Tabletom
Mezclalina
RCA, 1980
VALOR: 120 Euros
Una sección de VICENTE FABUEL.
Ni por asomo somos conscientes de lo que supone que unos músicos que apenas han vendido discos cumplan 30 años de vida. En España, claro. Y además, no solamente vivos, sino que encima coleando. Más que algo insólito, lo que es, es un milagro. No se me ocurre ninguna forma mejor de presentar a los malagueños Tabletom. Dando guerra desde 1976 a lomos de un rock correoso y genuino tan deudor de las raíces andaluzas como del progresivo tardío de la época, las huestes de Roberto (vocales), Pedro (guitarra) y José (saxo y flauta) han ido sorteando todas las dificultades posibles inherentes a la profesión (a la cabeza de todas ellas, quizás la de tu indiferencia) y han terminado por hacer bueno el dicho de que triunfar –aproximadamente, entendámonos– es resistir. Lo han logrado, hace unos años editaron con el sello Nuevos Medios el habitual grandes éxitos demostrativo que el artista luce cierto “status”. Claro que, chulos ellos, lo llamaron Lo más peor (2004). Tampoco es de más recordar que de no haber mediado la versión que Extremoduro había hecho de su memorable “Me estoy quitando” para el álbum Agila, quizás otro gallo menos chulo les hubiese cantado.
Su primer disco, Mezclalina, auspiciado por Ricardo Pachón, fue grabado en el Madrid de 1979, años punkis y nuevaoleros en los que, francamente, la capital del reino no debía tener muchos ojitos para cosas peludas como las que presentaban en este vinilo de espléndida y lisérgica portada daliniana. Estos drogotas (ahora cannabinófilos, aclaran) y malaguitas hasta las cachas, gamberros, bocazas y cachondos, y al tiempo, místicos y contemplativos, es posible que trajeran algo de música “venenosa” (el disco debut de Veneno se había editado dos años antes) y usaban instrumentos como la flauta o el saxo que en modo alguno les servía para involucrarse en la entonces tan relamida fusión de marras, aunque es posible que en la negación de todas sus influencias esté la esencia de su incógnita personalidad. Eran Tabletom, simplemente, ahora se ve claro, pero entonces, demasiado pronto para establecer ni ésa ni ninguna otra categoría, bastante tuvieron con girar y girar (y tomar y tomar, y quitarse y quitarse…) y llegar hasta aquí presumiendo de tener, por lo menos, un disco soñado por unos cuantos miles de seguidores en todo el mundo. Jamás reeditado en ningún soporte –pueden continuar soñando Vds., pues–, tres de sus más celebrados temas (“Tipos duros”, “Ininteligible” y “Mezclalina”) aparecen en el mentado recopilatorio de Nuevos Medios. No hay excusa cabal, pues, para no citarse con una de las propuestas genuinas menos adocenadas de toda la fusión flamenco/freak de aquellos años.
Y como “pa soñar no hay que pagar canon”, podemos echar una cabezadita más y añadir a nuestras cuitas su fantasmal EP de 1983 (cuatro temas a 33 RPM y editado por el desconocido sello Fonodis) bajo el título de Recuerdos del futuro (DIS-17035). Eso sí, si despertamos del sueño y se nos ocurriera adquirirlo, en el más que hipotético caso de dar primero con él, habría que rascarse una cantidad alrededor de los 60 Euros. Y todo por no haberlo comprado en su día. Ya me lo decía mi mamá, nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.