QUI ÊTES VOUS, POLLY MAGOO?
Dir. William Klein
Cartel original del film, Año 1966
VALOR: 900 Euros
Texto: VICENTE FABUEL.
No se me ocurre ninguna otra película menos vista en todo el siglo XX y que a pesar de ello haya logrado convertirse en ese imprescindible icono estético en que ha derivado el film de William Klein, Qui êtes vous, Polly Magoo. Pésimamente reeditada (un rarísimo DVD Import se ofrece por ahí en alguna tienda virtual), ni las televisiones y filmotecas han hecho demasiado por ella, nada que uno recuerde, de forma que todo se lo ha ganado a verdadero pulso con el extraordinario poderío de varias de sus imágenes más impactantes, no en balde su director, norteamericano afincado en París, no era más que un fotógrafo de modas trasplantado al cine, eso sí, un fotógrafo excepcional. Y de eso iba la cosa, mecida al suave balanceo de la música de Michel Legrand, luciendo cameos con dos de los mas divertidos miembros del Movimiento Pánico: Fernando Arrabal y Roland Topor, y contando con actores profesionales como Jean Rochefort, Philippe Noiret, Sammy Frey o aquella exquisita Delphine Seyring que enamoró con su discreto encanto burgués a Don Luis Buñuel, este documental ofrecía una visión satírica del mundo de la moda y de la alta costura, planteada en unos años cruciales en los que gracias al “pret-a-porter” del “fashion designer” Pîerre Cardin y a la labor divulgativa de grandes fotógrafos como Helmut Newton o Cecil Beaton, la moda comenzó a llegar democráticamente a las capas populares. Enseguida conectó con el pop juvenil y… hasta ahora.
Pero bueno, dejémonos de trapitos porque de lo que se habla aquí hoy es de papel, del soñado cartel original de este neurálgico film pop de hace cuatro décadas. Diseño e imagen imborrable usada a destajo bajo cualquier finalidad, intención o pretexto, maravilla ye-yé finisecular en este clásico abrasivo de la cultura “sixties” que ha sido reproducido sin citar fuente alguna (ni la de su creador Klein ni la de la película de la que se extraía) y que igual ha servido para portadas de discos que nada tenían que ver con su original “soundtrack”, que de libros, anuncios publicitarios o cartelería “groove” en general. Invisible como Dios (excepción hecha de su mano argentina), el escandaloso precio que encabeza estas líneas corresponde a la última vez que presencié su transacción comercial. Efectivamente, como tú mismo, también un servidor lo desea, y además se conformaría –uno siempre de buen rollo– con cualquiera de los dos diseños que llegaron a circular usando o bien la imagen que se destaca arriba (con el bello rostro de la modelo protagonista Dorothy McGowan) o esa otra, quizás aún más popular, quiere decirse, aún mas explotada, con un montón de modelos en mallas op-art, y que pudiste ver en un viejo EFE EME (Nº 61, septiembre 2004) de aquellos ya lejanos tiempos en que a esta revista le gustaba el papel.