“Ojos grises”, de Fernando Llor, Roger Vidal y Álex Batlle

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LIBROS

“Una elegía a la Barcelona de los barrios, barrios con personalidad y orgullo de clase”

 

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Fernando Llor, Roger Vidal y Álex Batlle
“Ojos grises”
PANINI

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

En septiembre de 1988, un joven es agredido en las fiestas mayores del barrio barcelonés de Poble Nou cuando la policía interviene en un concierto punk. Eran tiempos preolímpicos y de aquellas las autoridades estaban especialmente preocupadas porque todo saliese al dedillo. Debían de transmitir órdenes, incluso tácitas en su nerviosismo, de limpieza de determinados barrios y actitudes. Una denuncia de las asociaciones de vecinos prospera y los agentes son reconocidos y castigados. Seis meses después, al volver una noche a su casa desde la zona que que actualmente acoge al Razzmatazz, es de nuevo agredido por un grupo de fascistas.

Este hecho es lejanamente inspiración para que Llor, Vidal y Batlle –encargados de guión, dibujo y color– reflejan en un álbum la historia de una pandilla de chavales que viven en el mismo barrio y en la misma época y asisten por casualidad a una brutal paliza de un policía a un pequeño traficante que concluye con la muerte de éste. Un relato de amistades juveniles, de primeros amores y de compromiso en el que la pandilla monta un entramado de espionaje al policía –que vive también por esas calles– para hacerle confesar.

Es también una historia de la ciudad, que aparece reflejada en el justo momento de metamorfosis. Recuerdo bajar en esa época por las calles que daban directamente al mar y encontrarme antes de llegar a la playa con un grupo de casas bajas que lo tapaban, una pequeña aldea cuyas esquinas salían directamente a la arena. Pues bien, la primera viñeta tiene en primer plano esas casas y de fondo las torres gemelas del Port Olímpic en construcción, una vieja fotografía en tonos sepia que ya abre el magistral diseño del cromatismo que acorde con la historia recorre la gama que va de lo deslumbrante a lo crudo.

En este ambiente de plazas y bancos –en la época solíamos parar poco por casa– los jóvenes, como testigos de la paliza, deben activar su conciencia y tomar una decisión. Es decir, dejar atrás su infancia en determinada época cuya ambientación está muy bien trazada, desde los coches y las cocinas, hasta la música que va de Rumba 3 –¿recuerdan los walkman?– hasta Madonna.

En definitiva, una novela de aventuras juveniles que tiene mucho que ver con la estela que va de Tom Sawyer a Enid Blyton, sobre la que flota el primer amor y las relaciones con los padres –no siempre modélicas, pero sinceras– y que aborda temas sociales e individuales como el compromiso y la pérdida de la inocencia. Y en el fondo, una elegía a la Barcelona de los barrios, barrios con personalidad y orgullo de clase, seguramente la ciudad española en la que uno más se liga a su pequeño espacio, a su hogar, que en ocasiones no son más que cuatro calles.

Anterior crítica de libros: “Hoy el viento sopla más de lo normal. Mikel y Diego, mucho más que Duncan Dhu”, de Javier Escorzo.

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