DISCOS
«Plantan sus credenciales a lo grande, en la jeta de lo más escépticos»
Beach House
Once twice melody
BELLA UNION/PIAS, 2022
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Hay algo desafiante, muy desafiante en este disco. Es como un doble o nada. Dieciocho canciones que han sido desveladas en cuatro epés consecutivos en solo unos meses, algo a lo que prácticamente nadie se aventura hoy en día. Plantando sus credenciales a lo grande, en la jeta de lo más escépticos. Como si quisieran reírse en la cara de quienes hasta hace unos años apenas les consideraban poco más que aplicados émulos de Cocteau Twins.
Hace ya mucho tiempo que Beach House son bastante más que eso. Recuerdo verles a principios de diciembre de 2008, en una pequeña sala de Londres, cuando presentaban Devotion (2008), su segundo trabajo, y el trecho desde entonces es enorme. Tan amplio como la diferencia en la capacidad de los recintos que llenaban entonces y los que llenan ahora.
Y es que tampoco era fácil predecir que la amplitud de frecuencias de su música pudiera llegar a ser tan ancha. En permanente idilio con lo sensorial, con las cualidades escapistas y más oníricas del pop, pasma comprobar cómo Victoria Legrand y Alex Scally han ido picoteando del pulso motorik del kraut, del aliento cinemático de la escuela Broadcast, del zumbido narcótico de Mazzy Star o incluso de esa electrónica planeadora y afrancesada que tanto recuerda a Air o a discípulos aventajados como Melody’s Echo Chamber.
Su surtido de cenefas, su catálogo de melodías y su inventario de guirnaldas es desbordante, jugando a pleno antojo con las leyes del espacio y la densidad, reinando en ese siempre fértil territorio que es la duermevela. Y este no es más que el ansiado disco doble al que aspira cualquier gran grupo que se precie. Aquel con el que certificar que su visión del pop en cinemascope empieza a ser tan inabarcable como su maestría a la hora de domarlo.
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Anterior crítica de discos: Latidos y culebras, de María Guadaña.
