su autor; allí respiran las escamas de la pasión, de la soledad, del alcohol barato y los hoteles miserables; revientan las cicatrices de los desengaños y el hedor de las noches insomnes.
No, no se trata de una obra sin fisuras, y ahí reside también una parte de su encanto irresistible, pero aún conserva un puñado de gloriosas instantáneas de una época en que el rock fue auténtica encrucijada cultural: “O gringo”, “Kingston”, “Est-ce ainsi que les hommes vivent?” —música de Leo Ferré sobre un poema de Louis Aragon— y la extraordinaria “Stand the ghetto”, una visión conmovedora de la vida en los suburbios de la capital jamaicana: “I and I love the island in the sun / I and I know when and where I go / But it is so hard to feed my kids / But it is so hard to stand the ghetto”.
Para más información sobre este bendito iconoclasta, se recomienda la antología Histoires (Barclay/Polygram, 1998) y el libro Bernard Lavilliers. Itinéraires d’un aventurier (Éditions Du Rocher, 1998).
[Texto publicado originalmente en EFE EME 12, de noviembre de 1999]