Smash
Glorieta de los Lotos
PHILIPS, 1970
VALOR: 300 Euros
Una sección de VICENTE FABUEL.
Con el amplio rodaje previo de sus cuatro primeros singles en sellos como Diábolo y Philips un año antes, el debut en disco grande de los sevillanos Smash (el primero de los tres que llegaron a sacar) se iba a producir con este Glorieta de los Lotos en 1970, a la sazón tercer año de gracia del maldito underground español. Leyenda musical de nuestros años más oscuros, su esperado disco grande venía envuelto en una cuidada portada doble, primera vez que tamaño dispendio estético se otorgaba a un grupo de peludos hispanos, y recurriendo a la memoria habría que decir que el disco –uno de los primeros long-plays que llegué a comprar– no debió de parecerme estar a la altura de las 270 pesetas que este entonces adolescente hubo de abonar en tienda. En descargo de este atrevido juicio juvenil habría que matizar que quizás no tanto por el disco en sí –desde hace ya varias décadas, fino y elegante como pocos de aquellos días– sino porque los propios Smash hubieron de competir consigo mismo tras esos deslumbrantes cuatro singles mencionados y –sobre todo– porque les supongo perfectamente enterados del saco de maravillas que se editaron cada semana de ese prolífico año.
Dos temas revoloteaban alrededor del disco, el primero la habitual confusión en torno a los miembros del grupo que su portada alimentaba al mostrar únicamente a Julio Matito, Henrick Michael y Antonio Rodríguez. En la «cover» no aparecían ni Gualberto, en uno de sus viajes por los USA, ni Silvio, que sin embargo sí que aparecía en la portada del single que se extrajo del álbum, el excelente “Love millionaire”. El segundo era el tema de la consabida fusión que les ha marcado siempre, aquí ni rastro aún de flamenco, a salvo de los dejes sevillanos que muestran sus voces incluyendo diálogos entre alguna y otra canción, pero eso sí en perfecta comunión con otras palos foráneos, desde el blues al raga-rock, desde el rock and roll al folk, o del country al rock progresivo. Desde nuestro humilde balcón hispano un sorprendente vademécum que les permitía parecer contar con Bob Dylan de invitado en “Nazarín again”, zambullirse en los guetos del blues ácido tras los primeros ecos sinfónicos que abrían el disco («Forever walking”), manipular cintas al revés en “Ottenos” (Sonetos al revés), encontrar los lirismos de los californianos Love en “Love millionaire” o deconstruir el andamiaje básico del rock and roll a la usanza del Santo Patrón Little Richard.
Reeditado individualmente en CD por el sello Universal y formando parte de una integral de su obra por Rama Lama, hace unos años fue plastificado en vinilo por Thorns Backtrack Series en una corta tirada que desapareció en nada. Así pues, permanezcan atentos a la que aparecerá en breve, quizás ya a la lectura de estas líneas, porque el rango del primer vinilo de los sevillanos Smash no ha hecho sino crecer con el paso del tiempo.